Las cosas nunca salen bien

'Plan Z' es la primera novela de Emilia da Silva y hace un retrato de la generación actual, marcada por el existencialismo, la pérdida de sentido de la vida y la melancolía.
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Un puñado de boquerones fritos se reseca tras cinco días en una nevera y después de toda su vida encerrados en una piscifactoría. La protagonista de Plan Z (Aristas Martínez, 2023) abre el frigorífico y la presencia desoladora del pescado le devuelve su realidad. Ella también parece marchita y encerrada en un círculo vicioso del que no logra salir. Es una treintañera que vive con su abuela y está perdida en el mundo. Se abre Tinder, queda con chicos, pero no sabe bien qué quiere de los hombres, del mundo ni de ella misma, frustrándose una y otra vez.

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Esta es la primera novela de Emilia da Silva (Madrid, 1989) y hace un retrato de la generación actual, marcada por el existencialismo, la pérdida de sentido de la vida y la melancolía. Desde el inicio de la historia, la protagonista tiene un tono desganado. Es inexperta en el sexo, por eso se abre una aplicación de citas y va a locales, pero nunca acaba satisfecha. Además, mira a su alrededor y ve el modelo de éxito socialmente aceptado de su hermana: con pareja, casa y trabajo, todo ideal a priori. Por el contrario, ella desea huir a un lugar donde todo sea diferente a como lo conoce. Detesta el mundo actual, que define como neozombi y posromántico, y se queja de que en la sociedad actual todos digan, piensen y sepan que la vida debe aprovecharse y disfrutar al máximo pero nadie explique cómo conseguirlo.

Un día, algo cambia y, como ella dice, «las cosas que uno no espera siempre dejan una sensación extraña debajo de los pies». La protagonista cree que la vida es inesperada y muchas veces tenemos que improvisar, y se pregunta qué hace uno cuando las cosas salen bien por fin. Por momentos, experimenta la extraña sensación de ser feliz un rato cuando no ha podido serlo hasta entonces y al mismo tiempo padece la culpa por sentir que no está aprovechando la vida. Para colmo, un reloj antiguo que era de su abuelo hace un ruidoso tictac que parece provocar en ella la angustia por el paso del tiempo.

Para su hermana, la protagonista se ve como un hámster inofensivo que da vueltas a una rueda y cuya vida se reduce a eso. Nadie nunca podría enamorarse de un hámster al que se puede encerrar en una jaula y olvidar en una esquina, admite. Por lo tanto, nadie se enamorará de ella, porque tampoco puede convertirse en un animal diferente a ese. Además, afirma que el enamoramiento es una enfermedad, y dejar de estar enamorado también. Igual que un hámster, su cabeza da vueltas y más vueltas, porque reconoce que se le da bien eso de pensar y sobrepensar y tener la mente, según dice, como un plato de espaguetis enrollados por varios tenedores a la vez.

La narración de Plan Z construye a partir de situaciones anodinas y rutinarias la historia de desencanto de muchas vidas contemporáneas y el vacío que inunda el interior de una generación. El tono es de desamparo y resignación, pero no por ello está exento de humor. Como punto negativo, podría destacar la sobreabundancia de las palabras «sexo» y «follar» y similares en la historia. La protagonista no piensa en otra cosa y por momentos se hace cuesta arriba que toda la obra gire en torno a eso de forma tan sobrecargada, aunque ese sea el objetivo.

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