Bond a Bond: Timothy Dalton, el 007 de Fleming y el prototipo de Daniel Craig

Escrito por Rubén Pareja Ramírez

Timothy Dalton sucedió a Roger Moore en el papel de James Bond a finales de los ochenta con «007: Alta tensión» (1987) y «Licencia para matar» (1989). Su interpretación se considera la más fiel al Bond de los libros de Ian Fleming y también, debido a su frialdad, la más parecida a la del actual Bond de Daniel Craig.

La transición de Moore a Dalton sí se nota, ya que con él no hay chascarrillos ni ese humor al que estábamos acostumbrados. Es un cambio brusco. Pero, aún así, Timothy Dalton es mi tercer Bond favorito. Esto se debe al ritmo y a la acción que aporta en ambas películas, que es brutal. Además, Dalton ya pudo haber interpretado al espía británico desde 1969 con «Al servicio de Su Majestad», algo que rechazó por no verse al nivel.

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Foto: sensacine.com

«007: Alta tensión» (The Living Daylights) está basada en «El gran susto», uno de los cuentos del libro «Octopussy and The Living Daylights». El título original se podría traducir «El gran susto», pero, como «The Living Daylights» es una expresión que denota una situación de peligro, acabaron traduciéndolo de la otra forma.

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Foto: cinefilesreviews.com.

En esta aventura, James Bond se enamora de Kara Milovy, una espía de la KGB que se dispone a asesinar al general Georgi Koskov, que ha decidido desertar. Bond, cuando ha de proteger a Koskov, roza, al disparar su rifle, la muñeca de Kara, en lugar de matarla y después ayuda a Koskov a huir a Austria desde la antigua Checoeslovaquia en una cápsula diseñada para transportar a una persona dentro de un gasoducto.

Ya en Inglaterra, Bond se reúne en una mansión en medio del campo con M, los demás superiores y Koskov. Éste revela que el General Pushkin está ordenando asesinar a varios agentes a los cuales, una vez muertos, se les coloca una etiqueta en la que reza el lema «Smert Spionom» (Muerte a los espías). Tras marcharse éstos, un enviado de la KGB llamado Necros «secuestra» a Koskov y se lo lleva a Moscú.

M envía a Bond a asesinar a Pushkin, no sin antes reprimirle que no haya matado a la espía rusa, como se le ordenó. Pronto descubrirá que lo que Koskov les había contado no era más que una farsa para despistar al MI6. En «007: Alta tensión», a Bond le espera una larga travesía en busca de Koskov y de Pushkin. Primero irá a Austria, donde conocerá a la joven Milovy, de quien se enamorará y luego ambos partirán hacia Tánger, donde, además, Bond se encontrará con un viejo amigo…

Este debut de Dalton es genial. En primer lugar, por la banda sonora, «The Living Daylights», interpretada por el grupo A-ha. Y luego, por los inventos que tienen lugar. El mejor es el Aston Martin, equipado con misiles, esquíes y autodestrucción, pero Bond también contará con un llavero que abren la mayoría de las puertas del mundo y que desprenden un destello cegador al emitir un silbido. Por no hablar de las botellas de leche explosivas de Necros.

Chicas guapas, una atmósfera ochentera y una buena trama caracterizan a esta película, en la que sus directores aseguran que «Bond tiene veneno en los ojos» al pedir explicaciones a Pushkin por los agentes asesinados. Una pasada de película, sin lugar a dudas.

Si «007: Alta tensión» deja buen sabor de boca, «Licencia para matar» no hace menos tampoco. Esta película, al parecer basada en un episodio del libro «Solo para tus ojos» y en parte del libro «Vive y deja morir», se centra en el narcotráfico, pero también en la vida personal de James Bond. El agente 007 está deseoso de venganza tras conocer que el mafioso Franz Sánchez y su banda han herido gravemente a su compañero y amigo de la CIA, Félix Leiter, y que también han asesinado a la mujer de éste, con la que se acababa de casar. Esto se debe a que Leiter, junto con Bond, habían detenido a la banda instantes antes de que se celebrara la boda.

El título de la película se centra en eso mismo. M amenaza a Bond con retirarle su licencia para matar, la licencia 00, si no obedece sus órdenes de que se aparte del caso. Pero Bond no puede evitar querer vengar lo sucedido, por lo que huye y emprende la caza del mafioso. «License to kill» es una película OCHENTERA, en mayúsculas y en negrita. Y eso le da un atractivo increíble.

Veremos a Timothy Dalton despertar en una mansión situada en un jardín paradisiaco, con muchachas realmente preciosas y con un Q que le proporcionará unos inventos tan asombrosos como desternillantes. Con una trama que perfectamente puede encajar hoy en día, con una genial banda sonora, interpretada por Gladys Knight y con unas persecuciones de lo más espeluznantes, tanto en tierra como en mar y en aire, «Licencia para matar» es una película digna de ver del Ciclo Bond y muy bien conseguida, además.

Este buen sabor de boca que nos deja Dalton con sus dos apariciones se queda insuficiente. Pero es lo que hubo. En los noventa, la Metro entró en crisis y no se pudieron producir más películas del agente 007 hasta 1995. Entonces, por esas fechas, Timothy, a quien aún le quedaba hacer, por lo menos, una película más por contrato, rechazó seguir interpretando a Bond, al no verse ya inspirado. Por eso hubo que buscar otro candidato pronto. Y ese candidato fue Brosnan, Pierce Brosnan.

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