Si la temática paranormal no era suficiente para atemorizar al lector, la obsesión enfermiza por la tecnología culmina la tarea. En Otra vuelta de llave (Salamandra, 2020, con traducción al castellano de Gemma Rovira) hay muchos ojos que observan a la protagonista, desde los fantasmas que cree que la acechan hasta las innumerables cámaras que inundan la casa en la que trabaja de niñera.
Ruth Ware (Sussex, 1977) ha escrito una novela que, como puede verse por el título y el argumento, es un homenaje a la obra más conocida de Henry James: Otra vuelta de tuerca. En esta novela, la protagonista es una joven llamada Rowan Caine que, cansada de trabajar en una guardería, prueba suerte como niñera en una casa victoriana de las Highlands escocesas. Las condiciones laborales son muy buenas y todo parece ser relativamente normal, pero ocurre algo que la lleva hasta la cárcel, condenada por asesinato.
La novela comienza con Rowan escribiendo varios intentos de carta a un tal Wrexham rogándole que la ayude a salir de la cárcel y explicándole que ella no ha matado a nadie. En estas cartas, Rowan explica que todos la culpan de algo que no ha hecho, rechaza a su abogado actual y le escribe a Wrexham de forma desesperada porque confía en él.
Ella, en la cárcel, se siente diferente al resto de presas en todo excepto en ser mujer. Por eso necesita salir de allí, aunque su vida en la cárcel no es para nada importante comparado con todo lo que ocurrió en esa casa. El lector es, por tanto, un voyeur que se entromete entre la presa y el señor Wrexham —y las cartas que ella le envía— para conocer la historia. La elección de la primera persona por parte de la autora es muy acertada, ya que el lector lee la historia desde su perspectiva, que es la que nadie cree y que se presume cierta.
En esas cartas dice palabrotas, igual que hizo en la declaración a la policía, lo que la coloca en mal lugar. Cuando ya está integrada en su puesto, se entera de que cuatro niñeras ya se habían marchado por problemas en la casa, lo que la pone en alerta. A partir de su llegada a la casa, ocurren acontecimientos extraños que se escapan a la normalidad. Rowan debe lidiar con ellos mientras emprende una lucha interna para ganarse el cariño de unas niñas hostiles.
Ware, autora también de La mujer del camarote 10, ha escrito una novela donde explora las relaciones de la protagonista con sus padres y con las niñas que debe cuidar. Para escribir una historia como esta no se puede dejar ningún detalle al azar. Por eso, Otra vuelta de llave está escrita de forma muy inteligente, y también guarda una crítica a los privilegios, a la clase alta y al aluvión tecnológico que nos controla.
La fina línea entre realidad y sueño o fantasía se desdibuja en esta obra donde reconocerse en otros puede ser doloroso. La hostilidad, los secretos, el oscuro pasado y la búsqueda de culpables copan las páginas de una novela que no se precipita hacia su imprevisible y sorprendente final. La autora presenta una historia, pero esconde, como suele ocurrir con estas novelas, un as en la manga. La obra tiene mucha más miga de lo que aparenta, y eso se descubre hacia el final, después de varios giros asombrosos.
Los acontecimientos y las responsabilidades agotan mentalmente a la protagonista, ya que no entiende los sucesos que ocurren a su alrededor, incomprensibles para la mente humana. Y, a veces, todo lo que podía salir mal sale mal. Al final, Ware busca recomponer la vida familiar de la protagonista y examinar la psicología de los personajes, la conducta humana y, sobre todo, los traumas de la infancia, que quizás sea el tema más importante de la novela.
La novela de Ware es un thriller cargado de misterio y enigmas por todas partes. La tecnología lo inunda todo y asusta al mismo nivel que los secretos familiares que rondan en torno a la protagonista. Se trata de una novela psicológica en la que la autora juega con la mente del lector, que no es consciente de ello hasta el final. Una remasterización de las casas encantadas —y de la novela de Henry James— al puro estilo siglo XXI.