«Regreso al futuro», un clásico ochentero de la ciencia ficción

Escrito por Rubén Pareja Ramírez

En 1985, Robert Zemeckis dirigiría la primera película de una trilogía que iba a ser un éxito y que, treinta años después, continúa formando parte del imaginario colectivo de la gente: «Regreso al futuro» (Back to the Future).

Protagonizada por Michael J. Fox y por Christopher Lloyd, esta trilogía resulta entretenida e incansable cada vez que uno la ve, aunque, en mi caso, mi parte favorita es la segunda. Es curioso que Zemeckis, tras realizar la primera película, no tenía pensado hacer ninguna más, pero el éxito que tuvo motivó finalmente a ello.

Aquí, Marty Mc Fly (Michael J. Fox) queda por la noche con su amigo, el científico Emmett Brown, «Doc«, para presenciar el último invento que éste acaba de construir: una máquina del tiempo a partir de un Delorean DMC-12. En un principio, el artefacto iba a ser un frigorífico, pero los creadores pensaron en la multitud de niños que podrían morir congelados en las neveras de sus casas por imitar a estos dos personajes. Así que, finalmente, se optó por este vehículo, lo que, además de resultar elegante, salvó a la empresa concesionaria de la bancarrota.

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Foto: Fotogramas.es

En el aparcamiento del centro comercial Twin Pines, «Doc» enseña a Marty cómo funciona la máquina del tiempo. Para poder producirse el desplazamiento temporal, el vehículo tiene que llevar una carga de plutonio para generar 1,21 Gigavatios (que no «Jigovatios») de electricidad. Esta energía hace funcionar los circuitos de tiempo y el «condensador de fluzo», un dispositivo en forma de «Y» al revés. Cuando el vehículo alcanza los 140 kilómetros por hora (88 millas por hora), el condensador de fluzo produce destellos y, así, se inicia el viaje a la época que se desee. Ésta fecha se escribe en un teclado numérico y se registra en un visor que indica la fecha a la que nos dirigimos, la fecha en la que nos encontramos y la última fecha en la que hemos estado.

Tras invertir casi treinta años y la fortuna de su familia en la construcción de este invento, cuando va a estrenarlo, a Doc lo descubren los terroristas libios a los que timó para conseguir su plutonio y lo acribillan a tiros. Marty huye de éstos en el Delorean y, al activar el condensador de fluzo, viaja sin darse cuenta al 5 de noviembre de 1955 (es la fecha en que Doc inventó el viaje en el tiempo).

Ahora, Marty se encuentra atrapado en 1955, ya que la maleta con el plutonio se ha quedado en 1985. Su única esperanza para regresar a su época es el joven Doc, quien, en un principio, cree que se está cachondeando de él, pero al contarle cómo le explicó que ideó el viaje en el tiempo, se convence. Accidentalmente, mientras busca a Doc, Marty echa por alto el momento en el que sus padres se conocieron. Ahora su madre, al verlo, se enamora de él, por lo que se produce lo que se conoce la «paradoja del abuelo». Es decir, si sus padres no se enamoran y no se casan, no tendrán hijos y, por tanto, Marty nunca habrá existido.

Estos puntos románticos son lo que no me gusta de la película. Por suerte, solo es un episodio hasta que Marty consigue regresar a su época que le corresponde, 1985. En esta película se muestran también valores, como el arriesgar en la vida y probar suerte en aquello en lo que deseas (todo lo contrario a lo que le ocurre a George, el padre de Marty) y se plantean cuestiones que tendrían mucho sentido en el caso de que las máquinas del tiempo existieran. La trama resulta lógica y muy divertida, debido a la intriga que produce la aventura en la que se ve inmerso Marty McFly y también a los chascarrillos que se producen durante la estancia de Marty en 1955, como cuando pide una Fanta:

-¿Fanta? ¿Qué demonios es una Fanta?

Bueno, pues póngame una Pepsi Sin.

-¿Sin qué? ¿Sin pagar? ¡Aquí todo se paga!

Considerada por algunos críticos en su época «la mejor comedia para adolescentes jamás hecha», yo trato de ver «Regreso al futuro» desde otro punto de vista. Trato de verla como una aventura de ciencia ficción a través del tiempo, que fue lo que me enganchó a verla desde los cinco añitos (y aún sigo disfrutando viéndola, como la primera vez).

 

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