Miguel Arenas: “La escritura de ‘Culpa de sangre’ fue mi salvavidas durante el confinamiento”

Hablamos con el escritor Miguel Arenas sobre 'Culpa de sangre', un reflejo de la sociedad golpeada por la pandemia.
Miguel Arenas
Miguel Arenas

El cuerpo humano es un océano de desconocimiento, y la naturaleza juega sus cartas con cada uno de nosotros. Moisés, el protagonista de Culpa de sangre (Editorial Quaestio, 2021), lleva una vida normal hasta que se convierte en objetivo de una farmacéutica por las extrañas propiedades que contiene el fluido de sus venas.

Situada entre 2020 y 2026, esta novela escrita por Miguel Arenas Martín (Madrid) y prologada por Diana Paola Muñoz Cadena es una obra que mezcla la ciencia-ficción y la novela romántica. Es un reflejo de la sociedad golpeada por la pandemia en la que el protagonista debe enfrentarse a aquellos que quieren traficar con su salud.

Entre sus páginas, el autor expone los deseos, obsesiones y frustraciones del ser humano, a la vez que muestra a un protagonista abrumado por los sucesos que acontecen en el mundo (la pandemia), entre las paredes de su casa y en su propia cabeza. Moisés es un hombre corriente, casado y con dos hijos, deportista y trabajador, que un día comienza a recibir llamadas extrañas. A estas llamadas se unen coches que le siguen y una mujer con la que siempre se encuentra cuando sale a correr.

Todo puede cambiar de la noche a la mañana, como ocurrió con el covid-19. Moisés lo comprueba en sus propias carnes cuando se ve envuelto en una trama de difícil escapatoria. Durante la narración, el personaje se desnuda para mostrarnos su arrepentimiento, así como sus deseos carnales y de amor y su temor a equivocarse. No entiende nada de lo que sucede a su alrededor, ni lo bueno ni lo malo. Solo es consciente de lo que ocurrió con la perspectiva del tiempo.

Moisés es un Ulises que desea volver a su Ítaca. Durante su batalla por defenderse a sí mismo y a su salud, solo disfruta de dos placeres: el amor y la lectura de la Odisea, de Homero (que es una analogía de su propia vida). La organización contra la que lucha es una metáfora de la experimentación médica y de aquellos grupos que comercian con personas o con su salud.

El ser humano es capaz de levantarse una y otra vez de los golpes que recibe en la vida. No sabemos qué capacidad de sufrimiento puede soportar, pero sin duda llega a cotas muy altas. El que no perdona no olvida, como le ocurre a Moisés, pero a veces hemos de dejar atrás un pasado que añoramos porque la vida no sigue en otra dirección que no sea hacia adelante.

Portada ‘Culpa de sangre’ / Miguel Arenas

En Nostromo Magazine hemos hablado con Miguel Arenas, y este ha sido el resultado:

Estuviste a principios de octubre en la Feria del Libro de Granada. ¿Qué tal fue la experiencia?

Muy buena. Soy bastante novato como escritor. Había estado en una feria del libro corta que hubo en Paracuellos, en Madrid. Y también en la de Madrid. La de Granada es la primera a la que he ido, como yo digo, con una mano delante y otra detrás, con todo el apoyo de la editorial y de Paco [Cardenete, el editor]. La experiencia me ha gustado por la gente que se para, te pregunta, algunos acaban comprando… Tenía miedo de que no se vendiera ninguna y se han vendido unas cuantas.

¿Cómo comenzó tu afición por la escritura?

Mi afición por la escritura comienza en el siglo pasado, muy lejos. Cuando era pequeño, en el colegio y en casa te animaban bastante a leer. Leí mucho de pequeño hasta que con catorce o quince años me empezó a gustar escribir, hacía redacciones y veía que no salían del todo mal para lo que es una redacción de colegio. Di el salto y empecé a hacer cosas. Con las hormonas aceleradas te sale más la lírica que la prosa. En aquella época, no sé por qué, me dio por leer bastante teatro. Me enamoró el humor irónico y la manera de decir las cosas de Jardiel Poncela y escribí una obra de teatro que llegué a presentar a algún concurso.

Era una escritura para liberar pasiones y sentimientos, y ahí se quedó. En ese momento leía mucho, sobre todo en la época de la mili. La lectura para mí fue una manera de evadirme y de mantenerme desconectado de aquella realidad que no me gustaba mucho. Luego, la vida te va llevando por otros derroteros: tienes una casa, hijos, muchas obligaciones… hasta que hace tres años me prejubilaron. Me he negado siempre a que la jubilación fuera un punto y aparte e intenté recuperar esta afición por escribir. Un amigo me dijo: «¿Por qué no escribes una novela?». Me lo tomé como un reto, me puse manos a la obra y logré que saliera en 2019. Y Culpa de sangre es la tercera publicada.

El covid-19 tiene una presencia importante en tu novela. ¿La escribiste durante el confinamiento?

