‘LEBLANC’ atiende a ‘Nostromo Magazine’ para promocionar ‘Le Trip’, su primer trabajo. Lo que no se esperaban era la charla de reflexiones que iban a compartir a primera hora de la mañana (y sin desayunar).
Juan Morati y Gonzalo se conocieron en Bachillerato, en plena “sociedad de plástico”. Cuando Juan se cambió de colegio, conoció al mejor amigo de “Gonzi”, que por aquel entonces estudiaba en Irlanda. A la salida de uno de los conciertos que ofrecía de vez en cuando su hermano, se encontraron. El resto es historia.
Hoy se llaman ‘LEBLANC’. Son el puro yin y yang, dos energías opuestas que se necesitan y se complementan. La existencia de uno depende de la existencia del otro. Mientras Juan se quita las legañas, Gonzalo se sienta serio mientras preparamos el set de sonido. Más transparencia, imposible.
Entre ellos, pura armonía y mucha vibra.
Empecemos por vuestro momento actual. ¿Qué tal estáis? No se saca disco todos los días.
Gonzalo: Muy bien, la verdad. Motivados.
Juan: ¡Muy bien! Nos hemos presentado al mundo. ‘Le Trip’ es un popurrí de mucha música. Es casi más un recopilatorio. Nosotros no empezamos con covers, por ejemplo, sino directamente a crear música. Hemos recopilado todo. Hay un tema que se ha llevado gran parte de la audiencia, sí; pero me ha gustado ver como la gente que sabe de música ha mostrado una muy buena acogida por ‘Le Trip’. Es música diferente y tenemos en nuestra mano poder hacer de todo. Es nuestra carta de presentación y no queremos etiquetarnos.
¿Por qué ‘LE TRIP’?
J: Yo que sé. Probamos mil nombres hasta que encontramos ‘Le Trip’. Somos muy psicodélicos. Nos flipa viajar mentalmente. No somos alternativos, pero sí vamos muy contra lo que llaman “el sistema”.
Vivimos en el puro “trip”. Es una palabra que usamos para todo. Desde “ey, buenos días, menudo trip nos espera hoy” hasta “buah, cuanta gente hay en este autobús, menudo trip” (Risas). Casualmente, el disco, el disco habla de viajes. ‘Sociedad de plástico’ habla de muchas referencias exteriores y están ‘Viajero’ y ‘Viaje en Globo’.
G: Nuestro rollo. Leblanc, además de música, es la vibra que tiene.
J: Cada grupo tiene su paranoia artística y nosotros hemos venido a vivir la nuestra. No es que tengamos la vibra, es que lo somos.
En un mundo tan complicado como el musical, ¿‘Leblanc’ busca sacar rédito económico de todo esto?
J: Hasta cierto punto. Si el proyecto se puede llevar arriba, olé. Pero llegar arriba no quiere decir entregarse al sistema. Por ejemplo, C. Tangana es el claro ejemplo de hacer lo que haga falta para llegar arriba. Sin embargo, ‘Leblanc’ es hacer lo que nos da la gana. Tenemos esa filosofía trap, con todos los grupos al unísono, buscando llegar arriba pero juntos.
Beret, por ejemplo, es otro ejemplo de renuncia a lo que de verdad le llena musicalmente. Me creo su paranoia de que eso es lo que quiere, pero sé de sobra que no es realmente lo que siente. Si pudiera lanzar su música inicial por todo el mundo, lo haría. Nosotros vivimos para la música que nos hace sentir. Si llega o no dinero, de momento, es relativo.
Estamos todo el día pensando en música. Analizamos como visten, como hablan, la música que hacen los nuevos artistas, sus sonidos nuevos.
G: Aparte de todo esto, ambos tenemos nuestros proyectos y nuestros estudios. Sin embargo, sí es cierto que estamos muy centrados en ‘Leblanc’ y el disco. Estamos muy ilusionados.
Comentaba Odette, cantante de Penny Necklace, que se puede conocer a una persona a través de la música que escucha. ¿Qué música escucháis?
