Viajando a la tele del pasado

Durante esta eterna cuarentena, aquellos que tienen más tiempo libre se ponen hasta el quico de series (“Élite” ha sido una de las más populares), pelis, o cualquier otra cosa que sirva para desconectar de la pesadilla en la que estamos sumidos. Pero dan también ganas de fiesta. Sobre todo durante esa hora mágica en la que la mayoría de los vecinos nos asomamos a saludar y otros se ponen a bailar un rato en el salón.

Evidentemente, para esto están los videoclips de Youtube. Pero a veces se puede echar de menos sentir un auténtico espectáculo, como se veía antes en programas de TV. El caso es que los de RTVE están aprovechando estos días para promocionar las delicias de su archivo. E incluso han hecho varios maratones de “Cachitos” (que incluso Infolibre ha recomendado como opción frente al aburrimiento), para mantener contento al personal. Escuchar temas retro o ver programas clásicos mola, aunque también depende cuál. Obviamente, esto no llama la atención a muchos. Pero es verdad que hay programas antiguos que pueden ser muy útiles para hacer otros hoy día.

Por eso, y sin querer impregnar demasiado a Nostromo de naftalina, considero que hubo un programa digno de homenajear, y que puede servir si estamos un rato “en familia” o algo por el estilo. Hablo del mítico “Súper 88”, con el que los españoles despidieron el 87, que da muchísimo de qué hablar. Este fue el primer programa de Nochevieja que se emitió grabado, ya que hasta el del año anterior, “Viva 87”, la mayor parte se emitía en directo. En realidad todo el mundo conoce aquel especial de más de cinco horas, ya que contiene el momento viral en el que a la joven Sabrina se le salió un pecho durante una actuación. Tal de sonado fue que el otro día, viendo el “¿Dónde estabas entonces?” de La Sexta, me encontré con que “Súper 88” abría el episodio dedicado a 1988. Casi nada. 

Pero aquella anécdota es, para mí, lo que menos destaca de este gran espacio. En este artículo hago un pequeño análisis de su contenido. Porque tiene narices que un programa hecho en el 87 resulte mejor que cualquier intento de “gala” de esas que se hacen ahora. Especialmente en esa noche del año, ya que hay varios milloncitos de personas a los que no les queda otra que quedarse en sus casas, y en la que dan ganas de apagar la tele, sin más.

“Súper 88” llegó al archivo de RTVE la pasada Navidad, y no fueron pocos los que lo celebraron por Twitter o Instagram. Este programa tiene unos nombres con clase. Para empezar, la directora, que no es nada menos que Pilar Miró, quien dirigió la cadena pública durante parte de los 80. Y el realizador, Hugo Stuven, que demuestra ser de las mejores aportaciones que ha habido en la historia de la televisión en España. 

Y Después tenemos a los presentadores: los grandes Arturo Fernández y Carmen Maura, quienes se ven envueltos en una historia en la que ambos se reencuentran, después de bastante tiempo, para celebrar el nuevo año. Muy probablemente el motivo de subir este programa fue para hacer un homenaje al actor gijonense, que nos había dejado unos meses atrás. Y, en bastante medida, estos dos artistas se salen, aunque la forma en la que el programa acaba no me gusta, la verdad…

Para comentar esta joyita, me baso un poquito en varias recomendaciones que el experto en televisión Borja Terán ha mencionado en más de uno de sus (útiles) artículos para hacer programas chulos y no desfasados. Por un lado, los guiones. Frente a la caspa que toca ver a menudo, aquí no está ese rancio esquema en el que los presentadores, entre caducados y sexistas guiones, introducen cada actuación sin más. En “Súper 88”, las actuaciones van unidas mediante efectos de transición. A lo “Star Wars” por ejemplo, vaya. Los presentadores, o alguno de ellos, forman parte de las actuaciones a veces, por lo general en modo cómico. Pero, si aparecen, es para añadir un extra a lo que se ve.

Y, como Terán reivindicaba, paralelo al espectáculo se desarrolla esta especie de historia que he mencionado antes, lo que resulta más atractivo. Aunque tampoco para tirar cohetes, los guiones resultan guais y, sobre todo los dos actores actúan con naturalidad. Y otra cosa que se agradece es adelantar de vez en cuando algunos de los artistas que van a aparecer, como ocurre en algunos momentos aquí. Porque estamos viendo un programa en la tele, no una gala en un auditorio o en la Feria, o una verbena como las dedican en el Parque de Málaga a la tercera edad…

