Cuando uno empieza a ver ‘La buena esposa’, casi desde el primer momento se puede imaginar que es lo que va a ocurrir. Por tanto, el misterio del filme no radica tanto en su historia, sino en la forma que tienen de llevarla a cabo sus dos protagonistas: Glenn Close y Jonathan Pryce, así como el personaje secundario de Max Irons, uno de los elementos más interesantes del largometraje.
‘La buena esposa’ tiene una esencia muy feminista y que recuerda demasiado a ‘Big Eyes’ de Tim Burton, pero su toque diferente radica en la brutal interpretación de Glenn Close y la complejidad de su personaje, de quien al principio no entiendes ciertos comportamientos, pero lo vas entendiendo a medida que la trama avanza y que confirman las sospechas que uno tenía desde el principio.
Aunque su guion sea bastante previsible, tiene muchas virtudes, y una de ellas es el personaje interpretado por Max Irons, ese hijo que quiere ser escritor como su padre y que se siente rechazado y ninguneado. Irons tiene una de las escenas más complejas del filme, su enfrentamiento con Pryce, al darse cuenta de que ha estado viviendo en la mentira más absoluta.
Al igual que en la vida misma, ‘La buena esposa’ profundiza en como una mentira al principio inocente se va volviendo cada vez más y más grande. Con diálogos y escenas demasiado teatrales, el filme merece la pena solo por ver lo bien que están sus actores y para estudiar como es el comportamiento humano, aunque su temática es demasiado reconocible.
Valoración: 3/5
Lo mejor: Una Glenn Close estupenda y el personaje de Max Irons
Lo peor: Es muy fácil predecir qué es lo que va a ocurrir