«A Place Where My Mind Crumbles» por fin está aquí

Todo vuelve a cobrar sentido después de haber escuchado A Place Where My Mind Crumbles, el primer trabajo de la banda madrileña Featherweight, formada por Miguel Cervera, quien pone la voz al grupo, Jorge Blanco a la guitarra rítmica, Juan Ruiz a la solista, Adrián Sáenz a la batería y Carlos Sánchez al bajo.

Cinco miembros que llevan trabajando desde finales de enero en lo que para ellos –y para sus seguidores– es un sueño hecho realidad. Cierto es que nos apetece escuchar cada vez más y más canciones que reflejan historias con las que nos podamos sentir identificados, y Featherweight lo ha logrado en tan sólo cinco. Producido por Jorge Blanco, A Place Where My Mind Crumbles puede servir a muchos como lección de vida.

When I’m Gone abre el EP de los chicos. Una guitarra distorsionada da pie a tres minutos de canción con un riff omnipresente que pinta la imagen de la toxicidad en una relación que ha tenido que acabar, para cerrar con un puente que baja el ritmo de la canción y que se mantiene así hasta el final.

Promazine y Solitude se presentaron en su momento como los sencillos que darían paso al disco, y así acabó siendo. Promazine es una mezcla entre un poderoso ritmo de batería y un punteo de guitarra que puede recordar a la banda de pop punk británica, Neck Deep, a mediados de su –todavía larga– carrera musical con su Life’s Not Out To Get You de 2015.

Featherweight tenía claro lo que quería transmitir con cada canción, algo que se ve muy bien reflejado en las letras. Sin ir más lejos, Promazine habla de sentirse solo y de refugiarse en uno mismo cuando eso ocurre. Así lo canta Miguel: I felt alone in crowded places / Put the blame on all my friends and promazine. Solitude va de la mano de Promazine en cuanto a temática se refiere. Arranca más light, eso sí, pero el mensaje que transmite es claro y dirigido a alguien querido que no ha estado en los momentos clave de quien protagoniza la canción.

La indiferencia –literalmente– hecha canción, sin lugar a dudas, es Home Is Further From Me. Un vinyl/tape effect –en palabras del productor– arranca el que quizás sea el tema más “movido” del EP, dentro de un ambiente más emo y con una base instrumental capaz de crear pegadizos himnos de guitarras pop-punk ideales para ser coreados en vivo.  

Una importante declaración de intenciones, Nightmare: quinta y última canción del disco, quizá la más sincera y cuya letra es capaz de remover algo dentro de quien la escuche y hacer que uno eche de menos impulsos repentinos. El estribillo dice así: Tell me what you’re thinking, I need to know the fucking truth / Tears and memories are blowing me up / Tell me what you’re feeling, this is going to explode / Tell me that’s just a nightmare, but you don’t care at all. Sinceridad en estado puro.

Si aún no conocéis a Featherweight, tranquilos; tenéis todo el tiempo del mundo para poder sumergiros en su nuevo trabajo después de haber leído todo esto. Pero si en un año seguís sin saber quiénes son, es muy probable que os hayáis estado perdiendo algo.

A Place Where My Mind Crumbles es un primer disco –ojalá de muchos más– que demuestra el talento y las horas de trabajo de cada uno de los componentes de Featherweight, que han aportado su granito de arena para lograr que este EP suene así y haga que sea un disco capaz de abrir caminos. Un año de lleno ha bastado a los chicos para acabar haciendo un álbum que con el tiempo se hará referente en el mundo de bandas emergentes dentro de este estilo de música, y que muy posiblemente encienda el fuego en otros grupos para conseguir ampliar este círculo. Incluso puede llegar a hacer que el público, después de haberlo escuchado, cambie o expanda sus gustos o tendencias a la hora de escuchar música –como esta– que realmente merece la pena.

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