Otro de los puntos fuertes de “Súper 88” es su genial decorado e iluminación, frente a las “iluminaciones de interior de frigorífico” que Borja Terán ha llegado a criticar también. Actualmente, nada más se echa mano de pantallas LED y de una iluminación monótona, que hace que la del salón de tu casa sea mejor. Aquí tenemos un superplató en el que predomina el negro, pero las luces crean una armonía bestial, con diferentes tonos y matices y de diferentes maneras, tanto en en el techo como en las paredes y en el suelo, donde varias plataformas se encienden de amarillo o de morado. Y los escalones ya ni digamos. Una pasada, vaya, que se echa de menos en los programas de hoy. Con una iluminación así de mágica, las actuaciones molan bastante y, al ritmo de focos automáticos, nos dan una lección de que la puesta en escena es algo esencial. Los platós con elementos chulos siempre gustan. Es como en este programa británico, “The Graham Norton Show”, en el que, por ejemplo, Dua Lipa interpreta “One Kiss” subida en un escenario que parece una rampa de skate. Lástima (cómo no) de pantalla de fondo.

Porque esa es otra. ¿Qué pinta a veces en un plató una pantalla en la que aparece lo mismo que ya vemos en nuestra pantalla? Eso no pasa aquí, donde, por ejemplo, los Cantores de Híspalis bailan sevillanas en modo multicámara, que muestran diferentes puntos de vista. Diferentes cuadros de imagen se deslizan al ritmo de las palmas y las flamencas y luego se desintegran. ¡Incluso se despliega una imaginaria gigante, como un póster, en medio del plató! Y es que a veces se nos olvida que hacer un programa de televisión supone el empleo de recursos audiovisuales que hagan una divertida experiencia…

En esta fiesta, además, tenemos una infinidad de animaciones que hacen divertido y más ameno el playback de alguna que otra actuación. Hablar de todas es imposible. Pero, por ejemplo, podemos ver a Donna Summer bailar al ritmo de toscas figuras geométricas que “vuelan” por el plató; a La Década Prodigiosa dar zapatazos que producen coloridas chispas en el suelo, o ver cómo Marta Sánchez mueve la cadera con un hula hoop animado. ¡Ah! O ver a Miguel Bosé disparar rayos por los ojos, cual villano del espacio. Y, siendo un programa de finales del 87, resulta fascinante ver esas cosas.

Y es que hoy en día, en el caso de “Tu cara me suena”, por ejemplo, se usan de vez en cuando animaciones para hacer más atractivas las actuaciones, por no hablar de la puesta en escena. Y en “La Hora Musa” se recurre a las transiciones y demás elementos atemporales para hacer más “ligeros” los programas y romper con la monotonía. Es decir, si esto está grabado, se puede ir directamente de actuación en actuación, sin aburridos intermedios ni nada.

Este espectáculo comienza con La Década Prodigiosa y acaba con una fabulosa orquesta dirigida por Luis Cobos. Entre tanto, tenemos una trupe de artistas con los que se trató de amenizar la Nochevieja del 87 a quienes que se quedaron en casa aquella noche. Si bien estamos en una fantástica época en la que el reggaetón aún no existía, hay algunos números un tanto noobs, de gente cuya fama se iría diluyendo después. Hablo, por ejemplo, de la ex de Sylvester Stallone, Brigitte Nielsen, que ahora es tertuliana de un talk show norteamericano; Vicky Larraz, exmiembro de “Olé olé”, que ahora ha acabado en “Supervivientes”; la joven Sabrina Salerno, cuyo éxito fue un tanto efímero, o un tal Francesco Napoli, que, por lo visto, era el rey de las pistas de baile, pero del que hoy creo que no sabe nada ni su tía. 

Obviamente, hablamos de una gala de hace más de 30 años… Pero no os engañéis. “Súper 88” es una joya del archivo de RTVE. También hay varios números humorísticos que, evidentemente, algunos ya no tienen el mismo encanto hoy. Aquí están el popular trío cómico “Tricicle”, con sus números del partido de tenis amañado, y el otro, que al parecer les lanzó a la fama, en el que interpretan mediante gestos el tema “Soy un truhán” de Julio Iglesias. Ellos también hacen varios gags a lo largo del programa sentados en una barra de bar, entre algunas actuaciones, y en los que uno siempre acaba cayéndose. Me temo que, a pesar de las carcajadas de fondo, algunos no tienen gracia ya. Pero, eso sí, cuando rocían a uno con spray y le hacen desaparecer sigue siendo igual de espectacular.

También está La Trinca, otro trío popular de aquella época que, aparte de algunos gags, interpretan un tema en catalán en el que hablan de “hacerlo toda la noche”. Ahí se juntan con tres muchachas y lían un espectáculo que ocasionaría bastante polémica en aquel entonces. A mí, el número que más me gusta es el de Martes y Trece, en el que Josema Yuste protagoniza el famoso “Ella no quería, oiga”, mientras está dando un sermón.

