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El cine de terror está viviendo una edad de oro y en él aparecen tres nombres que son claves: Ari Aster (Hereditary, Midsommar), Jordan Peele (Déjame salir, Nosotros) y Robert Eggers (La bruja y la recién estrenada en España El faro, película cuyo análisis ocupará los próximos párrafos. Presentada en el último Festival de Cannes y rodada en blanco negro y con el formato 4:3, El faro cuenta la historia de dos fareros (Willem Dafoe y Robert Pattinson) que trabajan juntos en una misteriosa isla perdida de Nueva Inglaterra.
Con El faro, Eggers se confirma como maestro del terror y el suspense con unos Dafoe y Pattinson excelentes que se enfrentan en medio de una naturaleza desbocada. La relación de dominación que se establece entre los protagonistas va tomando forma hacia el terreno de la brutalidad. Sin embargo, en medios de estos momentos de tensión, los personajes experimentan impagables momentos de complicidad gracias al efecto de alcohol. Sus constantes cambios de ánimo permiten introducir al espectador en toda una experiencia rocambolesca e inquieta que no se puede imaginar cómo va a acabar. Dos interpretaciones que están llevadas al extremo y cuya ausencia en Los Oscar es más que injusta.
Altos y bajos van sucediendo en esta película de terror psicológico que supone un auténtico duelo actoral que sumerge al espectador en un caos perceptivo y paranoico donde los límites entre lo real, lo imaginario y lo alucinatorio se derrumba. Con grandes imágenes de impacto, el filme destaca por su carácter intimista y por unos actores que están totalmente entregados con grandes diálogos y proezas físicas.
La cinta no es, en absoluto, una pieza de terror al uso. En ningún momento recurre a clichés ni a sustos fáciles. Da verdaderamente miedo por la naturaleza en la que está concebida, por hablar sobre la locura y la soledad desde el terror más oscuros, con planos y diálogos que dan verdadero escalofrío.
En el apartado técnico de El faro destaca la hipnótica fotografía de Jarin Blaschke, que sabe qué elementos tiene que emplear para dotar a este relato de esa angustia tan clara. No obstante, Mark Korven no acierta tanto en la manera en la que emplea la música por el simple hecho de abusar de ella. Sus repetitivos y ensordecedores sonidos son su principal baza para provocar terror, y en algunos momentos del metraje llega a agotar por lo excesiva que es.
El faro se quedará marcada en la retina del espectador durante muchísimo tiempo y es que es un filme duro, que agota verlo pero del que se agradece su existencia. Un violento e impactante drama con momentos de verdaderos terror. A Eggers no le hace falta recurrir a fantasmas. Con la maldad y la locura de los seres humanos y le basta.
Valoración: 3,5/5
Lo mejor: El gran duelo actoral entre Pattinson y Dafoe
Lo peor: Que abuse de los sonidos ensordecedores como una de sus principales bazas para provocar terror