Aurora Q. Informe sobre los niños del Arca (Galaxia Gutenberg, 2024) ganó el Premio Málaga de Novela 2023 y trata una investigación científica ficticia. Esta novela de Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), documentada y con imágenes, gira en torno a David y Raquel, conocidos como los niños del Arca, dos mellizos a los que encontraron errando armados y llenos de sangre por una autopista en 1981. El caso de los niños del Arca despertó un gran debate científico y psiquiátrico en la época. El científico Mateo Jiménez-Irisarri, que también es el narrador, se ocupó de estudiarlos para discernir de dónde procedían y quiénes eran esos niños salvajes que bajaron de la montaña.

Los capítulos de esta novela son, en realidad, las sesiones transcritas de un seminario sobre el caso impartido por Irisarri entre el 19 y el 24 de enero de 2004 en el Centro Ramón y Cajal. Los niños del Arca, también conocidos como los demonios de San Simeón de Emesa, sabían hablar, jugar y reconocerse en el espejo, pero rechazaban hacerlo cuando fueron atrapados por las autoridades. «¿Qué es un niño que no juega?», se pregunta el narrador. Este analiza si los niños son capaces de mentir y descubre que quieren huir del tiempo y de la muerte y que quieren conservar la libertad que tenían en la montaña antes de ser apresados y estudiados. Sin embargo, esa libertad también puede ser producto de una psicosis y de un caparazón que han construido.
Antes de comenzar la primera sesión, Irisarri se dirige a los ponentes para avisarles de que si han ido allí buscando el morbo o el caso policial, no lo van a encontrar, ya que él se va a dedicar a hablar desde el punto de vista científico. Igualmente, el lector que se acerque a esta novela buscando un true crime o una historia de misterio va a ver que no es así. Aurora Q. es una reflexión sobre la infancia y el primitivismo del ser humano. Por ejemplo, se habla de un impulso más fuerte que el sexual, que es el de morder la carne, como plasmación de la violencia. Aunque son mellizos, David y Raquel a veces actúan como un ente indivisible. En su ruta desde la montaña hasta la autopista, asesinaron a trece personas, entre ellas dos guardas forestales. Por eso, el objetivo de la terapia es humanizarlos. Sin embargo, se descubre el cadáver de una mujer, Aurora Q., y se especula quién será en relación a los niños. Así, se revela que David y Raquel son solo dos granos de arena que el viento ha traído desde una playa llena de ellos, y las pesquisas toman un giro inesperado.
Esta investigación ficticia sirve de excusa a Cuenca Sandoval para construir una historia que es un análisis del lenguaje, de la identidad humana y de cómo entendemos lo real y lo imaginario, así como al otro y a nosotros mismos. Como se dice: «Lo más poderoso de las ficciones es que, aunque parezcan desarrollarse en una dimensión paralela, sin embargo son capaces de afectar a los objetos de nuestra dimensión desde la distancia». El narrador piensa que un expediente médico es, al fin y al cabo, literatura. Lacan llamaba novelas a los casos clínicos y el mismo Freud dijo que sus informes podían leerse como nouvelles.
Esta historia a lo Hansel y Gretel nos muestra a dos personajes, David y Raquel, desde la óptica científica, que nos dice que proceden del paraíso perdido materno y del abandono. El autor hace gala de una imaginación apabullante, además de unos conocimientos teóricos admirables y una capacidad de enlazar unos y otros que asombra al lector. En estas páginas, se dice que los fantasmas son una reverberación, que los muertos no están muertos del todo y que el pasado está pasando todavía y siempre estará pasando, pues nada queda atrás definitivamente. Me ha costado adentrarme en el libro y la primera parte se me hizo cuesta arriba, pero luego me he amoldado a él para comprenderlo y disfrutarlo. Hacia el final de la novela, se dice: «El espectador tiende a conceder verosimilitud a lo que se le presenta». Pienso que eso es lo que ocurre con esta novela, que al final se tiende a pensar que una historia como esta pudo o podría ser real.