El esparcimiento a nivel global del hip hop y su actual presencia en casi toda nación no fue un proceso que comenzó a gestarse de un día para el otro. Desde su epicentro original en el noreste de los Estados Unidos, fue impactando dentro de su territorio a diferente paso, y cuando logró rebalsar los límites del territorio de aquel país, llegó más rápidamente y de distinta forma a algunos sitios que a otros. En algunos casos, su viaje se debió a la migración, en otros se debió a la cercanía territorial. En la mayoría de las tierras más distantes, se debió a la potente llegada de productos de origen estadounidense, ya sea en forma de influencia indirecta o en presencia concreta en radios y canales de televisión.
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En muchos casos su llegada a los países de Europa implicó una serie de pequeñas revoluciones que fueron creciendo a través de los años. Y, mayoritariamente, la llegada del hip hop a suelo europeo se dio durante la década de 1980, en principio presentándose como un gran atractivo para los sectores underground que lejos estaban del mainstream de la industria discográfica. A partir de un entendimiento de las letras en idioma inglés cada vez más diseminado, junto con el deslumbrante arte del ritmo y la rima se transmitieron a estos sectores los mensajes claves de las letras de hip hop. Entre los más disruptivos se hallaban los rapeados por grupos como el de Afrika Bambaataa, N.W.A. O Public Enemy, además de la enorme diversidad musical que proponía la escena ochentera en general.
En los inicios del hip hop en Italia, de forma incluso más marcada que en muchos otros países, las juventudes que se involucraron de lleno con el rap profesaban de forma clara y explícita una ideología de izquierda, y estaban en permanente contacto con la escena de hardcore punk italiana. El principal motivo de esto, además de los vínculos mediados por las coincidencias ideológicas, era algo que cruza al hip hop en todo territorio y desde sus orígenes hasta hoy: la territorialidad. Los espacios donde estos diferentes nichos culturales se encontraban y desarrollaban sus distintos tipos de producciones eran, en muchos casos, por ejemplo, los parques y los centros sociales públicos de ciudades neurálgicas como Roma o Nápoles, con la primera de éstas como ancla fundamental para la expansión del hip hop incluso hasta la actualidad.
Así, desde el underground europeo se fueron formando claustros de grupos de jóvenes que abrazaron el género y que se propusieron emularlo a partir de sus propias identidades. El principal formato replicado, que justamente resalta el legado de lo colectivo que el hip hop de los 80s distribuyó por el mundo, fue el clásico Posse Cut, que, básicamente, es el que propone estrofas consecutivas de múltiples raperos que normalmente forman parte de un mismo colectivo, círculo, o crew. De hecho, la palabra “posse” fue llevada al rap desde la cultura jamaiquina, donde su significado es “grupo”. Algunos de los más celebrados ejemplos de este estilo podrían ser “Scenario” de A Tribe Called Quest y Leaders Of The Old School, o la enorme colaboración “We’re All In The Same Gang” de los West Coast Rap All-Stars (Eazy-E, J.J. Fad, Money-B, MC Hammer, etc.)
La cuestión de plasmar las realidades y experiencias locales sobre los ritmos también llevó cierto proceso. En el caso de Italia, como en tantos otros sitios del mundo, los primeros grupos de rap apuntaban a una adopción tan profunda de las características originales del hip hop estadounidense que comenzaron por crear música en inglés, excepto salvadas excepciones más bien esporádicas.
Con la llegada de los años noventa, esto tomaría una curva abrupta hacia la composición en idioma local, consecuentemente representando más fidedignamente la idiosincrasia, las problemáticas y los códigos de la península itálica. Incluso agrupaciones como 99 Posse introducirían su dialecto dentro de la lírica hip hop, algo que propone una valiente revuelta para la época desde el punto de vista sociolingüístico, especialmente considerando su origen napolitano y la estigmatización aún reinante por sobre los acentos y dialectos del sur de la bota.
Esta puesta en valor de lo propio a través de una plataforma artística que cada vez se volvía más universal fue impulsada, como mencionamos, por los núcleos de raperos del underground, de entre los cuales resalta como himno representativo de estos primeros pasos el tema “Stop Al Panico” de Isola Posse All Star.
