«Torrente, el brazo tonto de la ley», un peculiar inicio

Fuente: lainercia.com

En el año 98 se estrenó en los cines españoles la primera película de la que iba a convertirse en una exitosa saga en este país: Torrente. Por eso, en Nostromo Magazine, con lo que nos gusta la cultura, era digno de hacer un homenaje a cada una de las películas del carismático personaje interpretado por Santiago Segura.

Un engendro que en la vida real nadie querría tener al lado ni cobrando, pero que en las taquillas demuestra lo muy bien recibido que es en cada entrega de una saga que comenzó con una película fantástica, pero que poco a poco se ha ido degradando hasta acabar convirtiéndose en una especie de sucesión de gags.

Ahora nos esperará, hasta las próximas cuatro semanas, un artículo en Nostromo dedicado a cada una de estas «joyitas» del policía más casposo que jamás se haya podido inventar. «Torrente, el brazo tonto de la ley» se estrenó en 1998, pero la idea de este personaje ya le rondaba a Santiago Segura por la cabeza desde hacía cinco años (en los créditos finales se muestra agradecido a aquella gente a la que no paró de hablar sobre el tema durante aquel tiempo). Y uno de los aspectos que motivaron al actor fue el de dirigir una película para poder hacer en ella lo que se te ocurra. Cuando, según contó él después, dio una sugerencia al director de «El día de la bestia», Álex de la Iglesia, sobre el dramatismo de su personaje en cierta escena, este le dejó claro que “si quieres aportar lo que sea en una película, tienes que dirigirla tú”. De ahí el deseo de Segura de dirigir su propia obra.

En «Torrente, el brazo tonto de la ley» nos encontramos con José Luís Torrente, un policía muy especial. Alcohólico, corrupto, racista y soez, entre una amplia gama de adjetivos, se pasa la noche bebiendo en el bar para luego conducir mientras escucha al Fary, su ídolo. En su piso, al que una corraleta no tiene mucho que envidiar, vive con su muy desatendido padre (Tony Leblanc), al que pone a pedir limosna en la calle cada mañana y a quien alimenta mediante sobras del bar que él mismo pide que le envuelvan en papel de aluminio “para el perro”. Un día conoce a su nuevo vecino, Rafi (Javier Cámara), y el muchacho tendrá la oportunidad de «apatrullar» junto al gran policía las calles por la noche para vigilar un restaurante chino, del que Torrente sospecha que se cocina algo más que comida oriental…

Con este pequeño análisis trato de hacer que este crimen (una película “perpetrada” por Santiago Segura, tal y como él mismo hace constar en los créditos iniciales) se vea más allá del ya clásico policía gordo borracho y asqueroso, ya que hay varios aspectos dignos de elogiar. Por un lado, «Torrente» supuso el regreso del mítico Leblanc al cine, ya que, tras aquel accidente que sufrió en 1983, que incluso no pudo caminar durante algún tiempo, no había vuelto a actuar. Costó bastante conseguir que actuase en la película. Fue tan genial su interpretación que se ganó los aplausos de la multitud que esperaba en la calle para verlo en uno de los momentos del rodaje… ¡y también el Goya al mejor actor de reparto! El segundo premio de la Academia que se llevó la película fue para Segura, al mejor director novel. Y también están las buenas actuaciones de actores importantes en el cine español como la fallecida Chus Lampreave; Manuel Manquiña, que hace el papel de antagonista sádico a la perfección, o el malogrado Espartaco Santoni, que interpreta al narcotraficante Mendoza. Caso aparte es Neus Asensi, que interpreta a Amparito, la peculiar vecina que acapara la atención del protagonista (y el motivo por el que Torrente hace se hace amigo de Rafi).

En «Torrente» tenemos cachondeo, pero también una crítica social y algunos momentos ligeramente dramáticos. Por no hablar de la acción, como lo es la escena de la persecución, aunque posiblemente sea la más floja de las cinco entregas. De este modo, nos encontramos con una película respetable. Nos muestra, por una parte, la vida de este engendro, influido por todos aquellos elementos que su intérprete considera repugnantes, como lo es que piense que las niñas de 15 años “habiendo menstruado, ya están listas para pasar la ITV”, o la reflexión que hace a Tonetti sobre las camareras embarazadas…

Otra referencia es la actuación de Nuria Carbonell, la ya fallecida hermana del famoso actor Pablo, que padecía el Síndrome de Prader-Willi. Con su actuación, Segura hace una crítica de la situación marginal que sufrían en su día las personas con este tipo de discapacidades, como él comentaba que algunos en Galicia permanecían atados junto a un palo en los patios de las casas. El «¡Boquerones, sardinas, que están muy ricoos!» ya forma parte de nuestro imaginario popular tanto como las «6.000 pesetas de güisqui» que Cañita Brava le reclama. Por no hablar de cómo Torrente trata de matar el aburrimiento en el coche durante las vigilancias… Además, en el caso de Guillermo del Toro, este incluyó en “La forma del agua” la costumbre del policía de lavarse las manos antes de hacer sus necesidades, por lo que el mundo de Torrente puede servir de referencia a otros directores.

Junto a esta especie de documental, nos embarcamos en una ingeniosa trama para destapar los trapos sucios de «El rollito wai». Los reclutas Bombilla, Tonetti y Malaguita para tal misión no tienen desperdicio y constituyen uno de los puntos fuertes de la película, en especial el último, a quien Segura conoció en Málaga. Precisamente, en una de las clases de Psicología de la Comunicación, nuestro profesor nos habló sobre el as de las artes marciales, que estudió en la Facultad de Psicología de la UMA y todo. Como siempre, tenemos la presencia de «amiguetes» que Segura va recopilando de por ahí, o de personas famosas -aunque en esta película muy poco- como son el boxeador Policarpo Díaz, o los por entonces populares en televisión Faemino y Cansado. Tenemos un final espectacular, dinámico, con buenos efectos especiales y un clímax que cumple muy bien su función.

Resulta divertido ver al protagonista callejear durante la noche por los barrios de Madrid, así como volver a los 90 de la mano de nuestro héroe. Esta es una reflexión de servidor, a quien le parece muy fascinante y entretenida la idea de hacer turismo por las calles de la capital durante esas horas, ya que el encanto de esta zona, al menos para uno, es indiscutible.

Otro de los aspectos positivos de «Torrente» es su banda sonora, que la integran el mítico Fary con «Apatrullando la ciudad” y «El torito bravo». También el divertido «Torrente» de Kiko Veneno, tema que suena durante los créditos finales. Por no hablar del sugerente baile brasileño que ofrece «El empujón». Pero destaca la aportación de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga para algunos momentos de la película, como es el caso de los momentos finales.

En definitiva, «Torrente, el brazo tonto de la ley» forma parte de las buenas películas que se han hecho en la historia del cine español. Por eso vale la pena verla, a pesar de lo asqueroso que este energúmeno puede resultar. Además, por una parte podemos considerarla basada en hechos reales. Porque posiblemente más de uno conozca o, peor aún, tenga por vecino a un hombre con la misma forma de actuar y de pensar que este. El éxito de la película motivó a Santiago Segura a hacer su segunda parte, «Torrente 2, Misión en Marbella», de la que tocará hacer su repasito la próxima semana.

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