Por Elena Luque
Durante todo el filme de La número uno podemos observar como las mujeres, en especial nuestra protagonista, Emmanuelle Blachey (interpretada por Emmanuelle Devos); intentan por todos los medios posibles conseguir su objetivo: que Emmanuelle, con una formación y experiencia impecable, consiga ser la primera CEO en una empresa y así, demostrar que la mujer es perfectamente capaz de tener el mismo puesto que un hombre; pero lamentablemente, la moraleja final de la película es que las mujeres necesitan la ayuda de los hombres para conseguir sus fines.
Emmanuelle cuenta con la ayuda de un grupo de mujeres de las cuales recibimos atisbos de sororidad y hermandad, pero al fin y al cabo terminamos no sabiendo nada de ellas. Con elipsis que te hacen perderte en la historia, nos va mostrando diferentes escenas en la que nuestra protagonista recibe actitudes machistas de todo hombre que la rodea, desde su marido (con el cual no puede ni desahogarse) hasta sus jefes (que desvalorizan su trabajo y no la tienen en cuenta). Abriendo un sin fin de subtramas, transportándote de la vida de un personaje a otro, nos muestra los hilos que mueven las empresas desde lo interno, como se van tapando escándalos por el simple hecho de contar con influencia y el fin de una vida privada.
A pesar de todo, la película consigue identificación con la protagonista hasta el punto de sentir asco por cada personaje masculino que aparece en pantalla.
Valoración: 3/5