Hay también actuaciones no tan “modernas”, de artistas como Sara Montiel, Chiquetete, o el Dúo Dinámico, que me hacen pasar el vídeo hacia adelante. Porque, obviamente, en todo programa de este tipo que se precie hay una variedad de artistas que gustan a unos, y a otros como que no. Y, obviamente, lo antiguo que es esto. Sin embargo, considero digna de respetar la actuación de Camarón de la Isla en directo.

Yo ya, dejándome de tanto rollo, destaco los momentos que me parecen más top y que hacen que valga la pena ponerse aquel “Súper 88” durante estos días de confinamiento, ya sea de fondo para limpiar o recoger la casa o hacer alguna reforma, o cuando queramos liarla un poco en el balcón:

  • La primera actuación, un popurrí de La Década Prodigiosa de temas de los 70, acompañada de animaciones chulas..
  • Las sevillanas que ofrecen los Cantores de Híspalis, una de ellas, “Que no nos falte de ná”, en modo multipantalla y todo, que resulta bestial.
  • Unos espectaculares números de ballet de la mano de un grupo llamado Claudette Walker. La fantástica puesta en escena, los atuendos y los efectos utilizados, como ya digo, acompañan a las geniales coreografías de tangos, de copla española, o incluso basados en temas de Michael Jackson.
  • Una cómica y sensual actuación de Brigitte Nielsen frente a Arturo Fernández, que forma parte de la historia de la TV junto a la de la teta de Sabrina…
  • La actuación en directo de la famosa Pasadena Roof Orchestra. Una de las canciones es el famoso “Singing in the rain”. Creo que los miembros de aquella época molaban más que los de ahora, sobre todo el vocalista.
  • Números muy chulos de alegre bossa nova, como el famoso “Mas que nada” (el de “Obá, obá, obá”), de Sérgio Mendes. Y los de una tal Astrud Gilberto y el de Orquesta Platería, que tampoco tienen desperdicio. 
  • Venga, por qué no. Las actuaciones de un joven Joaquín Sabina que, si bien no lo escucho, este hombre siempre se curra sus letras. Con el “Oiga, doctor” es inevitable reírse.
  • Donna Summer bailando al ritmo de esferas, triángulos u otras figuras, que compensan mucho el playback de «She works hard for the money».
  • Las actuaciones de grupos propios de la Movida Madrileña, como Duncan Dhu, Hombres G, Radio Futura, o Gabinete Calligari, que siempre suenan en verbenas y en cualquier otro lado por lo general, y a las que se les tiene aprecio. 
  • Una buena ración de country de la mano de Kris Kristofferson, a quien Fernández y Maura introducen a lo grande.
  • El “Ella no quería, oiga”, de Martes y Trece, que pasó a ser uno de sus números más “bebodables” (“bebodable” viene de “bebo”. Qué hermosa palabra, ¿verdad?).
  • El mítico número de Tricicle del partido de tenis amañado, que resulta divertido.
  • El “Ho farem tota la nit” de La Trinca que, aunque en catalán, no tiene desperdicio tampoco.
  • Unos tal Kid Creole & The Coconuts, con un tema que sirve para echar el rato.
  • Las orquestas de Juan Carlos Calderón, una de un popurrí y otra de jazz; y de Luis Cobos, con su peculiar zarzuela. Estas cosas, aunque uno es joven, sabe distinguir lo buenas que son, qué demonios.

El realizador de aquel programa, el gran Hugo Stuven, regresó el año siguiente con “¡Hola, hola, 89!”. Con Martes y Trece de presentadores, este programa de dos horas parece sacado del Ali Express en comparación con “Súper 88”, ya que aquí también hay efectos guais y algunos artistas buenos, pero un escenario un poco cutre. Aunque los sketches de Yuste y Millán se superan. Stuven hizo un programa semanal llamado “Pero, ¿esto qué es?”, que tiene muy buena pinta también, y que permitió debutar en la tele a Cruz y Raya.

Estas cosas eran propias de una época en la que la tele tenía el poderío absoluto del entretenimiento y, encima había hasta tres canales. Probablemente programas así no se piensan hoy día, debido a su alto coste y a su baja rentabilidad. De todos modos, ahí tenemos una maravilla de la que he hablado aquí, y encima de actualidad: “Sánchez y Carbonell”. Si bien el coronavirus ha obligado a parar este programa en directo, por ahí están disponibles los emitidos hasta ahora en los que, en un divertido cabaret, La 2 nos ofrece una mezcla de entrevistas, piezas teatrales, bailes, actuaciones musicales y su dosis de humor, que no falte. Precisamente el que emitieron dedicado a la felicidad nos puede venir muy bien para ayudarnos en esta época que atravesamos. Y, como ya digo, ideas para seguir haciendo buena tele como siempre.

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