En tiempos de pesimismo y hastío social, amar la vida se hace más necesario que nunca. Sobre todo, si se vive con locura. Esta podría parecer la premisa inicial de un libro llamado La locura de amar la vida (Bunker Books, 2021, con traducción al español de Carla Armas González). Sin embargo, esta novela va mucho más allá.
Ha sido una sorpresa descubrir que Monica Drake (Lansing, Michigan, 1967) es amiga del escritor estadounidense Chuck Palahniuk, autor de novelas como El club de la lucha. De hecho, el personaje de Marla en dicha obra está inspirado en Drake. La editorial Bunker Books ha apostado de nuevo por una obra canalla. Como en otras ocasiones, ha lanzado junto al libro una playlist para que la vida, además de amarse, también se escuche con locura.
La nueva obra de Drake, prologada por el cantante Abraham Boba, es un compendio mordaz de historias relacionadas entre sí. Puede considerarse un libro de relatos o, como yo lo prefiero, una novela articulada. Todos los relatos (o capítulos, según se vea) del libro giran en torno a una familia y están protagonizados por Lu o Nessa, las dos hijas de dicha familia. Los relatos tienen sentido entre ellos, por eso podría considerarse también una novela.
Drake toca diferentes temas en cada uno de los capítulos: la huida, la búsqueda del hogar y el paso del tiempo, siempre con un toque de humor ácido y cierto matiz bizarro que impregna todas las publicaciones de esta editorial. Son relatos excéntricos e íntimos que ponen al lector ante un espejo para que se plantee quién es, cuánto se conoce a sí mismo y a quién llegamos a conocer realmente más allá de la piel que lo cubre.
Las miradas al pasado y lo que dejamos atrás y no vuelve a nosotros es recurrente en una historia donde los personajes tienen un concepto nebuloso del amor. «El amor es un demonio. Nos dominaría, nos mataría, pero primero nos mantendría a todos vivos», se dice en un momento en la novela. Las narraciones en primera persona aportan verosimilitud, y en el primer relato el narrador se dirige a un interlocutor que no vemos ni conocemos.
Los espacios se mantienen fijos en todos los relatos, excepto uno situado en México, pero el tiempo sí evoluciona desde el principio del libro (cuando las hijas de la familia son niñas) hasta el final (cuando son mayores y los padres han fallecido). Uno de los capítulos más sugerentes del volumen se llama El Arboreto. Este relato de terror, como casi toda obra de terror, guarda un trasfondo de trauma identitario de la protagonista, en ese caso, la madre de la familia. Sin embargo, el mejor relato del libro, en mi opinión, es el llamado El Primer Hombre Normal.
Los traumas y conflictos se repiten a lo largo de las páginas, donde el lector observa remordimiento y arrepentimiento acerca de errores en el matrimonio, en la convivencia, en la familia… que vuelven siempre, aunque sea en forma de una cena que una vez hiciste y se te quemó. La vida se encargará de hacerte ver el terrible fallo que cometiste.
La maternidad y la salud mental son dos temas igualmente importantes y a los que la autora parece dotar de cierta relación. La maternidad se convierte en algún capítulo en obsesión y en pasión, incluso, sobrenatural. Se advierte la fortaleza de la maternidad para salir adelante, cuando una madre quiere para sus hijos lo mejor que ella tuvo, aunque te des cuenta de que eso, ahora, es irrecuperable.
Precisamente, la desaparición o ausencia de los padres, pese a no ser un tema destacado, sí tiene cierta presencia que se percibe en las protagonistas cuando estas se crean un caparazón que a veces es imposible de seguir sosteniendo sobre la espalda. Drake también habla sobre el concepto de libertad. Esta no es tal si no puede entregarse, si su poseedor no puede soñar con sucumbir y regalarla, afirma uno de los personajes.
El futuro está en constante movimiento, la vida no se detiene y los errores y sus consecuencias siguen ahogando a los seres humanos. Sin embargo, todos los capítulos emanan ganas de vivir con locura, y no solo de sobrevivir o esperar a que esta pase de la mejor manera posible.
