Tantas veces se ha vaticinado el fin del mundo que pareciera que nunca va a llegar o que, por el contrario, cada segundo que pasa es el fin del mundo, al menos tal y como lo conocemos. 8 cuentos para el fin de un mundo (Aliar Ediciones, 2023) es un conjunto de relatos concentrados en un volumen brevísimo que no llega a las setenta páginas de texto. Estos cuentos están situados en la era actual, la de la información y globalización, y en un mundo donde todo se entremezcla y donde nos atormenta no saber de dónde venimos o adónde vamos y quiénes somos.
Este libro José Manuel Beiro, como otros del autor, no pretende servir de deleite al lector, sino incomodarle y ponerle frente a los ojos temas candentes y espinosos sobre los que deberá reflexionar. Sin embargo, el lector encuentra el atractivo y el misterio en estas páginas. Su narrativa se caracteriza por el existencialismo de sus personajes, la búsqueda del sentido de la vida, la tecnología, la soledad, la fragilidad del ser humano, la decadencia del planeta y la incomunicación dentro de la sociedad individualizada contemporánea. Son relatos que pueden leerse de forma independiente pero que guardan relación entre ellos, con personajes comunes y que enfatizan temas como la soledad y el encuentro con la muerte. Asimismo, que ensalzan el arte de contar historias y la jugosidad de las mentiras frente a la a veces insípida realidad.
No hay diálogos, todo es narración, y el narrador a veces es uno de los personajes y otras es omnisciente, pero siempre con pulso y precisión, como es común en la escritura de Beiro. Por otro lado, los protagonistas de estos relatos parecen personajes involuntarios de las historias que cuentan. Uno de ellos dice que la soledad es un vicio, una droga, y por tanto cuando está acompañado tiene síndrome de abstinencia. Otro rompe esa soledad con la compañía de una mascota, aunque la incapacidad de comunicación de la mascota no evita su soledad. De todos modos, entre los propios humanos de estos relatos no hay comunicación, igual que tampoco la hay muchas veces en lo que llamamos «vida real».
El primer relato trata sobre un padre que un día, cuando va al colegio a recoger a su hijo, no lo reconoce. Es una historia sobre la mala pasada que nos pueden jugar las apariencias y los sentidos al intuir algo que en realidad no es así. Por su parte, el protagonista del último escucha a las personas de su entorno hablar en un idioma que tampoco conoce. Por tanto, se trata de personajes, historias y hechos demenciales unidos por el hilo de un mundo, el nuestro, donde buscamos saber y comunicarnos sin éxito y que está abocado a un fin. Todas parecen historias de un mundo que no ha existido nunca y que solo pasó por la mente y la imaginación de los personajes. Relatos, en definitiva, que solo se conservan en la memoria de quienes los cuentan y que se van perdiendo en el olvido con el paso del tiempo. Estos, a su vez, son personajes estupefactos ante los sucesos que no terminan de comprender y que explican cómo es la vida contemporánea: incomprensible, carente de sentido, llena de cambios que rompen a cada segundo lo que creíamos saber.
