Gi (Acantilado, 2024, con traducción al castellano de Isabel Soler) narra una historia real, la del asesinato en Oporto en 2006 de Gisberta Salce Júnior, Gi, una transexual brasileña, a manos de un grupo de adolescentes. Esta novela de Afonso Reis Cabral (Lisboa, 1990), ganadora del premio José Saramago en 2019, está narrada por Rafael, que en el momento de lo ocurrido tenía doce años y visitaba edificios abandonados de la ciudad. En uno de ellos descubre a Gi y la mantiene en secreto hasta que, por desgracia, decide compartir su descubrimiento.
Rafael y sus amigos viven en una institución religiosa, acogidos por riesgo de exclusión social o criminalidad, en Oporto, una ciudad caracterizada por el inmovilismo, donde predomina el cemento y donde el sol parece no salir mucho. En la institución, además de Rafael, viven sus amigos Samuel y Nélson, y también Fábio, un joven respetado por su agresividad. Un día, Rafael encuentra una bicicleta destartalada y decide repararla: ahora es su mayor tesoro. Sin embargo, alguien pone una nota en la bicicleta y Rafael sospecha que no es el único que conoce su bien más preciado. Así descubre a Gi, que vive en el sótano de un edificio, entre suciedad y desechos.
Gi es una mujer que aglutina en su persona a diferentes colectivos y minorías por las cuales se le discrimina, se le agredió y se la asesinó: es mujer, transexual, inmigrante, persona sin hogar y seropositiva. Cuando Rafael la conoce, es maleducado con ella, que se mostró vulnerable, tanto que tuvo que ayudarla a levantarse. Él pensaba que conocer a alguien nuevo hace que la vida brille. Sin embargo, ese día, se lavó el cuerpo más que nunca porque sintió mucho asco. Aun así, reconoce que nadie nunca había elogiado nada de él, y ella lo hizo.
Rafael solo posee la bicicleta y el secreto de la existencia de Gi, su relación con ella. Gi cuenta que fue artista, imitadora de Marilyn Monroe, pero ahora es una mujer esquelética, enferma, débil. Él sabe y acepta que Gi es transexual, pero sus amigos no. Su actitud para con Gi puede parecer solidaria y comprensiva, pero en realidad reconoce que la presenta a sus amigos para demostrar su superioridad al ser amigo de una persona transexual, y entonces se da cuenta de que ya es tarde para abandonarla. La amistad es un regalo y a la vez un peligro, dice Gi. Por eso Rafael siente «una falta de aire que tanto era tristeza como exceso de amistad y mucha falta de cariño».
Rafael asegura que la muerte de su padre fue una buena noticia porque así dejó de agredir a su madre y de robarles dinero. «La vida está entre lo que tenemos y lo que nos gustaría tener», dice un personaje, de ahí la insatisfacción, el descontento, de todos ellos. Viven en un mundo de abusadores y abusados, con cómplices de los primeros. «Que no tuviéramos historia hacía que todos fuéramos iguales, unos más que otros», dice el narrador. En esa institución no hablaban del pasado ni del futuro, sino que se dedicaban a sobrevivir en el presente. «El oro falso brillaba de tanto uso y de tanta esperanza», se dice en referencia a la pobreza en que vivían.
Gi es una novela sobre quienes no soportan la libertad de ser ni de amar diferente a la suya o a la marcada socialmente, sobre el mal, el comportamiento humano y la psicología de la maldad. El grupo que agrede a Gi lo hace por aceptación, por seguir la corriente de la masa, por el odio a lo diferente. La violencia y la insensibilidad hacen de este libro una historia cruda pero ingenua y algo tierna. La violencia como eje, como aquello que roba el arte, que oculta las cosas bonitas, que ensucia la vida y enardece a las personas.
Esta es una historia que me ha gustado, sobre todo porque está basada en hechos reales. Sin embargo, me ha desencantado la actitud errabunda del narrador, que primero se erige como salvador de Gi y luego, cuando intenta que se vaya de allí y ella no quiere, participa de los golpes como uno más, como si no tuviera emoción o empatía alguna hacia ella. «Eu e o meu mundo», reza un grafiti en el edificio donde malvive Gi, porque cualquier lugar parece correcto para refugiarse del mundo exterior y crear uno propio, a salvo.