Adán Aliaga y Alex Lora son los directores de El Cuarto Reino un largometraje que retrata la cotidianidad de un centro de recolección y reciclaje de latas en el barrio de Brooklyn en Nueva York. A través de René, un trabajador ilegal procedente de México y, las relaciones que establece con sus semejantes se muestra de una manera poética y artística la mentira del Sueño Americano.
En el largometraje encontramos la falsa promesa del sueño americano. ¿Por qué os llamó la atención esta distopía?
Bueno, porque nosotros también pertenecemos un poco a inmigrantes que vivían allí en Nueva York y estábamos buscando también nuestro sueño americano saliendo de la España en crisis para buscar otros caminos y nos encontramos. Ya te digo, fue de casualidad encontrarnos con este universo distópico que nosotros hemos rebautizado como El Cuarto Reino.
¿Cómo te sientes tras relatar uno de los problemas más graves que sufre la sociedad moderna y que apenas ocupa visibilidad en los medios?
Nosotros hacemos un retrato distópico de un lugar y de una problemática, pero filtrado desde nuestro punto de vista. Estamos más cerca de la ciencia ficción casi que del problema real, lo que ocurre que ya no solo la inmigración es un problema muy grave, pero es que la iconografía que presentamos de que el plástico nos va a enterrar ya que generamos millones de toneladas y gracias a los planes se está haciendo un poco más sostenible pero es que si no se cambia el modelo, el paradigma de consumo nos va a comer. Ya se ven las balsas de plástico en océanos, las montañas de basura que salen en la película de días, no de años, es una locura absoluta.
En una entrevista hablaste sobre el cambio de vida que te supuso conocer a la gente del centro. ¿Qué te hizo decir esto?
Bueno es un poco lo que te digo. Tu vas ahí de europeo con tu visado de artista, allí estás trabajando y haciendo tus proyectos, pero de repente conoces a gente que lleva 20 años sin poder salir de EE.UU. trabajando y luchando y con una sonrisa, una bondad y una humanidad que, de algún modo, relativizas tus problemas y tus miserias y conectas directamente con su forma de ver el mundo y su sensibilidad. Es gente que normalmente ha salido de sus países de origen por guerras o por hambre o por buscar una vida mejor para su familia y se han quedado atrapados ahí en ese hueco del sistema. Algunos sí que logran volver, pero son minoría, claro.
¿Cuál crees que sería una clave para la solución a la problemática de la inmigración que busca conseguir sus sueños?
¡Hostia! Para eso ya hay políticos y países pensando en ello. Lo que está claro es que la solución no está en poner un muro, porque lo saltan igualmente ya que la frontera entre EE.UU y México es tan grande que por muchos muros que pongan lo saltan, entonces ese no es el problema. La solución es cambiar el paradigma de sociedad actual, eso está claro. ¿Y cómo? Pues con la educación y la formación. Lo que está claro es que la gente que no sale y que piensa que su país es el más grande y el mejor están totalmente equivocados, estamos en una sociedad que, joder, el ser humano es el motor de todo, entonces hay que valorar. Las fronteras para mí no existen, son más mentales que físicas y, en ese sentido, en la peli no tocamos ningún tema directamente analítico o documental, sino una visión más abstracta y más poética del asunto. Esta gente es lo que dice René: “Si la tierra hablara, diría que todos somos iguales”.
Ganásteis con el corto de este filme el Big Sky Film Festival y el Festival de Brooklyn. ¿Cómo os sentís tras obtener el galardón con un proyecto tan personal sobre un problema tan internacional?
Te das cuenta de que al final hablamos de seres humanos y de emociones, de lo que sientes, de sus sueños, de sus metas. de sus remordimientos, de sus creencias, de sus dificultades para luchar con las adicciones como en este caso el alcohol con René. Son temas universales que es lo que nos interesa trabajar con un individuo, con una persona y a partir de ahí, de ese micro universo, generar una idea de lo que les ocurre a los seres humanos. A partir de un caso concreto generar una visión más amplia.
¿Tuvisteis muchas dificultades a la hora de realizar el proyecto?
Bueno es un proyecto que ha ido creciendo poco a poco. Hicimos primero el corto para ver como funcionaba y tuvo muchos premios, fuimos nominados a los Goya y tal y, a partir de ahí, la peli pues ha ido poco a poco añadiendo el apoyo de la Comunidad Valenciana, de la International Documentary Association y otros organismos y hemos ido sumando apoyos con el resultado de que la película ha ido creciendo poco a poco. Pero evidentemente ha sido al principio una iniciativa personal que ha ido cogiendo forma con el tiempo.
¿Qué le dirías a alguien que no lo ha visto para que lo viera?
Los documentales siguen teniendo un poco de mala fama, pero hoy en día te permite este formato experimentar. Nuestro criterio es intentar conseguir el equilibrio entre la forma y el contenido, entonces es una película que no te va a dejar indiferente, puede parecer que es sobre gente con problemas, pero luego ves que son gente con una humanidad y una alegría por vivir y unos sueños que logran una conexión emocional con el espectador. De algún modo la película trata de emociones y de construir un universo que está entre la ciencia ficción, el surrealismo y el universo, inspirados en los universos que hay dentro de cada guetto, porque al final el Cuarto Reino podría estar en cualquier país sudamericano, en China, en España, pero está ahí en Brooklyn. Queríamos que fuera un universo que pudiera encontrarse en cualquier lugar.
Un libro, una película y una canción.
Una película diría la sueca Border. Una canción podría ser la banda sonora de la película Martha Marcy May Marlene y, el libro, pues el último que estoy leyendo que se llama La Cabaña.