«Buck», traducido del inglés, significa, entre otras cosas, «dólar» o «macho» de un animal. Ambos términos pueden aplicarse a la personalidad de Joe Buck, protagonista de Cowboy de medianoche (Bunker Books, 2023, con traducción al castellano de Ce Santiago). Este es un joven ingenuo e idealista que busca dinero de cualquier forma, sobre todo si es a partir de encuentros sexuales con hombres o mujeres. Buck se cría en Albuquerque con su abuela tras ser abandonado por su madre, pero durante su servicio militar esta fallece y a su vuelta decide marchar a Nueva York, ciudad de promesas y glamour, en busca de un futuro mejor. Sin embargo, se da cuenta de que es más difícil de lo que creía y no todo es lo que dicen, así que queda decepcionado, hasta que conoce a Ratso, un estafador callejero y tullido, y forman una amistad pintoresca.
Esta novela de James Leo Herlihy (1927-1993), dividida en tres partes y con prólogo de Kiko Amat a esta edición, fue llevada al cine en 1969 y se convirtió en la única clasificada como X por su contenido que ha sido galardonada en los Oscars, con tres nada menos. Es una obra de realismo crudo que muestra, a través de una narración omnisciente, el Estados Unidos del sueño americano y la decepción desesperanzada de sus personajes. El protagonista está descontento, algo que se advierte en la primera línea de la novela: «Con sus botas nuevas, Joe Buck medía metro ochenta y cinco y la vida era distinta». Durante su andadura por Nueva York, experimenta «la conciencia de su soledad». Tras mucho tiempo solo y con carencias emocionales, encuentra a Ratso, lo que le genera una responsabilidad hacia él, porque ve que alguien, al fin, pone los ojos en ese cowboy que anda buscando atención.
El protagonista recuerda a las personas que marcaron su infancia, que pasaron y dejaron huella pero, al final, desaparecieron, como su madre, un amante de su abuela y Jesucristo. El silencio comenzó a ser un peligro para él, y por eso prefería el ruido de la distracción. Sobre la soledad que siente, tiene un sueño en el que hay todo tipo de personas que pueden encontrarse en el mundo, pero no ve a nadie como él, y deduce que no tiene hueco en el mundo. Más tarde, en una fiesta, verá a gente avergonzada por su propia soledad. En Nueva York, se da cuenta de que, por mucho que huya y viaje, el mundo siempre será igual y su lugar no parece estar en ninguna parte. De hecho, un personaje le dice que en la Biblia, cuando se habla de los «bienaventurados», se menciona a muchos tipos de personas, excepto a aquellas que se encuentran solas como él.
«No era nadie, era una persona sin tiempo ni lugar ni valor para nadie en absoluto», se dice de Joe Buck en un momento de la novela. Aunque tiene toques de humor, si el lector rasca en la figura del protagonista, descubre una honda melancolía provocada por su soledad. Es una historia alejada de sentimentalismos pero que, aun así, expone de forma inevitable la fragilidad del ser humano y su búsqueda del lugar en el mundo y del sentido de la vida. En definitiva, una novela de lectura ágil que muestra la desnudez de los hombres, aunque se escondan tras disfraces de cowboy.