G: No podemos elegir una referencia concreta, claro. La música son momentos. Nos suelen preguntar “¿cuáles son vuestras influencias” y nunca sabemos qué responder, porque no hay una lista concreta.
J: Estoy de acuerdo con Odette. Pero nosotros venimos de todos los sitios. Eso se puede ver en el disco. Vivimos en una época en la que puedes escuchar cualquier cosa en cualquier momento. Desde country de 1910 hasta trap de 2019. También creo que la música son momentos. Cuando estoy triste, por ejemplo, me pongo música triste. Parece una tortura, pero me hace sentir más esa emoción. Siento que estoy más vivo así. Vivir es sentir, vaya.
Cada canción de ‘LE TRIP’ es un mundo. ¿Qué mensaje hay en conjunto?
J: Que todos tenemos un poco de energía dentro. Es una forma de animar a la gente a que saque esa energía y lucha para llevarla a donde quieran.
Me gustaría saber qué pensáis de la suerte como ingrediente necesario en la receta del éxito.
J: La suerte es un concepto súper amplio. Po ejemplo, sin ir más lejos, Gonzi tiene una suerte increíble. Juego que jugamos, juego que gana (risas). Yo ya no juego con él a nada. Sé que voy a perder. Va perdiendo de 20 y a los minutos me ha pasado por 40 puntos. Sea el juego que sea.
La suerte de la que hablas es la que les ha tocado vivir a los participantes de ‘OT’, por ejemplo. De la cantidad de gente que se presenta, les ha tocado a ellos. ¿Eso es suerte? ¿Azar? ¿Por qué esas personas y no otras que se habrán presentado con una voz mejor que la de los concursantes? ¿C. Tangana ha tenido suerte? ¿Y Cecilio G.? Son gente que leva currando muchísimo tiempo. Son artistas, saben de música. Si curras en el objetivo que quieres conseguir, labrarás tu camino, aunque tardes mucho.
En el documental ‘Searching for Sugar Man’, de Sixto Rodríguez, se ve como él llevaba una trayectoria maravillosa y Bob Dylan le tenía fichado. Sacó un disco que no triunfó nada. Alguien se llevó ese mismo disco de Detroit a Sudáfrica, donde lo reventó. A los 30 años, era una leyenda. Y él ni siquiera lo sabía. ¿Eso es suerte?
Estamos aquí por algo. Antes o después, si crees en lo que haces, llegas a la meta.
Supongo que una de las suertes que queréis tener es la económica…
G: El objetivo principal es llegar a la gente con nuestra música para que la pueda disfrutar. Es decir, generar rédito económico para seguir ofreciendo nuestro mensaje a la gente. Sólo queremos hacer música. Si da para eso, bienvenido. Cuanta más gente nos acompañe en el camino, más motivados estaremos, es cierto; pero realmente depende de nosotros el crear un contenido u otro.
Amén. Con respecto a lo que comentabas ahora de “acompañar en el camino”, ¿cómo veis lo que ocurre en redes sociales? Parece que sólo ofreces un contenido de calidad si tienes cientos de miles de seguidores. Es muy superficial.
J: Me alegra mucho que saques este tema. Hay gente que tiene demasiados seguidores para lo poco que vale. Comprar seguidores es facilísimo. Es muy triste valorar a una persona por los seguidores que tiene. Creo que, al final, estaría bien que, a través de las redes, se les diera una oportunidad al conjunto general de artistas. Que luego no te gusta, pues no le escuches más.
Basarse en los seguidores de alguien para juzgar si te va a gustar su música o no es tristísimo. ¿Y lo peor de todo sabes qué es? Que caemos todos en lo mismo. De las generaciones que venimos ahora depende el cambiar ese punto de vista por el de la igualdad de oportunidades a artistas, sean ‘manes’ o ‘womanas’ (risas).
