La protagonista de este libro es una sombra que se esconde tras una maraña de letras. No se nos presenta más allá de los hechos que ella misma narra, no se define más allá de relatar esos miedos inherentes al ser humano.
El miedo, la obsesión, la hipocondría, la ansiedad y el pánico se pasean cogidos de la mano por unas páginas donde el lector así impertérrito al catálogo de variedades que la protagonista expone.
El miedo atenaza e impide al ser humano disfrutar de las cosas o de la vida. El qué pasará, el qué dirán, el qué pensarán, son fórmulas que intimidan al pensamiento y aterrorizan las acciones de cualquier persona, las reprime y somete. El pensamiento es poderoso y cuando, por ejemplo, la hipocondría se hace con su control, el ser humano es capaz de creerse enfermo o en peligro en general, aunque no lo esté. Hay una obsesión anticipatoria que todo lo envuelve y amordaza, y de eso trata, en cierto modo, este libro.
Narrado en primera persona, la protagonista nos muestra escenas de su adolescencia, el paso de la muerte a su alrededor, y también del amor. El amor que, dice, para durar debe ser imposible. Por estas páginas también deambula el pánico y lo que la mente humana hace a nuestras espaldas y sin nuestro consentimiento.
Es, en definitiva, una suerte de análisis fidedigno del ser humano, de sus miedos y su pensamiento encarnados en la figura de una protagonista, un conglomerado de situaciones y emociones que nos conducen por el laberinto inextricable de la mente.
Como si de un psicoanálisis se tratara, la protagonista confiesa sus miedos complementándolos con escenas de su vida y de su pasado. Ella, que quiso “poblar su vida cotidiana de fantasmas, a falta de felicidad”. Fantasmas como una enfermedad que requería una solución urgentísima o un viaje malogrado en avión que pondría nervioso al más avezado en vuelos.
Al final, narrará su miedo por esa mariposa que tiene en el pecho y sobre la que solo el lector podrá descubrir la verdad. Esta referencia lepidóptera recuerda inevitablemente a un título donde también era protagonista uno de estos insectos, Una mariposa en la máquina de escribir, esa biografía sobre el gran atormentado John Kennedy Toole. Quizás los tormentos humanos siempre giren en torno a una mariposa, ya se pose en la cabeza, en el pecho o en el estómago.
La autora sabrá alternar los múltiples flashbacks y hacer zoom en algunas experiencias que narra. En un momento en el que los géneros literarios se difuminan y no hay normas rígidas para etiquetas, me planteo la posibilidad de que este libro pudiera ser de autoficción, que ahora está en boga.
Es este un libro que no aburre en absoluto. No hay apenas tensión, pero sus experiencias vitales, cómo las cuenta y la importancia de la mayoría de estas, atrae al lector y lo hipnotiza ante sus páginas. La brevedad del libro y de los capítulos —la mayoría de dos o tres páginas—, así como la cotidianeidad y simpleza con la que narra, hacen de esta historia algo grandioso, un compendio atractivo para todo aquel que quiera internarse en esta especie de mezcla entre novela de aprendizaje, reflexión y cura de sí misma.
El ser humano, siempre, frente a sus fantasmas, reales o imaginarios. ¿Qué es real en este mundo que se desborda? Este libro lo es.