Todos somos candidatos a asquerosos

“Todos somos candidatos a asquerosos. Pero puesto Manuel de espaldas a todo, de culo ante el mundo entero, no sería ilegítimo considerar que el verdadero asqueroso puro de toda esta feria fuera él. A muchos hombres y mujeres, el Manuel del exilio cerrado y ciego les resultaría un asocial, un indeseable. No un asqueroso más, sino el que más”.

Los asquerosos (Blackie Books, 2018), de Santiago Lorenzo, había tenido publicidad en distintos medios, era una novela muy laureada y quise comprobarlo. Y cómo he disfrutado leyéndola.

El narrador de esta novela no tiene nombre, pero poco importa. Es un hombre de edad avanzada que nos cuenta la peripecia de su sobrino, al que llama Manuel —nombre falso para no desvelar el verdadero, dice él—. Manuel resulta ser una persona corriente hasta que un día un policía intenta agredirlo y él, en legítima defensa, le clava un destornillador que tenía a mano en el cuello y lo deja malherido. Entonces comienza la aventura de Manuel, que piensa en escapar y acude al narrador, es decir, a su tío, para que lo ayude.

Manuel, según narra su tío, desde pequeño apuntaba maneras por su inteligencia y su independencia. Esta independencia precoz le será imprescindible para trasladarse, en su huida, a un pueblo deshabitado como tantos hay en la geografía española, donde se esconderá de la humanidad durante aproximadamente un año, mientras su tío le envía víveres y ambos se contactan de manera clandestina.

Allí se da cuenta Manuel de que vive en una soledad y en una incomunicación que, lejos de serle molesta o insoportable, le es cómoda e incluso inmejorable. Allí lleva bien la soledad. Hasta que, un día, aparece una familia que decide trasladarse a una vivienda anexa a la suya y hacerla su residencia de fines de semana y de verano. Manuel decide no salir de su escondite durante los días que estos, Los Mochufas según él los llama, estén por allí rondando. Pero un día le pillarán y muchos acontecimientos se desencadenarán y, con ellos, la ansiedad del lector por ver si pillan a Manuel o no.

Una vez que Los Mochufas aparecen en escena, el narrador comienza a criticar a diestro y siniestro a las masas, a la sociedad uniforme y al rebaño social. Me ha encantado mucho esta crítica porque el narrador habla claro y sin tapujos. Por ejemplo, dice que Los Mochufas volvían del campo a la ciudad “como quien se va de putas y vuelve creyéndose un conquistador”.

Tiene muchísimo humor entre sus páginas, así como referencias al mundo actual y al que nos puede esperar, además de a la España vacía. El final es normalito, pero está muy bien contado. En su conjunto, esta novela maravilla, más que por su fondo, que también, por su forma, por la crítica y por cómo llega al lector, al que le gustará sobre todo si es un no-asqueroso.

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