Mitternatch. Capítulo 1

Escrito por Rubén Fernández Sabariego

La moto quemaba el asfalto. El tubo de escape rugía y la muñeca de Toro no hacía más que girar dándole más potencia a su pequeña. Cualquier fallo a esa velocidad hubiera resultado más que mortal. Pasaba entre los coches con la viveza de una bala. No podía dejar que le hicieran nada.

No a ella.

Llegó a su destino. La calle estaba abandonada, nadie transitaba por ella. Era uno de los barrios más peligrosos de toda la ciudad, por la ingente cantidad de criminales que residían allí. La droga, la prostitución y los asesinatos eran el pan de cada noche.

Solo alumbraba tan dantesca escena una luz casi fundida de una farola, que, como una luciernaga a punto de morir, daba rafagazos lumínicos  aclarando por momentos la calle. Sabía cual era el portal, estaba entreabierto. Se dirigió al piso y  observó la puerta por un momento, mientras sus dedos recorrían el cinturón donde se asentaba su arma.

No hoy, no a ella.

Se volvió a repetir.

El silencio se rompió cuando la puerta cayó al suelo de una patada. Se subió encima de esta y apuntó a distintos lugares de la casa.

-¡Soltadla!

Su voz imperiosa, grave y un tanto ronca recorrió el habitáculo pero no hubo respuesta.

-¡ESTO ES CONMIGO, NO CON ELLA, SOLTADLA!!

El silencio siguió invadiendo aquella casa hasta que…

Demasiado tarde, mi hora ha llegado,
Escalofríos atraviesan mi espina dorsal
El cuerpo me duele todo el rato
Adiós a todos, tengo que partir,
Os he de dejar atrás y enfrentarme a la verdad

Toro
No quiero morir
Pero a veces desearía no haber nacido nunca

Un piloto rojo se iluminó y con el la pantalla de un ordenador, donde apareció Lena recitando esos versos concretos de una canción que el conocía perfectamente. Era Bohemian Rhapsody, de Queen. Su madre se la cantaba cuando apenas era un niño.

No podía creerlo. Estaba atada a una silla y una jeringuilla se posaba sobre su cuello, a escasos milímetros de su delicada piel, pero sin llegar a introducirse

-Verás…No es nada personal contra ella. Es más, incluso me parece guapa. – Dijo una voz terrorífica, era una risa endiablada de las que se escapaban las palabras.- Pero la sangre se paga con sangre.

Finalmente apareció. Un hombre trajeado en negro, con la careta de un bebé con lágrimas de sangre en los ojos. Sonreía mientras clavaba su mirada en cámara.

-Dile adiós..-Insistió socarrón mientras la muchacha de pelo moreno y ondulado lloraba.

-NO TE ATREV…!– Gritó Toro frente a la pantalla.

Pero fue tarde.

Aquel hombre inyectó un líquido violáceo en el cuello de la muchacha  que quedó inconsciente al momento, mientras de su ojo derecho caía una lágrima del líquido carmesí. Igual a la de su captor.

-¡¡¡¡¡LENA!!!!!!!!!!!

Un grito de desesperanza arañó las cuerdas vocales de Toro. La rabia, contenida en sus puños, pasó a ser tristeza y desolación. Cayó al suelo de rodillas llorando con amarga desesperación.

Le habían arrebatado a lo que más quería.

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