Pues mira, no lo descartes. Este artículo viene por lo siguiente. Cada vez (y con motivo) son más los periódicos digitales en los que hay que pagar para poder ver sus contenidos. Infolibre nació con ese propósito: el de mantenerse con la aportación de sus lectores. Aunque aquí en España parecía lejano, diarios locales como Sur incorporaron también este requisito y ahora, desde hace poco, también lo hace El País, que es el más visitado en Internet.
El caso es que, a pesar de sus precios de suscripción asequibles, mucha gente preferirá seguir disfrutando de noticias gratuitas, cómo no. Y para ello puede que no haya nada mejor que regresar a nuestro ya un poco olvidado y obsoleto Teletexto, que ya nos dio hace 30 años la posibilidad de poder leer las noticias gratis sin tener que ir al kiosco a comprar el periódico o el Teleprograma.
No recuerdo cómo fue mi primera impresión cuando descubrí este servicio electrónico, pero lo que no olvido es que usarlo me parecía la leche. Para mí el Teletexto es, sin duda, el abuelo de Internet. El motivo de su creación fue para mejorar el acceso de las personas sordas a los contenidos televisivos, gracias a que se pueden añadir subtítulos. Pero aquello permitió hacer unas cuantas cosas más.
En España, el Teletexto llegó en 1988, de la mano de TVE (era el único canal que había), y se llamó “Telecinco”. Y luego, con la llegada de las privadas y las autonómicas, resultaba divertido ver cómo cada cadena ofrecía una página diferente, por lo que la tele parecía la propia World Wide Web. El mando del televisor te llevaba a otra dimensión y eso no era cosa menor. Más de 30 años después, su diseño, tan tosco y primitivo, permanece intacto, y eso lo ha vuelto obsoleto hasta tal punto que está provocando que algunos canales piensen darle el pasaporte no muy tarde (como es el caso de la BBC).
Mi experiencia con este servicio, ya digo, era fantástica. Me quitaba el aburrimiento en aquellos ratos en los que había anuncios, por ejemplo, aunque era un tedio esperar a que llegase por fin el dichoso número, o a que quitasen de una vez el anuncio del reloj cuando queríamos ver la hora. En realidad, esto da para escribir muchísimas historias, como las que algunos nostálgicos han llegado a publicar en algunos medios. Algunas de sus ventajas, como ellos dicen, son que los jóvenes de aquellos años leían al menos, a diferencia de hoy, que pasamos mucho rato mirando fotos en las redes sociales. En el famoso “¿Dónde estabas entonces?”, en el programa dedicado a 1988, algunos testimonios que impulsaron este servicio explicaron que el Teletexto era el “Rincón del Vago” de aquella época, ya que los niños consultaban la información que aparecía para hacer los deberes y todo. Lo dicho. Fue el Internet de nuestra infancia.
También era divertido ver aquellas portadas que hacían sobre temas determinados, con esos dibujitos tan mal hechos, y la gran cantidad de información que se desplegaba en diferentes páginas. Yo estaba tan enganchado que incluso cuando iba a casa de otra gente, le preguntaba si podía usar el Teletexto, para echar el rato. A propósito. ¿Te acuerdas de cuando Carrefour sacó aquella promoción del “Código Mágico”? Esto eran unos cromos que contenían un premio, que estaba escrito en un círculo codificado. Si lo arrimabas a la pantalla de tu televisor, en una zona roja que aparecía en los anuncios o en el Teletexto, podías comprobar si habías tenido o no suerte…
Después de aquella época de poderío, como ya digo, parece que este servicio tan clásico tenga los días contados. De todos modos, considero que el Teletexto no se debe eliminar. Porque no olvidemos para lo que se creó este servicio, es decir, para lo que mencioné antes: para las personas con problemas de audición, que gracias a esto pueden disfrutar de los contenidos. Pero no solo por ellos, sino también para ofrecer un servicio mínimo a aquellas personas que no pueden acceder a Internet. Y esto se puede deber a motivos económicos, a la brecha digital, o por la situación geográfica, que les puede impedir disfrutar de dicha conexión. De hecho, hace unas semanas, el Teletexto de Antena 3 ofreció gratuitamente que se felicitara por su cumpleaños a quien la gente quisiera, en medio de esta pandemia.
Así que, viendo que en España ya se está consolidando el modelo de la prensa online de pago como en Estados Unidos, reencontrarnos con nuestro pasado puede ser una buena idea cuando queramos conocer algunas noticias un poco más a fondo. De momento, ahí sigue disponible, como lo están todavía las cabinas de teléfono en la calle.