Se ha hecho mucho rogar, pero, por fin se ha estrenado. Un año y medio después de que aterrizara su primera temporada, el pasado 21 de junio Dark lanzó su segunda temporada y, si la primera era algo compleja de entender, lo que ocurre en esta es de otro mundo.
Dark ha demostrado con esta nueva tanda de episodios que se parece más de lo que debería a Stranger Things. Mientras que en la primera temporada se jugó con tres líneas temporales (1953, 1986 y 2019), en esta ocasión se centra en el año 2052, cuando Jonas Kahnwald descubre un futuro casi apocalíptico castigado por la oscuridad,
La premisa de esta nueva temporada es interesante. Sin embargo, su problema radica en que quiere jugar a hacerse la compleja y lo que consigue es crear un argumento muy difícil de seguir. En el tercer episodio, el espectador se encontrará totalmente perdido y será incapaz de entender lo que está ocurriendo.
Llega un momento en el que esta temporada de Dark deja de interesar. Sus constantes giros sin explicación alguna harán que más de un espectador dé la ficción por imposible y decida no perder más tiempo en ella. Además, los defectos de su primera temporada, que eran los códigos narrativos fríos y un tempo bastante lento, se multiplican, haciendo que, además de compleja y enrevesada, sea aburrida.