Todo es mentira

En 'Tierra', Eloy Moreno aborda la realidad de la televisión, las modas, las tecnologías y la superficialidad de la sociedad actual.
Eloy Moreno / Diario Club Periódico

«The selfish, they’re all standing in line», dice la letra de una canción de Pearl Jam que recoge Eloy Moreno (Castellón, 1976) en su nueva novela. Tierra (Ediciones B, 2020) consta de playlist propia, porque es una obra atada a la modernidad hasta en los pequeños detalles.

Esta historia llena de egoístas se presenta sin texto en la contraportada para que el lector se adentre en un mundo desconocido y se sorprenda con cada página. Moreno escribe novelas de las que se dice poco para crear expectación. Ya lo hizo con El regalo o Invisible. Sus historias siempre tienen mucho misterio y no se entienden hasta el final. El autor construye aquí una trama oculta, la hila de manera que haya coherencia y ningún vacío temporal hasta dar a luz una novela esencialmente crítica.

Portada ‘Tierra’ / Me Gusta Leer

Constantemente nos preguntamos si a veces es preferible la mentira a la verdad. En Tierra, Moreno aborda la realidad de la televisión, las modas, las tecnologías y la superficialidad de la sociedad actual. El mensaje de denuncia recoge también a las redes sociales y al individualismo, todo ello rodeado por una escritura atractiva y embaucadora que hechiza al lector y mantiene la tensión en todo momento sin desvelar un ápice.

La narración se alterna entre la primera y la tercera persona mientras vemos a la protagonista, Nel, una periodista que desafía al poder y desenmascara la industria televisiva y lo que esta pinta como real en sus programas de máxima audiencia. Los capítulos, de un par de páginas en su mayoría, aligeran el desarrollo de una historia que se plantea difícil para la protagonista, que debe enfrentarse a su pasado y a su familia en el camino hacia la verdad, que es lo que debe perseguir todo periodista y, en cierto modo, cualquier ser humano que se precie.

Ante esta historia el lector se pregunta por qué hay gente que querría aislarse. Qué pasa en sus vidas o qué verán en su futuro o en el futuro de la sociedad para optar por perderse para siempre. Moreno también plantea una pregunta fundamental: ¿qué hacer con la verdad cuando está en nuestras manos en un mundo que se muere y donde cada vez hay más agua y menos hielo? La crítica al ser humano por causar el cambio climático se une a la denuncia contra el materialismo, la espectacularización, la falsedad y la manipulación de ciertos programas de televisión, la tergiversación de la realidad que tiene lugar en las redes sociales o las multitudes que caen embobadas ante la «caja tonta».

Como todas las novelas de Moreno, Tierra guarda secretos, pero también moralejas. Aunque hay algún cliché y situaciones previsibles, el final es demoledor y muy emotivo. La novela encierra un cruento viaje de búsqueda de la verdad sobre sí mismos y sobre otros, además de un viaje interior que nos puede llevar a parajes terroríficos que nosotros mismos desconocemos. Tampoco faltan en estas páginas temas como el feminismo, la violación o la pérdida de la dignidad —o de la inocencia— a cambio de dinero. Las analepsis son comunes, ya que nos redirigen al suceso que cambió todo en la historia.

Con tintes futuristas y de ciencia-ficción, Tierra plantea problemas y preguntas muy convenientes. La historia transcurre, pese a ser extensa, de manera amena y ágil. El narrador, a veces omnisciente, se mueve en espacios muy alejados entre sí, dibujando un mundo donde los avances tecnológicos no consiguen ocultar la esencia y las historias secretas del ser humano. Dejarse guiar por las masas o actuar como autómatas es propio de nuestra especie, pero las consecuencias de hacerlo sin una previa reflexión pueden ser terribles.

Moreno no pretende ser verídico tanto como crítico. Sus historias pueden parecer naíf en ciertos momentos o improbables en otros, pero sin duda la acidez de su denuncia es acertadísima siempre. El ritmo de su historia es veloz porque no se detiene en detalles irrelevantes: es toda una carrera contrarreloj por tener respuestas. Cabe destacar la habilidad del autor para construir una novela tan rica en matices y costuras y, sin embargo, no caer en incoherencias. Asimismo, aunque las críticas son fuertes, sobre estas prevalece el valor de una historia con personajes con nombres y apellidos.

Moreno ha viajado a Islandia y ha hablado con trabajadores de televisión para construir los engranajes internos de esta novela en la que vaticina un futuro que no parece tan improbable. La tiranía de las redes sociales y de las personas que a veces encontramos ahí —donde sale a relucir la esencia primitiva y viscosa del ser humano— no se aleja de la realidad y deja consecuencias irreversibles. La avaricia, la ambición, el dinero y el poder empujan a crear mentiras y manipulaciones a las que muchos se agarran.

Desde el principio se plantean enigmas sin resolver. La tensión altísima entra pronto en contacto con una textura sonora que marca el ritmo y lleva al lector donde el narrador quiere. El estilo brioso a la vez que hipnótico nos muestra las entretelas de la conducta humana. Además, el carácter visionario de la obra se aleja de formalismos para crear una novela que va directa al corazón del lector.

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