Una noche de 1816, un grupo de escritores se reunieron para crear historias de terror. Ahí nació, por ejemplo, el Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley. Germán Ramírez Lerate (Cádiz, 1998) parece proponerse en Juegos artificiales (Ediciones En Huida, 2023) también la escritura de doce relatos reunidos para turbar el ánimo del lector. Se trata de textos con ideas diferentes pero en torno a las obsesiones del ser humano, el existencialismo y la angustia, con humor pero también con amargura, con intriga e incluso fantasía. Algunos de ellos también abordan el proceso creativo, lo que acompaña al artista y la inseguridad o el miedo a equivocarse.
El primer relato está protagonizado por un escritor cuya novela se redacta sola, mientras que en otro vemos a un caballero medieval que desafía al rey de Francia porque este no quiere que aquel se case con su hija. También se pasean por estas páginas artistas musicales de éxito, uno de ellos relegado a profesor de matemáticas y otro que se debate con hallazgos del periodo de entreguerras. Algunas tramas de este volumen son delirantes y concentran a personajes que se ven abocados a juegos de su mente. También se habla sobre lo desconocido, aquella parte de nosotros mismos que permanece oculta o la actitud que mostramos ante el misterio, lo irreal y lo que no llegamos a comprender.
Juegos artificiales alterna los relatos narrados en primera y tercera persona de personajes que parecen llegar al éxito o haber satisfecho algún deseo o completado alguna etapa de su vida, aunque ni siquiera se imaginaron que podían conseguirlo. Por tanto, son personajes que se deslumbran ante lo que ocurre, lo extraordinario. El autor ajusta el ritmo según el tipo de relato, de manera que los localizados en la actualidad así lo parezcan y el del rey de Francia se asemeje a la narración de un cuento medieval por parte de un trovador.
Estos relatos demuestran que el amor es traicionero y ciega a los enamorados. Incluso encontramos personajes enajenados por las circunstancias, un relato de terror con la Santa Compaña o un estudio científico con sus respectivos epígrafes. Así, el autor genera curiosidad por lo absurdo y delirante de lo que se mezcla en estas páginas. Lo que destaco de este libro es la madurez admirable con que los relatos están escritos, tanto que el lector no percibe que los esté leyendo. El valor de ellos recae sobre la exposición que hace el autor del alma del ser humano ante diversos sucesos en que este se deshace de las máscaras y se refleja la naturaleza de su especie.