Los personajes de este libro son conscientes de su vulnerabilidad y de lo efímero de la vida, así que deciden brindar ante las desgracias y no actuar con dramatismo ante ellas. Drake trata los temas de su novela sin fruición y deja que sus relatos fluyan mientras analiza la conducta humana y hace ver al lector que la vida es para amarla, pase lo que pase: «¿Qué podías hacer con un mundo como ese? Estaba enamorada de cada minuto que estaba viva, incluso mientras me tambaleaba».
En Nostromo Magazine hemos hablado con Monica Drake sobre su novela, y este ha sido el resultado:
Hay quien considera tu libro como una novela; otros, como un libro de relatos. ¿Cómo lo concebiste tú?
Gracias por preguntar. Espero que el efecto general se aprecie tan amplio como una novela, con la compresión de un trabajo menos extenso. El libro se basa en historias que escribí durante años, un lugar y personas a las que seguía regresando. Tenía casi la mitad de las historias escritas cuando vi cómo encajaban, personajes moviéndose a través del tiempo, luchando con vidas vinculadas, y luego tomó la forma que tiene ahora, acercándose a una novela sin dejar de mantener el espacio entre las historias, entre momentos.
Me ha sorprendido saber que Chuck Palahniuk y tú sois amigos. ¿Cómo es vuestra relación? ¿Compartís impresiones sobre vuestros libros?
Chuck y yo nos conocimos cuando ambos estábamos empezando. Nos habíamos inscrito en un taller de escritores nocturno con el escritor Tom Spanbauer. Tom se había mudado a Portland desde Nueva York, donde había estado estudiando en la Universidad de Columbia. Tom hizo que toda la práctica de la escritura pareciera real y conectada con el mundo en general, para todos nosotros. Yo estaba escribiendo fragmentos, momentos, comedia oscura, sin aspiraciones reales más allá de entretenerme. Chuck fue la primera persona que pareció conectar con mis historias raras, chistes oscuros y rincones raros del mundo. Después de conocer a Chuck y escucharlo leer su trabajo, en el taller, si podía hacerle reír en voz alta, me sentía feliz. Al principio, un escritor tal vez solo necesite una buena conexión con una audiencia, otro escritor, para seguir adelante. Chuck fue mi audiencia. Espero haber sido, a su vez, una audiencia ideal para su trabajo, sus bromas, su visión.
Palahniuk se inspiró en ti para el personaje de Marla en El club de la lucha. ¿Hay algún personaje de esta novela que esté basado en personas que conoces?
Todos los personajes que creo se basan en personas que conozco, o incluso en versiones de mí misma, pero al mismo tiempo son todos también un acto de la imaginación, un conjuro. La ficción es un espacio para mezclar la realidad inspirada y las inquietudes creativas. Eso es parte de la alegría y la magia.
¿Cuántas maneras hay de vivir la vida con locura? ¿Una por cada personaje de tu novela?
La vida es tan hermosa, frágil y fugaz, y sabemos que termina con la muerte, siempre. La pregunta es, ¿cómo vivir bien la vida? Personalmente, no se trata de dinero o éxito, sino de momentos de pura conexión humana, una conexión con el mundo y con uno mismo. Se trata de intimidad y de conocerse. Esa es la belleza de la existencia. El resto de lo que soportamos es en gran parte la rutina del capitalismo y los movimientos en falso.
En todos los relatos, los personajes piensan en experiencias del pasado, o vuelven a lugares o sucesos donde ya han estado. ¿La vida del ser humano es circular? ¿Es un ciclo eterno?
Tom Spanbauer solía decir: “Solo puedes mostrar tu propia cara”. Creo que quiso decir que no importa sobre qué escribamos, en el papel somos nosotros mismos. Y sí, llevamos nuestro pasado y nuestro sentido de nosotros mismos, nuestro ser, con nosotros, a medida que avanzamos. Tengo amigos que he conocido de toda la vida y seguimos siendo quienes siempre hemos sido, incluso a medida que crecemos. No sé si algo es circular o eterno, pero sí creo que el carácter da forma al destino, y mostrar tu “yo” auténtico puede crear una estabilidad, una constante, a lo largo de los años, con suerte de la mejor manera, pero también con tropiezos.
