La civilización mulai surgió por accidente y desde entonces ha sido objeto de estudio de investigadores como el arqueólogo Nahum Cordovero, protagonista de El árbol viene (Periférica, 2023), que se adentra en ella para explorarla. Los mulai viven en un lugar que han adaptado para hacerlo confortable, pues fuera de sus dominios las condiciones climatológicas son extremas. No hay jerarquías, no conocen los conceptos de maternidad y paternidad ni el de propiedad y se relacionan en trinomios. Además, las oraciones, siempre de agradecimiento y nunca de súplica, a su dios, que no sabemos si es solo uno o varios, terminan con la repetición por tres veces de la frase «el árbol viene».
Esta novela de Munir Hachemi (Madrid, 1989) es el relato de convivencia de Cordovero con los mulai durante varios años a través de fragmentos de su diario y de otros textos. Se trata de un juego literario que narra una historia ficticia que, por la forma en que está construida y presentada, parece basada en hechos reales y como un verdadero estudio. En ella se relata la forma de vida de una civilización que intenta sobrevivir ante la ausencia de suministros. En mitad de la plaza donde viven, los mulai tienen un escritorio grande donde escriben, pero nadie pide permiso para hacer nada y solo «cagando nos elevamos sobre el resto», se dice, debido a que a la plataforma para defecar se accede por unas escaleras.
Entre los personajes mulai que Cordovero menciona destacan Idri, una niña, o Faida, una mujer que escribe en el gran escritorio. A Faida le asalta el miedo a la muerte, no por el propio hecho, sino porque su trabajo de traducción de las escrituras quedaría incompleto, así que se marcha para estar sola, pero con el tiempo también siente la soledad. Ningún mulai nace para estar solo, se dice, ya que la soledad les quita las ganas de luchar. Además, allí cada cual trabaja en lo que le apetece y lo hace cuando le apetece. Ante las diferencias entre los humanos y los mulai, el narrador se pregunta: «¿Por qué atendemos los partos en el mismo lugar que las enfermedades? ¿Es el nacimiento una enfermedad? ¿Es la salvación un nacimiento?».
«Aprender mulai consiste en olvidar», se dice. El arqueólogo pone empeño en comprender los glifos con los que se comunican porque no entiende cuándo ríen ni cuándo lloran, pero sí ve que cuando uno llora el otro le lame las lágrimas de los ojos. Sin embargo, para los mulai, la función principal de la lengua no es la comunicación como puede ser para nosotros, sino que la función es la propia lengua. Y para ellos es la lengua oral la que fija la escrita, no al revés. En la civilización mulai, la lengua se va adaptando y evolucionando y se usa tanto el lenguaje como la escritura para transmitir la historia colectiva, es decir, para hablar del presente y del futuro o, en el caso de los mulai, de lo simultáneo y lo sucesivo. El arqueólogo, por ejemplo, les recita historias y ellos las difunden por el puro placer de hacerlo.
Al principio, Cordovero admite que el análisis de los mulai también es «una forma de autoetnografía». Igual que el protagonista, Hachemi aprovecha esta historia para ahondar en la naturaleza del ser humano, en sus aspectos más primitivos, sus preocupaciones, su relación con la naturaleza…, y observarnos desde una perspectiva científica y nueva, aunque sea en forma de ficción. Este libro es el resultado de una escritura arriesgada que no es para todos los lectores y que conlleva mucho riesgo, aunque hemos de admitir el mérito de adentrarse en una historia así. Igual que el árbol ya vino, el futuro ya fue, que para ellos viene a significar lo mismo, para una civilización ficticia que es el reflejo de la nuestra.