A principios de los 2000, la BBC creó un espectacular formato con ambiente de reality, que a día de hoy es el segundo más famoso del mundo. En España, solo lo vimos durante dos años…
El 2023 será recordado el año en el que habrán vuelto concursos clásicos como “Un, dos, tres…”, “Grand Prix”, o incluso “Allá tú”. El motivo, aparte de ganarse a la audiencia (obvio), es el que yo creo: volver a una época mejor que la de ahora, más feliz, con menos problemas y en la que la vida era más fácil. En cualquier caso, la idea es buena. Pero, en medio de toda esta lista, siempre falta un concurso que dejó su huella y que a día de hoy no pasaría desapercibido: ¿Recuerdas “El rival más débil”?
Corría el 2002 (buen año, por cierto), cuando La 1 estrenó este concurso. “La Primera”, como se llamaba en aquel entonces, era lo más, al contrario que ahora. En el anuncio de “El rival más débil” aparecía Nuria González (o, como yo la llamaba, “la Adela”, de la serie “Manos a la obra”), haciendo preguntas a varios concursantes en un plató oscuro, pero atractivo. La música del programa ya indicaba que aquello prometía.
Recuerdo que el concurso se empezó a emitir por las tardes de mayo. En esta época en la que ya hace calorcito, con la cabeza más puesta en el verano que en el cole, no pensabas en otra cosa mejor que sentarte y ver de qué iba esto mientras merendabas. “El rival más débil” era la versión en español del original “The Weakest Link”, de la BBC (de ahí, que el logo del programa sea una cadena, en alusión al eslabón, ‘link’, más débil).
“El rival más débil” es una mezcla entre un concurso de preguntas y un reality show, un formato que, desde el éxito de “Gran Hermano” en aquella época, no pararía de explotarse hasta hoy. Es considerado, además, el segundo concurso más popular del mundo, por detrás de “¿Quién quiere ser millonario?”. Lo que a mí me llamó bastante la atención era que en el plató no había público; tan solo estaban los concursantes y la presentadora en aquel tenebroso escenario que, a la vez, transmitía cierto rollo chill.
Aquí, nueve concursantes competían por llevarse un único premio de hasta 7.200 euros. Para ello, tenían que jugar ocho rondas en las que les tocaba acertar preguntas de cultura general. Al final de cada una, en las cuales podían reunir hasta 800 euros, uno a uno era eliminado. A la izquierda de la pantalla veíamos una cadena vertical con varias cantidades de dinero que iba subiendo cada vez que alguien acertaba una pregunta, hasta llegar a los 800 euros, a no ser que alguno fallase: entonces la cadena volvía a cero. Por eso, durante su turno, los concursantes podían pedir “banca” antes de que se le formulase su pregunta, para así asegurar el máximo dinero posible antes de que se acabase el tiempo.
Todos los concursos tienen su elemento que los hace únicos, desde “La ruleta de la suerte”, hasta “¡Allá tú!” o “¡Ahora caigo!” y, en muchos, casos, además, la persona que lo lleva le da mucho tirón, como ocurría aquí. Esto era por lo borde y antipática que se ponía la presentadora cuando repartía zascas a todos los concursantes en general y en concreto a algunos de ellos cuando después de cada ronda tocaba expulsar por votación al rival más débil, es decir, el concursante que peores resultados había cosechado. Tras marcharse, este aparecía brevemente en un primer plano dando sus opiniones, como en todo reality que se precie, claro. Hablamos de un programa anticuñados, ya que la presentadora ponía a más de uno en su sitio al reprocharles que ellos también habían cometido importantes errores…
El juego continuaba, con diez segundos menos de tiempo en cada ronda, hasta quedar sólo dos concursantes en la última. Tras acabar esta, se duplicaba la cantidad conseguida (el máximo eran 1.600 euros), se sumaba a la ya acumulada antes, y pasaban a los penaltis. Esta fase suponía el climax del concurso, donde ambos se enfrentaban a cinco preguntas y ganaba el que menos fallaba. Como si de un partido de fútbol se tratase, si acababan empatando, iban a muerte súbita, donde se jugaban el premio a una pregunta y quedaba eliminado quien la fallase. La despedida de la presentadora al final era lo mejor, con su guiño incluido: “Les esperamos en la próxima edición de ‘El rival más débil’. Adiós”.
