Por Laura Castro
En la intimidad de su estudio en Los Ángeles y a partir de su cumpleaños número 30, Alex Turner buscó una nueva forma de componer sus canciones. En una etapa de exploración musical y fílmica, el cantante de Arctic Monkeys parece teletransportarnos a un mundo de ciencia ficción, de décadas pasadas y de enamoramiento por la estética cinematográfica de Stanley Kubrick. El resultado de ese viaje es la génesis de ‘Tranquility Base Hotel & Casino’, el sexto álbum de la banda inglesa de indie rock, uno de los más esperados del 2018.
La producción de este nuevo disco no se puede negar que es ochentera, pero con todas las innovaciones musicales de los tiempos modernos. Resulta evidente la influencia de algunas bandas como Talk Talk y la más notable, su referencia a David Bowie y la trilogía de Berlín. También en la composición de sus temas encontramos algunas pinceladas de los Beatles. Sin haber sacado singles y muy acertada en su decisión es un álbum de 11 canciones de temática puramente conceptual aunque no del todo.
La realidad parece contar que este último trabajo resulta ser revelador para la banda y además provocador para sus seguidores y es que desde que salió al mundo, el pasado viernes 11 de Mayo, sus fans se han expresado por las redes sociales de distintas maneras al encontrar un disco poco rockero y difícil de escuchar. La prensa también ha hecho eco de las críticas hacia los excesos en el afán poético-literario de sus letras. Lo cierto es que algunos lo han amado y otros no lo han podido comprender porque simplemente es un disco más enfocado en la estructura, composición y producción de las canciones. Incluso pareciera buscar generar un testimonio de madurez. El resultado es completamente distinto y con clase.
Las letras de Turner se puede decir son elocuentes, con sentido del humor y fluyen de su mente de tal manera al mejor estilo psicodélico pero con mucha influencia de Lennon, uno de sus máximos ídolos. Como si fuera un rompecabezas, cada letra se aglomera y gira en torno a una temática: el retrofuturo.
La ciencia ficción, la space age, las redes sociales como malestar moderno, y en general, la veneración hacia una época pasada han sido los pilares de este nuevo disco totalmente distinto y compuesto en su totalidad en piano, donde las guitarras son pocas, pierden protagonismo, y los sintetizadores junto con el bajo se hacen presentes. Algo a destacar y no menos importante, no es tan energético y hay menos locura en la pista de la baile. Expresión de un arte inquieto y engreimiento aventurero nos presenta al líder de la banda en una faceta que pareciera mostrar su proyecto de marcado carácter solista, más calmado que nunca y tomando con su voz y esos fraseos al estilo Bowie todo el protagonismo.
Sin duda, estamos ante un LP que destila sentimiento de perdición, un salto al vacío, arriesgado pero en ello radica el goce y el disfrute. Diferente es la clave de este disco y sin dudas vale la pena cada replay del mismo.
Pero eso no es todo, Arctic Monkeys visitarán Madrid y Barcelona este verano. El grupo encabezado por Alex Turner pasará por Barcelona el 2 de junio encabezando la jornada del sábado del Primavera Sound. Un mes más tarde, el día 13 de julio, volverán a España para liderar junto a Jack White la segunda jornada del festival madrileño Mad Cool, que con esta incorporación y las ya conocidas de Pearl Jam, Depeche Mode y Queens of the Stone Age, entre otros, se consolida como uno de los festivales europeos más importantes en la que será tan solo su tercera edición.