De hecho, cada vez son menos las barreras que tiene el talento femenino para explotar…
J: A mí me encanta ‘La Zowi’. Una persona que dice “pussy” mil veces en la misma canción, consigue normalizar el término. Ese tipo de cosas son clave.
Empezar es complicado. Pero es guay saber que hay apoyos iniciales que siempre están ahí. Los colegas, la familia…
G: Hemos dado conciertos con cuatro colegas. Y ni tan mal. Sin el apoyo de nuestros colega no iríamos a ninguna parte. Eso es una verdad como un piano.
J: No nos podemos quejar. Hemos tenido todo el apoyo del mundo. A veces la familia no se da cuenta de que lo que de verdad quiero es ser músico. Ha habido un cambio de mentalidad brutal en el siglo XXI. Ha quedado demostrado que ahora se puede hacer dinero de lo que te gusta, explotando todas las oportunidades del mundo en el que te estés moviendo. Ya no es necesario seguir a la masa. Esto, explicárselo a una persona con una mentalidad diferente, es muy complicado. Lo puede entender, pero es más difícil que lo comparta. El otro día le daba el disco a mi madre y me dijo: “Estudia”. Y yo pensando: “No te vale ni con el disco, mamá” (risas).
Ahora bien, la familia es amor. Es pura protección. Lo entiendo perfectamente. Es un voto de confianza el que tienen que dar y hay padres y madres a los que les cuesta más darlo.
Empezar es complicado. Pero es guay saber que hay apoyos iniciales que siempre están ahí. Los colegas, la familia…
GONZALO: Hemos dado conciertos con cuatro colegas. Y ni tan mal. Sin el apoyo de nuestros colega no iríamos a ninguna parte. Eso es una verdad como un piano.
J: No nos podemos quejar. Hemos tenido todo el apoyo del mundo. A veces la familia no se da cuenta de que lo que de verdad quiero es ser músico. Ha habido un cambio de mentalidad brutal en el siglo XXI. Ha quedado demostrado que ahora se puede hacer dinero de lo que te gusta, explotando todas las oportunidades del mundo en el que te estés moviendo. Ya no es necesario seguir a la masa. Esto, explicárselo a una persona con una mentalidad diferente, es muy complicado. Lo puede entender, pero es más difícil que lo comparta. El otro día le daba el disco a mi madre y me dijo: “Estudia”. Y yo pensando: “No te vale ni con el disco, mamá” (risas).
Ahora bien, la familia es amor. Es pura protección. Lo entiendo perfectamente. Es un voto de confianza el que tienen que dar y hay padres y madres a los que les cuesta más darlo.
De todas maneras, algo tiene que tener ‘LEBLANC’ para que Subterfuge apueste por el proyecto. ¿Cuál es el «gen LEBLANC»?
G: Nosotros lanzamos primero ‘Hola Lú’ y, con el disco hecho, llamamos a la puerta de varias discográficas. Nos abrió la puerta Subterfuge. Trabajar con ellos es guay. Siempre están abiertos a nuevas ideas. No sé cual es el gen, pero, desde luego, si sé que lo que queremos es seguir trabajando en esto.
J: Pf, ni idea de cuál es nuestro gen. No creamos un mensaje para molarle al mundo. Si le mola, guay. Si no, igual de guay. Estamos aquí para sacar a la luz lo que creemos nosotros.
Dar un concierto es desnudarse ante las personas que te van a ver. Cuanta más gente os conozca, más gente os va a juzgar también.
J: Me encanta eso. Es el juego. Si miras a cualquier artista, te das cuenta de que somos todos humanos. Existen una serie de capas a través de las cuales es muy difícil pasar para llegar a descubrir quién es realmente esa persona. Me hace mucha gracia ver entrevistas de algunos artistas. Son gente normal. En las redes sociales dicen todo lo que quiero ser, pero luego en persona comentan lo que son realmente. Yo estoy muy abierto a que nos juzguen.
¿La fama da miedo?
G: Creo que nadie está preparado para la fama y todo lo que conlleva. La crítica constructiva siempre es bien recibida, por supuesto.
