Crítica de ‘Rodin’

Por Elena Luque

La película se desarrolla en una atmósfera cruda con una fotografía sobria y unas escenografías y puestas en escena brillantes, con escenas rodadas en las localizaciones exactas en las que estas sucedieron, lo que ayuda al espectador a entrar en la vida del artista.

Durante el filme, que comienza cuando le encargan su famosa Puerta del Infierno, podemos
observar la realización de varias de sus famosas obras, la escultura de Victor Hugo (del cual
tenemos un pequeño “cameo”) o el polémico monumento a Balzac con el cual Rodin estaba
obsesionado y lo podemos observar con la actuación de Lindon. A pesar de ello, el metraje se
centra en las aventuras del artista con sus modelos y su relación con Camille Claudel (Izïa
Higelin), una de las alumnas del taller de Rodin con la cual estuvo manteniendo una relación
durante años; aunque en el filme se interpreta como menos tiempo pasando de una época a otra por medio de un fundido a negro repetitivo que hace que poco a poco vayas perdiendo el interés por la estructura. Deja caer muy levemente como la escultora fue perdiendo la cabeza poco a poco y su obsesión por dejar de ser comparada con su maestro.

Además, las conversaciones incesantes y el discurso en primera persona de Rodin hace que el espectador desconecte de la historia. Una pena que, teniendo a un personaje tan atractivo como es Auguste Rodin, el filme se haga largo y tedioso dejándote desanimado e incluso aliviado de que haya terminado.

A pesar de todo, no deja de ser una película para hacer que el público que desconoce al famoso
artista, comience a interesarse por su obra y el proceso que rodea a esta y la tormentosa vida de
Rodin.

Valoración: 2/5

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