“Ha muerto el demonio, se acabó la peseta”, reza en una de las frases de este libro, mezcla de novela, poemario y cuaderno de recuerdos familiares donde se condensan la memoria del franquismo desde la visión de una saga familiar gallega.
Dicen se publicó originalmente en gallego, y ha sido la propia autora la que lo ha traducido al castellano. Es una escritora que había sido desconocida en el panorama literario español, pero eso ya ha cambiado. Sánchez Arins ganó en 2008 el XXI Premio Nacional de Poesía Xosé María Pérez Parallé y con este libro ha revolucionado a la crítica y a los lectores como yo, que se han visto abrumados por una historia tan certera, franca y emotiva.
Con un listado de referencias bibliográficas al final, la narradora de la historia nos introduce en el contexto de la posguerra española. Un cuadro familiar con el franquismo de fondo, testigo de numerosos sucesos que no están registrados en ningún documento oficial ni organismo estatal, solo en la mente de sus protagonistas, de sus descendientes y, ahora, de los lectores.
En un escenario anegado por el silencio y el miedo, este libro está escrito con una mezcla de novela, poemario y ensayo y escrito a partir de pequeños fragmentos narrativos que recuerdan poemas en prosa. Con la mujer, el franquismo y la represión como temas centrales, la autora juega con una narración fragmentada en pequeñas piezas que, como los recuerdos ancestrales, cuesta reconstruir. Al final, el puzzle, un Todo magnético que imanta al lector hacia un pasado que fue y que, esperemos, no volverá.
Este libro está escrito todo en minúsculas, como solo había visto hasta entonces en otros dos: Sylvia y Entre culebras y extraños, ambos de Celso Castro. La narradora en primera persona nos presenta pronto a un hombre al que llama tío Manuel y que, según luego descubrirá el lector, es el antagonista de esta historia con tintes de realidad. Con una narración sosegada, resignación y mucho dolor, nos va acercando a él mientras nos narra la vida de su abuela, quizás la protagonista, y los hermanos de esta, entre ellos Manuel.
Las personas nacen cuando dejan huella y se les recuerda. Y hay quienes dejan huella por haber sido pérfidos en vida. Manuel será de este tipo de personas dentro de un relato familiar de varias generaciones donde se refleja la maldad y la avaricia del antagonista. Libros como este destacan la memoria de aquellos que vivieron épocas como la posguerra, lo importante de su recuerdo, porque así se hace algo de justicia a lo que ocurrió, y aun así la de cosas que nunca sabremos de nuestra propia historia, de nuestra propia familia, de nuestros antepasados.
La narradora relata todo para desinfectar la herida que, con costra desde hace casi un siglo, sigue doliente de la “perversidad” del tío Manuel. Como él hubo muchos, algunos más arriba y con más poder y otros, como él, que hacían daño desde su propia familia a todo aquel que se cruzara por su camino y no predicara con su mismo ideario. Por ejemplo, “el terror sembrado como grano de maíz”, eso quiso sembrar Emilio Mola según esta frase atribuida a él.
Entre familiares que emigran y muertes prematuras, Manuel delata a un familiar por un robo que no cometió, y encarcelan a su cuñado por algo que no hizo. Si era malo con los de su propia familia, imagínate con los de fuera, viene a decir constantemente un coro de voces al estilo griego antiguo que aparece ocasionalmente en la obra.
En una época en la que muchos ciudadanos se pasaron a la Falange para evitar escarnio público o incluso los ‘paseos’, Manuel se excluye de este grupo e hizo de bastón de mando frente a su modesta familia a la que tanto dañó. Frente a él, Gloria, la abuela de la narradora, sobre la que nos relata cómo salió adelante. Multitud de personajes se pasean por estas páginas, pero la autora sabe distribuirlos y situarlos de manera que el lector no confunda nombres ni relación entre unos y otros.
En este “simbólico infierno”, la vida es barata, se cobra sin falta y hay una violencia y represión brutales en la zona. Sin embargo, la vida es una rueda y siempre vuelve, como dice Danny, el protagonista de Doctor Sueño, de Stephen King. Y la vida volvió un día que Manuel dormía. Alguien se acercó donde él se encontraba, y algo hizo, porque Manuel desapareció para siempre, no se supo nada más de él.
Al final de la obra, el lector presenciará alguna exhumación que le retrotrae al documental El silencio de otros, tan necesario para recordar, hacer justicia y no repetir aquellos actos criminales que asolaron España. Igual que este, la autora nos recomienda al final de la bibliografía el documental As silenciadas. Entre uno y otro, y en conjunto este libro tan emotivo y bello, la sensación que queda es de desamparo, de resignación, de tristeza y de extinción de cualquier hálito de humanidad.