Su estilo no se parece ni de lejos al rock and roll, pero los shows de Lizzo transmiten una energía potente y contagiosa, sensaciones que casan a la perfección con el concepto del festival madrileño.
Melissa Viviane Jefferson, conida artísticamente como Lizzo, nació en la cula de la ‘Motown, Detroit. Influencida por múltiples géneros, la cantante siempre tuvo claro que quería dedicarse a la música, y las circunstancias de la vida le hicieron dejar sus estudios universitarios para apostarlo todo a su carrera musical.
La pequeña que dio sus pasos cantando en un coro de gospel, ahora trataba de hacerse hueco en la industria rapeando, una de sus grandes pasiones. Aunque sus temas comenzaban a sonar, no fue hasta 2019, con sonidos más cercanos al pop, cuando Lizzo rompe las listas Billboard con Juice y Truth Hurts.
Desde ahí, varios grandes galardones y una fanaticada cada vez más amplia. Pero es que Lizzo no es solo una estrella del pop, sino que se ha convertido en un icono del activismo. Su notoriedad en la escena pública se debe en gran medida al compromiso que ha adquirido con la inclusión de las personas, sea cual sea su condición.
En su caso, Lizzo representa a todos aquellos que no se corresponden con los cuerpos normativos, millones de personas que ven en la artista de Detroit un ejemplo de lucha contra el sistema y ruptura de las barreras propias de la industria musical, muy ligada a la cultura de la imagen.
La influencia de la cantante es tan grande que hasta tiene su propio reality show, ‘Lizzo’s Watch Out For The Big Grrrls’, en el que ella misma selecciona a las mujeres que le acompañarán en su gira, las mismas que formarán parte del espectáculo previsto el próximo jueves 6.
¿Se te ocurre mejor manera de abrir la lata de un festi, que con Lizzo dejándolo todo en la palestra? A mí, seguro que no.