Escrito por Rubén Pareja Ramírez
Pocas veces se leen noticias como la del otro día, que, aunque en realidad eran declaraciones opinativas, pasaron a interpretarse como si fueran una decisión. El actor Chris Hemsworth (Thor, Ca$h, Cazafantasmas) quiere que el próximo James Bond sea una mujer. Y, además, el australiano tiene a su candidata ideal: Charlize Theron (Hancock, Prometheus).
Foto: ecartelera.com
Hemsworth argumenta que Theron «reúne la fuerza, integridad, dignidad y nobleza» para interpretar al agente secreto más famoso de todos los tiempos. Por unos instantes, uno, que es un apasionado de este personaje, tanto en el celuloide como en el papel, piensa: «¿Qué clase de disparate es este?» Pero después se me va pasando y, en vez de liarme a puñetazos en la mesa cual Álvaro Ojeda explicando lo inviable que pueda ser, expongo los argumentos y razono por qué esto sí puede llevarse a cabo.
En primer lugar, las películas de James Bond están basadas en el personaje homónimo creado por Ian Fleming. Al menos, las que se hicieron hasta 1989, que estaban basadas (unas más que otras) en las novelas del escritor. Si vas a hacer una peli inspirada en una novela, lo suyo es que los elementos sean lo más fieles posibles, ¿no? Así que me resulta difícil imaginarme al agente Bond interpretado por una mujer, tras más de 50 años de costumbre. A propósito, ¿cuál sería su nombre entonces?
Pero, a partir de Goldeneye (1995), esto cambió. La Guerra Fría, que durante tantos años tuvo enfrentados a Rusia y a EE.UU, finalizó en 1991 y, así, la trama central de muchas de las aventuras del agente 007. Sin más kagebés enemigos, Pierce Brosnan protagonizó un giro de timón en las aventuras del agente británico, más encaminado a la ciencia ficción, cuyo ciclo él mismo reconoce que no fue muy espléndido precisamente.
Y no fue el único cambio en el universo Bond: M, el jefe del espía británico, que originalmente era un hombre, fue encarnado por Bernard Lee hasta 1979 (Moonraker) y, tras su muerte en 1981, por Robert Brown hasta 1989 (Licencia para matar). Entonces, Judi Dench pasó a ser la nueva M hasta Skyfall (2012).
Y no hablemos de Miss Moneypenny, la secretaria del agente. Fue interpretada por la misma actriz, Lois Maxwell, desde 1962 (007 contra el Dr. No) hasta 1985 (Panorama para matar). Y, después, tras otras actrices blancas, la actual Moneypenny es negra, interpretada por Naomie Harris desde Skyfall. Lo mismo ocurre con el amigo de James Bond de la CIA, Felix Leiter, que ha sido interpretado por diferentes actores, unos más viejos que otros, hasta ser el último Jeffrey Wright, otro actor, por primera vez de color, en Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008).
Y el querido agente Q, cuyos inventos hacen interesante a más de una película, fue interpretado, desde 1963 (Desde Rusia con amor) hasta 1999 (El mundo nunca es suficiente) por Desmond Llewelyn, que daba al inventor una personalidad de hombre casi anciano, entre otros actores que lo hicieron durante un período más corto. En cambio, ahora es interpretado, desde Skyfall, por el joven Ben Whishaw, que le da un aire de joven universitario al personaje.
Pues bien, tras haber citado todos estos cambios en los personajes que rodean a James Bond, y sin dejarme que las tramas de las películas también han sufrido cierto cambio (ahora me recuerdan un poco a la saga Bourne), nos damos cuenta de que nos encontramos con un universo Bond flexible, que ya no depende de las novelas de Fleming, sino que ya se puede hacer, en cierta manera, un poco lo que se quiera con él.
Y qué mejor forma de aprovechar esta libertad que cambiando a nuestro héroe de sexo y dejarla que seduzca a elegantes hombres vestidos de smoking mientras aguanta las regañinas de su jefa (o jefe), M. Aunque también podríamos dejar al «misógino» agente 007 que continúe en acción y reservar a Charlize Theron, por ejemplo, una saga para ella. ¡Incluso ambos podrían cooperar en las futuras cintas! En fin, todo lo imaginable se puede aplicar y estas ideas quizás las deberían tener en cuenta los de Eon Productions para seguir ganando éxito en las próximas décadas…