El hombre gratis (La Huerta Grande, 2024) demuestra que la ciencia ficción es cada vez más ciencia y menos ficción, como dice su autor, Mario Jaramillo, en la introducción. El hombre gratis es «aquel que servirá en su tiempo libre a los intereses ajenos» sin retribución, lo que se traduce en una «servidumbre a conciencia». Las nuevas tecnologías y los recortes de personal y el ahorro de las empresas han conseguido que las personas hagan funciones que antes realizaban por ellas. El trabajo recae sobre los ciudadanos para que cada uno, en su individualidad, se busque la vida, por ejemplo, peleándose con los cajeros automáticos o respondiendo encuestas de satisfacción. A través de todas estas acciones, las multinacionales se benefician no solo de nuestro tiempo, sino a veces también de nuestros datos.
En este ensayo, Jaramillo muestra cómo a lo largo de los siglos diferentes pensadores han entendido el trabajo como un acto asalariado y por tanto recompensado para el trabajador. Hegel pensaba que el trabajo proporciona sentimiento de justicia, rectitud y honor, como se dice aquí. En la entrada a los campos de concentración, podía encontrarse la famosa frase: «El trabajo os hará libres». En la actualidad, el ser humano se ha vuelto desconfiado y ya no cree en nada que sustente el sentido de la vida ni de sus acciones. No confía en la ley, ni en la justicia, ni en la religión, ni en la política. Para colmo, las empresas a través de las tecnologías, con el big data, las cookies y los algoritmos, extraen información de nosotros. Se la regalamos con nuestra sumisión y consentimiento.
La revolución tecnológica, con la llegada de internet, dio pie al comercio de masas, a los hombres consumidos y a la deshumanización. De forma paralela, aparece la mecanofilia y el sentimiento de que el ser humano es inferior a la máquina. Cuando un hombre es gratis, es porque es esclavo, trabaja sin recibir salario, y si es esclavo, no es un hombre libre. Entonces, cabe preguntarse si las máquinas nos liberan, como se pensaba en el siglo XX. Como dice el autor, se ha pasado del debate sobre si el ser humano es bueno o malo por naturaleza a si es dócil o no, ya que el trabajo gratis implica un sentimiento servil. Se habla de la comodidad, la rapidez o la facilidad, pero son disfraces del trabajo gratuito, ya que en realidad hay recortes de puestos de trabajo y por tanto de gastos y una burocracia infinita. «Serán más los trabajos que se pierdan que los que pueda crear la revolución digital», afirma Jaramillo.
El autor explica el concepto del libro con ejemplos sencillos. Así, cuando un usuario de internet busca información sobre una dolencia y lee las experiencias de otros internautas, estos han sido hombres gratis que han trabajado dando su diagnóstico para que otro pueda diagnosticarse. Por tanto, a la figura del médico, que debería haber sido la responsable de diagnosticar, ni está ni se le espera. Ante una reclamación, una queja o una consulta, las webs estatales y muchas no estatales marean al usuario, lo llevan a direcciones de correo que nunca responden, a llamadas que nadie coge o con suerte una máquina o a una web nada intuitiva. Todo ello destinado a cansar y a que abandonen, con gasto de tiempo del hombre gratis y ganancias para la empresa.
En este libro se dice que empresas como Facebook, Google o YouTube tienen más información sobre ciudadanos que cualquier estado totalitario. Nada es gratis, sobre todo en internet. La Wikipedia la hacen hombres gratis. YouTube también porque los usuarios suben contenido y la empresa incluye publicidad y se beneficia. Como también se dice, la revolución digital es la revolución de los deseos, y el algoritmo marca este camino en perjuicio del análisis. El dominio de las masas a partir de la eliminación del pensamiento crítico en internet.
El hombre gratis es un estudio breve y tan directo como incisivo sobre una realidad de la que se habla y debate poco y que sin embargo está presente en la rutina de los ciudadanos. El autor de El mar de Camus, también reseñado en Nostromo Magazine, demuestra aquí que, ante el materialismo, el utilitarismo y la superficialidad contemporáneas, se imponen las denostadas humanidades. La brevedad del ensayo, los ejemplos que se intercalan, el lenguaje que usa y la pertinencia del asunto, son los elementos que construyen esta obra interesante que ha conseguido atraer mi atención e invitarme a reflexionar sobre su tema central.