J: No es una cosa que me de miedo. Pero, continuando con el ejemplo de ‘OT’, me doy cuenta de que esa gente goza ahora de un momento “tranquilo” en el que saben que su base está ya asentada. Otra cosa es que funcionen en un futuro, pero asentados están. El precio que tiene entrar en la Academia y tener muchos seguidores que te juzguen es asequible. Encauzar económicamente el camino en el mundo real musical es muchísimo más complicado.
De todas maneras, algo tiene que tener ‘LEBLANC’ para que Subterfuge apueste por el proyecto. ¿Cuál es el «gen LEBLANC»?
G: Nosotros lanzamos primero ‘Hola Lú’ y, con el disco hecho, llamamos a la puerta de varias discográficas. Nos abrió la puerta Subterfuge. Trabajar con ellos es guay. Siempre están abiertos a nuevas ideas. No sé cual es el gen, pero, desde luego, si sé que lo que queremos es seguir trabajando en esto.
J: Pf, ni idea de cuál es nuestro gen. No creamos un mensaje para molarle al mundo. Si le mola, guay. Si no, igual de guay. Estamos aquí para sacar a la luz lo que creemos nosotros.
En España, y más en las ciudades grandes, falta mucha apuesta por la cultura. Tanto por parte de las instituciones, como del público. ¿Cómo veis esta situación?
J: España lo que necesita e que se levante el panorama musical. Hemos pasado de tener unos músicos que daban envidia en todo el mundo a tener unos músicos que se dan envidia entre ellos. Ahora, por fin, estamos volviendo a tener artistas de verdad, que se preocupan por el arte. Ha habido una etapa en la que sus cantantes no representaban a este país, o por lo menos no a la gente que entiende de música.
Se está dando, en presente, una ola de talento brutal. Por fin se han puesto de acuerdo todos los artistas para volver a crear arte, no canciones fáciles, para levantar esta situación.
¿Los medios deberían poner más de su parte? ¿Dónde os gustaría sonar?
G: Hay de todo. Yo en el coche escucho mucho ‘Radio 3’, por ejemplo.
J: ‘Rock FM’ mola mucho también, aunque me lo pongo únicamente de viaje. Yo quiero que LEBLANC suene donde sea, en el Mercadona o en un ascensor. Han sido dos años de conocernos a nosotros mismos. Ahora es cuando buscamos relanzar el grupo.
‘LEBLANC’ se ha formado en Madrid y eso es una suerte. ¿Cómo veis salir?
J: Me fliparía tocar y conocer Latinoamérica. Esa gente sí que siente. La luz de la que hablamos en nuestra música está muy presente en todo ese continente. Cada país es un mundo de culturas diferente y empaparse de ellas tiene que ser increíble.
G: La gente de Sudamérica es más consciente de lo que tiene. Lo valora más. Hace unos meses, nos escribió una chica de Colombia, creo, que se había escuchado nuestros temas y nos felicitaba por ello. Eso nos gustó muchísimo. Además, la segunda ciudad que más nos escucha es Murcia. Nos gustaría ir a tocar allí porque sabemos que se nos recibiría con los brazos abiertos.
J: Vaya, mi me acordaba de eso. ¡Grande esa chica! (risas).
Como si de un debate político se tratara: ¿Qué mensaje le daríais a quienes os estén leyendo?
J: Me encantaría pedirle a la gente que aproveche sus herramientas. Que escuchen música. Hay tantos temas en la historia de la música y, por desgracia, la gente se centra sólo en lo último que sale. Al final, todo lo que sale hoy es, entre otras cosas, resultado de lo que salió antes. Me gustaría pedir eso, aunque luego que cada persona haga lo que quiera, claro. Que se investigue bien la cultura. Gonzi, por ejemplo, es un genio de las bandas sonoras. Que se las escuchen.
G: Me gustaría que nos dieran una oportunidad. A nosotros y a la cantidad de artistas pequeños brutales que se quedan en el olvido.