El primer álbum de rap en ser lanzado en italiano fue de todas formas “Beat Your Time” (rebautizado luego como homónimo de la banda), de Onda Rossa Posse, un grupo de largo impacto pero corta vida cuyo líder fue el reconocido Militante A. Estamos hablando de un mini LP de 1990 que incluye hasta algunas notas de “Once Upon A Time In America” de Ennio Morricone, casi como haciendo sonar las alarmas del progreso de lo nativo por sobre lo importado que se venía en el rap. Pioneros como pocos en su tierra, Onda Rossa Posse se caracterizó por una permanente participación en la escena política desde su perspectiva de izquierda, rapeando desde el riñón de las luchas estudiantiles de los noventa en contra de la privatización de las universidades (la denominada “temporada de las panteras” y su defensa de la autonomía obrera y la independencia de los intereses empresariales). Formaron parte fundamental de la organización del movimiento underground, y le pusieron el cuerpo a la interconexión entre los distintos puntos principales donde se gestaba hip hop en Italia.
Poco a poco, desde los primeros años de la década, el hip hop – ayudado por el reflejo del boom del género en Estados Unidos y su mixtura con géneros como el reggae y el dancehall – empezó a crecer en audiencia, así como también empezó a crecer musicalmente en todas direcciones. Comenzaron a cobrar importancia grupos como Sangue Misto, Sacre Scuole, Porzione Massiccia Crew, y, desde el norte, los colectivos protagonistas de la rivalidad más importante de los años ’90 en el rap italiano: Zero Stress Crew, oriundos de Bologna, y Articolo 31, de Milán.
Por supuesto, los debates clásicos de una cultura originada en nichos no tardaron en florecer: las acusaciones volaban hacia un lado y hacia otro de estar corrompiendo la identidad cultural antisistema y de protesta del género a partir del avance de algunos artistas en terrenos lejanos al underground, como la aparición en publicidades y el roce permanente con el pop. Sin embargo, el rap italiano comenzaba a cada vez hacer relucir más su costado local y el culto a sus luchas, a la par que los productores y los raperos afinaban sus habilidades, abrían puertas a universos poco recorridos, y daban rienda suelta a su creatividad.
Entre los incontables ejemplos de la inserción de la italianidad en el contenido, en el ritmo, y en lo semántico del hip hop (artes de tapas, productos audiovisuales, performance, vestimenta, entre muchos otros elementos), uno muy fértil para la apreciación es el álbum “Mesa Di Vespiri”, de Articolo 31; en su tapa los artistas portan streetwear visiblemente hip hop y se ven al lado de una tipografía clásica de graffiti. De todas formas, lo que más resalta es la cantidad de símbolos de la cultura gastronómica local, como las pastas, una damajuana de vino tinto, y el clásico mantel de taberna.
Por otro lado, como decíamos, al avanzar el hip hop italiano en todas direcciones y comenzar a ajustar clavijas en cuanto a la búsqueda musical, empezaron a aparecer más y más artistas del sample, que exploraban música de todas partes del mundo para lograr luego que cobren una identidad fuertemente autóctona. Esto a partir, no solamente, de la escritura de los versos en su idioma, sino también de un contenido con fuertes ataduras la protesta de algunas comunidades, la revalorización de la música compuesta en la zona, y en contra de la corrupción y la policía italianas. Sobre fragmentos de “Africa”, de la banda estadounidense Toto, los Sacre Scuole (Il Guercio, Jake La Furia y DJ Zak) rapean introspectivamente acerca de las injusticias del inexorable paso del tiempo en “Tempo Critico”; en “21 Grammi” los Duplici (DJ Double S, Alby D y Paolito) se mueven entre samples de Nas, Gang Starr y Pete Rock para enlazar versos que narran la eterna pena de ser un engranaje en el sistema social y económico reinante.
Desde aquellos años hasta hoy, el rap no hizo más que adueñarse de más y más oídos a nivel local y, muy notoriamente, a nivel mundial, y el género comenzó a tener algunos accesos a tarimas y estudios que le ofrecieron aún más alcance. En la actualidad, el panorama hip hop mainstream y emergente en Italia está comandado por representantes de llegada más masiva, como es el caso de Capo Plaza o Sfera Ebbasta, muy escuchados fuera de su país, pero también está poblado por una gran lista de artistas que siguen rindiendo culto, desde otros ángulos menos combativos y con el camino más allanado, a los mismos conceptos y valores que los pioneros del rap italiano de los ’80 y ’90, como Ghali, tha Supreme, y Rondo.
Aún así, la filosa habilidad lírica de los italianos old school, tanto como su constante ruptura de límites en las instrumentales y la prepotencia política de la escena toda, sigue siendo celebrada hoy en día por los seguidores del género. Su exploración abre una importante cantidad de oportunidades para la apreciación de la conexión del hip hop con el cambio social y con la representación de localidad en estructuras y patrones adoptados de otros territorios. La discografía y el recorrido del rap italiano siguen siendo, en 2022, de las más interesantes por fuera de los Estados Unidos, y definitivamente ameritan una atenta escucha y una adeudada valoración internacional, tanto musicalmente como a nivel histórico.