La salud mental es un tema recurrente en los personajes de tu novela, pero quizás cobre fuerza en el personaje de la madre de Lu y Nessa. ¿Qué relación crees que hay entre salud mental y maternidad?
Esta es una pregunta tan compleja y explosiva. Están los aspectos internos y externos de la maternidad, de ser madre, tener una madre y la complejidad en las formas en que las madres portan arquetipos extremos, el bien y el mal, asfixia y negligencia, y luego la cuestión de cómo se siente al hacer esa transición, ser madre, seguir siendo humana, ser la persona que siempre has sido responsable de nuevas vidas, vidas de otras personas. No hay lugar para el error, y todo es un error. Es un terreno privilegiado para las crisis. Quienes hacen de madres, son madres, también tienen sus propias preguntas o demonios, están en una situación complicada, a menudo sin el apoyo adecuado. Ese dolor y esa lucha pueden resonar de generación en generación. Y, aparte de todo eso, el acto de traer un nuevo humano al planeta es simplemente surrealista.
Manejas a dos personajes muy diferentes, aunque son hermanas: una viaja constantemente y la otra permanece siempre en el mismo lugar. ¿Por qué ese contraste? ¿Ha sido difícil construirlas a ambas al mismo tiempo?
Cuando comencé a escribir estos personajes, estaban en cuentos cortos separados. Luego me di cuenta de que funcionaban juntos, los personajes tienen sus similitudes y diferencias. Escribí la mitad restante del libro dándome cuenta de cómo dos hermanas pueden experimentar la misma infancia, pero enfocar sus vidas independientes desde un ángulo distinto, fruto de esa experiencia. Para mí, su existencia juntas pero separadas es interesante y hermosa. No han mantenido un estrecho vínculo familiar, pero siguen juntas en sus andanzas, en su espíritu.
En tu novela hay multitud de personajes, y en todos se advierte la soledad. ¿O acaso, como dice uno de los personajes, “nos sentimos solos y no lo estamos”?
Es una pregunta filosófica preguntarse si alguna vez podemos conocer realmente la mente, el corazón de otra persona o incluso comprender completamente su visión del mundo, su uso del lenguaje. En el universo de nuestra mente, hacemos todo lo posible para conectarnos. En el mundo de nuestros cuerpos, podemos encontrarnos.
Uno de los personajes de la novela afirma que el Renacimiento no existe y que el ser humano tiene una única oportunidad. ¿Crees que el ser humano no puede renacer, ni siquiera a través del arte?
Siempre podemos seguir intentándolo, ¿verdad? Sé que espero estar en constante evolución, creciendo. Aunque a veces podemos vernos en nuestros antepasados y darnos cuenta de que estamos atados al pasado mientras buscamos el futuro. Conocí a una mujer, una amiga mía, que cambió su nombre de pila para soltar los lazos con sus padres. Cambió su apellido para alejarse más de su familia. Volvió a cambiar su nombre, tal vez dos veces, a medida que su sentido de sí misma evolucionaba, hasta dar con el nombre con el que se sentía más cómoda. Luego se enteró de que había elegido el mismo nombre arcaico que su bisabuela, una mujer a la que nunca había conocido, de la que nunca había oído hablar. ¡Accidentalmente se había puesto el nombre de su propia bisabuela! Esa es una historia real, pero siempre pareció funcionar a un nivel simbólico cuando la vi desarrollarse.
Por último, Drake nos cuenta que acaba de terminar The Only Good Indians, una “brutal” novela de Stephen Graham Jones, y el próximo libro que leerá es There Will Be No Miracles Here, de Casey Gerald. Nos recomienda también Leaving Is not the Hardest Thing, de Lauren Hough, y Will and Testament, una novela de Vigdis Hjorth que espera “con ansias”. Pero, sobre todo, Drake desea volver pronto a las librerías y salir de ellas cargada con buenas historias.