¿Cuáles son algunas de las cosas más chulas de esto? La música, ya digo, que se supera. En cada ronda suena una relajante sintonía que se vuelve más intensa conforme pasan los minutos, hasta que el tiempo se agota. Por lo general, la música nos sumerge en un ambiente siniestro, pero que engancha, como ocurre también en las rondas de penaltis o en la de la muerte súbita, donde el ritmo, además, se acelera. Cabe destacar que la sintonía lenta de los penaltis supone un clímax perfecto para cualquier examen. También engancha ver cómo los concursantes intentan llegar a la cantidad de 800 euros mientras se pone a prueba sus conocimientos con unas preguntas bastante facilitas, por lo general. Y ni qué hablar de uno de los mayores atractivos del concurso: cuando la presentadora se dirige a algunos de los competidores.
Como decía al principio, el problema de rescatar concursos de antaño es que pueden acabar como “El precio justo” en 2021 (sólo duró dos meses). Algunos de estos programas pueden tener elementos anticuados que a día de hoy no cuajan, o simplemente el que no cuaja es el programa en sí. Pero “El rival más débil” es de lo más atemporal y no sufriría esto. Si acaso, quizás hubiera que reducir el número de concursantes, o subir la cifra de los premios. Pero, por lo demás, todo en orden. Y su éxito da fe de ello: el formato dio la vuelta al mundo, y recientemente se han renovado su logo y su escenario. Además, el presentador británico ahora es simpático con los concursantes, si bien está claro que todo lo que ocurría estaba guionizado. Pero no deja de ser divertido, a pesar de que ya estemos acostumbrados a ver programas de telerrealidad.
Y esta es una gran baza que permitiría a “El rival más débil” engancharnos siempre: ver a una carismática presentadora siendo borde con todo quisqui, ya sea con personas corrientes, con famosos, o incluso con niños, entre todo lo que se nos puede ocurrir. Para que te hagas la idea, puedes ver en Youtube la edición especial en la que concursaron drag queens, cuyas respuestas y reacciones de las nueve divas a lo “Date el bote” (y los zascas de la presentadora) te pueden alegrar el día. Yo, en mi caso, no paro de reírme al verlo.
En España, a Nuria González la sustituiría Karmele Aramburu, también actriz y además experta en teatro. Pero esta no tenía la fama de la predecesora, lo que hizo que la audiencia fuera bajando hasta que “El rival más débil” acabó en las sobremesas de La 2 antes de que lo quitasen del todo. Fue en la etapa de la presentadora vasca cuando yo me enganché al concurso, aunque algo me decía que aquel cambio de horario no era muy satisfactorio.
Al parecer, Atresmedia adquirió los derechos del concurso en la década pasada, aunque nunca se emitió. Por lo visto, pensaron en que lo presentara Ana Milán. La verdad que encajaría a la perfección. Otro rostro idóneo sería Risto Mejide, aunque suela ser una mujer la que lleve el concurso. Y, ¿qué tal lo haría Cristina Castaño? ¿O Úrsula Corberó, quien, con su mirada penetrante, podría intimidar a los rivales, en concreto, al peor jugador de la ronda? En cuanto a los concursantes, si bien más drags o niños son buena opción, ¿lo sería menos reunir a unos cuantos políticos, a ver el nivel que demostraría más de uno?
Otro argumento a favor de “El rival más débil” es que este reality al menos sí aporta algo al público, ya que va de acertar preguntas de cultura general, a la vez que disfrutaríamos del espectáculo de turno, depende ya en este punto del tipo de concursantes que fuesen. Ahí tenemos espacios como “La isla de las tentaciones”, realities que (incomprensiblemente) enganchan, sin ninguna utilidad, por lo que su emisión en abierto debería estar más que cuestionada.
En definitiva, uno piensa que “El rival más débil” se merece otra oportunidad. Y más después de tantísimo tiempo. Aquí en España solo se emitió durante dos años, mientras que en otros países duró más, o incluso se sigue emitiendo. Y da un poco de pena, en cuanto a lo que nos estamos perdiendo. Así que esperemos que no tarden mucho en darse cuenta y que rescaten de una vez este concurso que nunca vuelve…