Si juntas The End of the F***ing World y Skins te encontrarás con Sex Education, la primera apuesta original de Netflix del 2019 con la que la plataforma pretende eliminar tabúes y donde Gillian Anderson y Asa Butterfield interpretan a los personajes principales. Sin embargo, esta nueva ficción no está a la altura de las dos anteriores, quizá porque intenta beber de multitud de referentes en una serie que debería de ser más innovadora.
En Sex Education, el sexo aparece hasta en las partes más mínimas de la vida de los personajes. Picante, divertida y trágica, la ficción británica de Netflix busca dejar atrás el tabú de las relaciones sexuales tratándolo con mucha frecuencia, en un punto tan alto que desde luego resultará muy incómodo para el espectador más puritano.
Las intenciones de la serie son buenas: tratar el sexo con naturalidad y que deje de ser un tema vergonzoso. Sin embargo, esto acaba jugando en su contra, ya que resulta demasiado explícita e incómoda en muchos momentos, hasta el punto de acabar apagando el ordenador al sentir vergüenza ajena por algunas de las cosas que ocurren en la pantalla.
Sex Education tiene una doble cara que no le sienta nada bien y que puede hacer que no logre el éxito que se esperaba de ella. Por un lado, deja una enseñanza a los jóvenes acerca de la educación pero, por el otro, de lo único que se habla es de las relaciones sexuales hasta un punto que resulta muy poco atractivo.