Este anime de culto creado por Hideaki Anno no ha dejado indiferente a nadie desde su estreno en 1995.
La premisa de Neon Genesis Evangelion es bastante simple: La acción nos sitúa en la post-apocalíptica Tokio-3 en el año 2015. Hacia esta ciudad se traslada Shinji Ikari, un adolescente de catorce años, tímido e inseguro; con la promesa de volver a reecontrase con su padre, el comandante Gendo Ikari en la base de operaciones de NERV. Pero una vez que llega al complejo militar, es engañado. Su llegada, en realidad, es para poder pilotar la unidad Evangelion 01, un gigante biomecánico que sólo puede ser manejado por adolescentes para poder eliminar a los ángeles, unos misteriosos seres que en el año 2000 provocaron el Segundo Impacto, eliminando así el cincuenta por ciento de la población.
Parece un simple anime de mecha (un subgénero de la ciencia ficción donde los robots son controlados y dirigidos por los seres humanos), pero no es así. Es mucho más compleja. En Neon Genesis Evangelion se habla sobre la depresión, los traumas, los errores no superados, las relaciones paterno-filiales, la muerte, el despertar sexual, la ciencia y la religión… temas sumamente vitales contados de forma onírica y muy simbólica. Te hace sentir atrapado en la angustia vital de sus personajes, y esto lo hace una experiencia única y muy difícil repetible, por ello estamos hablando de uno de los animes de referencia y que ha influido de forma posterior a otras obras del género. Por lo tanto, no es de extrañar que cuando Netflix España la estrenó de forma online el pasado 21 de junio (junto a la película The End of Evangelion y otra película recopilatoria de todos los capítulos del anime), fue una auténtica revolución en las redes sociales. Antiguos y nuevos fans estaban emocionados por su emisión.
Su director, Hideaki Anno, sufre de depresión crónica, y esto obviamente se refleja de forma perfecta en su obra. Las imágenes angustiosas y confusas se funden de forma perfecta con la banda sonora, realizada por el extraordinario Shiro Sagisu. Verla es una gran experiencia y te hace empatizar con todos los personajes. Porque, aunque sea la historia de Shinji Ikari, no deja de ser una historia coral. Una historia sobre lo que cuesta abrirse a los demás y conectar con el otro. De ser valiente cuando no puedes. De la soledad y de la muerte.
