La vida de Jack Cunningham (Ben Affleck) es deprimente. Leyenda viviente del equipo de baloncesto del instituto Bishop Hayes, para él cualquier tiempo pasado fue mejor. Eso, unido a la falta de cualquier incentivo que dé sentido a su existencia, hace que se refugie en el alcohol. Hasta que un día recibe una llamada que puede cambiar todo: el instituto que tan buenos recuerdos le dio quiere que sea el nuevo entrenador de su equipo de basket.
The way back retrata en tres actos magistralmente estructurados lo áspera, dura y difícil que puede llegar a ser la vida de una persona. Incluso en el primero de ellos, el cual debería ser el más “alegre” por centrarse en la recuperación de Cunningham gracias al baloncesto, la revelación del episodio más traumático de su pasado da a la película un tono más lúgubre y gris de lo esperado: Jack nunca será capaz de superar la muerte de su hijo.
Los siguientes dos actos, por su parte, se encargan de continuar con la tendencia iniciada hacia el final del primero. La tristeza se instaura y, a través de la impecable y cruda actuación de Ben Affleck, se hace dueña de la trama. Luego de otro revés personal, el protagonista vuelve a sucumbir a su adicción y es obligado a dejar el puesto de entrenador. Esto le hace tomar cartas en el asunto: Cunningham acude a terapia y consigue revertir la situación, aprendiendo así a convivir con la muerte de su hijo y dejando de lado su alcoholismo.
En cuanto al final, considero que el hecho de dejarlo relativamente abierto es lo que eleva a esta cinta a otro nivel. Con Jack ya recuperado, lo previsible sería verle aparecer en el partido final de los Bishop Hayes para que, con una victoria de por medio, el desenlace fuera redondo. Sin embargo, descarta esa posibilidad y se centra en sí mismo. Eso sí, lo hace apoyándose de nuevo en el baloncesto. La última escena muestra a un Cunningham que, tras varios años sin hacerlo, vuelve a tirar a canasta; lo hace completamente solo en una cancha, sin más estímulo que el de empezar de cero sabiendo por fin cómo llevar su vida.
Creo que The way back es una muy buena película. Aborda asuntos como la muerte, las relaciones paterno-filiales o las adicciones desde una perspectiva tan humana que hace que el visionado sea intenso y, a la vez, interesante y fácil de digerir. Gran parte de culpa de esto la tiene la excelente banda sonora, que genera una atmósfera ideal para poner al espectador al borde de su asiento.
Por otro lado, las actuaciones de varios de los actores y actrices secundarios no dan la talla y solo se acercan al nivel de un Ben Affleck excelso. Además, algunos de los planos, llenos de zoom ins para intentar contagiar a la audiencia de la tensión del momento, no consiguen su objetivo y simplemente despistan.
En definitiva, este largometraje de Gavin O’Connor tiene muchos más puntos positivos que negativos. De hecho, los positivos son tan buenos que hacen que sus contrarios apenas se noten. The way back es, sin duda alguna, uno de los dramas del año 2020. Y, aunque creo que no supera a Coach Carter –todo un clásico de su género- no tiene nada que envidiarle. Si tuviera que calificarla, le daría cuatro estrellas sobre cinco. Sobresaliente.