Si la lectura en la mili para mí fue un salvavidas, la escritura de Culpa de sangre fue mi salvavidas durante el confinamiento. Había terminado de escribir la que es mi segunda novela, que salió al mercado en diciembre del año pasado, y decidí continuar escribiendo. Esta la empecé alrededor del 14 de marzo, cuando comenzaron a confinarnos. El núcleo duro de la novela está escrito en los cien días que estuvimos confinados. Luego, evidentemente, le das lecturas, relecturas, cambias cosas… pero el núcleo de la escritura, el «core», como hablamos en mi esfera tecnológica, sí es pandémica.

¿Cómo surgió la idea de que la historia girase a una propiedad extraña en la sangre de una persona?

Esos días fuimos invadidos por tanta desinformación que en algún momento se llegó a hablar de que las plaquetas de los enfermos que habían superado el virus podían ser beneficiosas para los enfermos más críticos. De ahí parte la idea. A mí me gusta coger una idea que sea medio verdad y que no sea del todo posible.

El protagonista de Culpa de sangre, Moisés, practica running. ¿Tú también? ¿Cuánto tiene de ti?

Soy un corredor de cosas un poco bestias como maratones. Como correr me gusta, es fácil incorporar ciertos rasgos del corredor en el personaje porque son rasgos míos. Los personajes se construyen evidentemente sobre el pasado que conozco de mi vida. No hago nunca un personaje que sea cien por cien igual que nadie. Pero la parte del corredor tiene bastante de mí, la pura actividad física, incluso su relación con su mujer, que también es deportista también, porque mi mujer es deportista, pero en la pura faceta física. Al final siempre dejas cosas de ti en los personajes.

A Moisés le ocurre algo (que no diré para no hacer spoiler) y se arrepiente de no haber hablado lo que quedaba pendiente y de no haber dicho más veces lo que sentía. ¿Hay que decirles a las personas que nos acompañan que las queremos cada día como si fuera el último?

Sí, es una reflexión. En mis tres novelas no hay una temática común, pero todas empiezan con personas aparentemente normales con una vida corriente y a las que les ocurre algo en un momento puntual que les descoloca. He vivido varias experiencias, sobre todo alrededor de muertes dramáticas y no esperadas. Si hay una enfermedad larga que te va avisando de que esa persona va a fallecer, es duro, pero la despedida tiene otras connotaciones. Te permite despedirte de esa persona y que esa persona se despida de ti. Pero cuando hablamos de un infarto al corazón, un accidente de tráfico o algo completamente inesperado, esa vida se ha cortado en un segundo y han quedado muchas cosas pendientes de decir.

Miguel Arenas / Fotografía enviada por Miguel Arenas

Cuando el lector se enfrenta a la novela puede pensar que Moisés tiene mala suerte porque le ocurren muchas cosas negativas en poco tiempo. Pero tenemos aún fresco el covid-19, que nos desmontó la vida a todos y no es tan extraño que ocurra.

Claro. Acabo de recordar que recién casado, en el piso en el que vivíamos, nuestro vecino de enfrente era cocinero. Le dio un infarto en el trabajo y murió. Cuando fuimos a darle el pésame a la mujer, lo primero que dijo fue: «Qué pena que no he podido decirle lo último que tenía que decirle». Me dio la impresión de que había quedado algo pendiente. A Moisés se le acumulan ciertos acontecimientos encadenados, pero también es la licencia del escritor porque a veces tienes que sobreactuar la novela para generar emoción en el lector.

El protagonista se llama Moisés como la escultura de Miguel Ángel. De hecho, él y su mujer se conocieron ante esa obra. ¿Tiene esa escultura un significado especial para ti?

No, es por la creatividad. Hay cosas que se me van ocurriendo sobre la marcha. La escultura como tal no. Mi mujer es licenciada en Historia del Arte y tiene una fijación por el David de Miguel Ángel. Ahí sí hay cierta conexión. El nombre del protagonista es por el Moisés de Egipto, y una cosa va llevando a la otra.

El protagonista vive en un infierno dantesco. ¿Qué significa la Divina Comedia de Dante para ti?

Es una de las que te obligaban a leer de pequeño. Es una novela que te deja recuerdos, aunque no sabes muy bien qué recuerdos son. Sabes que has leído ciertas cosas y te deja impactado. Es una novela densa. Te deja posos que en un momento determinado de tu vida, muchos años después, se te aparecen. Volví a bucear en la historia y en su camino: el Purgatorio, el Paraíso… y lo puse como hilo conductor de la propia historia de Moisés. Es un libro que me dejó esa huella.

Por último, Miguel Arenas nos recomienda varias obras que le han gustado como las Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes, y La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín. También recomienda a los escritores de la generación del 98 como Miguel de Unamuno. Reconoce que son lecturas «del pasado», que lee pocas novelas contemporáneas y que siente gran admiración por Federico García Lorca y Miguel Hernández en poesía y por Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura en teatro.

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