Cuando vemos violencia o nos cuentan malas noticias, apartamos la mirada, ponemos cara de terror, como si evitando verlo pudiéramos evitar también que ocurriera. Nos congratulamos por no ser como aquellos que cometen fechorías, sin pararnos a pensar qué nos separa de ellos si ambos pertenecemos a la raza humana y a la contemporaneidad. ¿Y si, en realidad, todos los humanos somos malos pero mantenemos un disfraz ante la sociedad? Inhumanos (Bunker Books, 2021, con traducción al castellano de Mercedes Pacheco) muestra la maldad humana y la ausencia de valores de la sociedad actual.
Esta obra de Philippe Claudel (Nancy, 1962) es un conjunto de veinticinco relatos, aunque también puede entenderse como una novela articulada (yo lo prefiero así) porque todos los capítulos parecen estar narrados por la misma persona. El autor de Sobre algunos enamorados de los libros ha vuelto con una obra mucho menos amable que esa. Sus relatos, o capítulos, son cortísimos, algunos de ellos de apenas dos páginas, pero impactan por su sordidez y la forma en que están escritos. En ellos, el lector no encuentra un atisbo de principios en sus personajes.
Inhumanos compila historias surrealistas, absurdas y bizarras y no solo habla de insolidaridad, sino de maldad y misantropía hacia el prójimo. Las frases telegráficas sin conectores son pequeños golpes narrativos que tumban al lector. En uno de los capítulos, el narrador compra humanos y los entierra vivos. Hace un símil con las personas cosificadas con las que se comercia y se hace y deshace sin tener en cuenta que tienen vida y sentimientos.
En otro, personas sinhogar mueren congeladas en la calle al lado de una galería de arte. Al día siguiente, el galerista se los encuentra y decide vender sus cadáveres de hielo como obras porque hay compradores interesados. El lector entonces no sabe si hay más horror en el galerista que decide venderlos o en el comprador que se interesa por ellos. Este horror intrínseco lo encontramos en todos los capítulos, siempre con una narración que hace parecer natural el horror.
También hay historias de canibalismo, de hipocresía y de personas que se entretienen lanzando a inmigrantes en patera al mar para ver cómo se ahogan. Todas las historias escabrosas de violencia son inconcebibles en nuestro mundo actual, pero a veces podemos no estar tan lejos de ellas. En Nostromo Magazine hemos hablado con Philippe Claudel, y este ha sido el resultado:
¿De dónde surgió la idea para este libro?
Del mundo en el que vivimos. Basta con ver nuestro comportamiento. No he inventado gran cosa, solo he exagerado un poco.
¿Concebiste Inhumanos como una novela articulada o como un libro de relatos?
Las historias tienen los mismos personajes y se enlazan entre ellas para formar una especie de novela sociológica que puede leerse en todos los sentidos. El lector es libre de elegir su camino. Creo que el escritor cuenta historias, pero también piensa en cómo contarlas. Tenemos que proponer nuevas formas. No podemos seguir escribiendo como hace cien años.
¿Por qué has apostado por frases tan cortas y directas para la narración?
El lenguaje es despojado, simple, sin efecto, casi robótico. Como el lenguaje básico que encontramos en los manuales o en las instrucciones. Cuando el lenguaje se utiliza de esta manera, puramente funcional, ha perdido su alma, como los personajes.
¿Escribir estas historias ha despertado algún sentimiento dentro de ti?
Las escribí entre la risa y el susto. Creo que esa es la forma en que deben leerse.
¿Buscas con este libro despertar algún sentimiento en el lector, transmitirle un mensaje o que sea solo entretenimiento?
Siempre intentamos impactar al lector. Para que vea el mundo de otra manera. Para obligarle a ver cosas que no habrían mirado si no fuera por nosotros. Si no tratas de hacer eso con tus escritos, entonces ¿qué sentido tiene escribir?
¿Cuánto tiene el presente de estos relatos inhumanos? ¿Cuánto tendrá el futuro?
Este libro es una novela de poca anticipación. Con esto quiero decir que las situaciones que describe pueden no estar del todo relacionadas con nuestro presente, pero son, en mi opinión, sobre el futuro muy muy cercano si no hacemos nada para cambiar el mundo.
¿Se dirige Occidente hacia una deriva inhumana e insolidaria?
¡Por supuesto! Está claro que los dos peligros a los que se enfrenta la humanidad son el egoísmo y la estupidez. Cuando se juntan ambos, se produce una bomba mucho más potente que cualquier bomba atómica.
Hay un capítulo en el que un hombre entierra vivo a otros tres y luego cena con su mujer y hablan de ello con naturalidad. ¿Es un peligro lo rápido que olvidamos el horror para pasar a otra cosa?
Ese capítulo trata de la memoria. La memoria de los hombres es un caso curioso. Muchos hombres prefieren olvidar porque vivir requiere un cierto olvido que te permite proyectarte en el futuro, pero un pueblo sin memoria se condena a revivir sus errores y tragedias. Otro caso consiste en obsesionarse con la memoria y hacer que todo el presente esté abarrotado de ella, saturado hasta la asfixia, y esto también conduce a una especie de muerte de la humanidad.
También hay, muy de actualidad, intentos de reescribir la memoria. Esto era clásico en los regímenes totalitarios (la antigua URSS, la China Popular), pero podemos ver que actualmente nuestras democracias están trabajando en ello bajo la influencia de ciertos grupos de pensamiento que están convencidos de que reescribir el pasado puede conducir a una mejora del presente. Por ejemplo, para las minorías que en su día fueron oprimidas, lo cual es absurdo.
Todo esto me lleva a decir que hay que estar muy atentos a la memoria, individual, social, histórica, y que el hombre no puede manipularla a su antojo, de lo contrario estará negando propia humanidad.
En la época actual, caracterizada por lo ‘políticamente correcto’, ¿crees que podrían denunciar o censurar tu libro?
Censurarlo, no creo. Pero sí es verdad que no puede gustar a todo el mundo, ¡y menos mal!
Por último, ¿podrías recomendarnos algunos libros que te hayan marcado a lo largo de tu vida, que te hayan gustado mucho o lo que estás leyendo en este momento?
La lista sería demasiado larga. Me limitaré a mencionar El proceso, de Kafka, porque lo he releído recientemente para un artículo que tenía que escribir. Este libro inacabado, cuya construcción no está realmente decidida por el autor, es formidable en su poder contemporáneo. Todo lo que ocurre en él es trágico, pero el tono es a menudo cómico. Es como si un condenado a muerte se echara a reír al ver la cara del verdugo. Hay una gran libertad en este texto, una oscuridad amable, unos personajes poco simpáticos con los que al final nos encariñamos. Es muy extraño y bastante original, incluso hoy en día.