El 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón y compañía zarpan de Palos de la Frontera (Huelva) en un viaje que les llevaría a América. Ficciones americanas (La Huerta Grande, 2023) comienza con ese viaje, solo que Colón no es precisamente Colón, y sus compañeros sienten nostalgia y tienen visiones en el mar. Extrañan sus orígenes mientras entonan una canción que dice: «Alguien borra el horizonte» porque América nunca parece llegar, y cuando llega, mejor habría sido que no lo hubiera hecho.
Santiago Elordi (Santiago, 1960) siempre ha defendido la no frontera de géneros y los ha mezclado en su narrativa. En esta novela, une numerosos cuentos localizados en diversas épocas pero ubicados en América. Por estas páginas pasan Colón, la esclavitud, Eldorado o la Arcadia. También desfilan la búsqueda del sueño y del paraíso americanos y su posterior pérdida. El autor usa tradición y mito para narrar la búsqueda de los orígenes, de la tierra a la que se pertenece, así como de las costumbres ancestrales y atávicas mientras desarrolla historias de fatalismo y fe.
A través de estos cuentos, Elordi critica la imposición de los occidentales en torno al gobierno y el aplastamiento de la cultura y la religión nativas porque Dios solo hay uno y no permitían la contemplación de la naturaleza ni las creencias de la América precolombina. También denuncia la destrucción que están sufriendo los bosques y las zonas vírgenes de América. «Los saltos por la historia son peligrosos. Volver al pasado es como pisar el territorio desconocido. La niebla del tiempo envuelve las certezas», se dice en este libro. Aun así, el autor cuenta la historia de América a través del tiempo, que es una herida enorme. Además, como también dice, «quien busca el paraíso no sabe nada de geografía».
Estas historias son muy breves y a veces están tocadas por la tragedia, la nostalgia o ambas. Se trata de tramas con el dolor y la pérdida como núcleo y con toda la riqueza, amplitud y variedad de América expuestas en sus páginas. Historias de vidas, de enamoramientos, pero también de desamor, de desapariciones y de regresos, siempre regresos a los orígenes, al pasado y a la infancia. Hay personajes que deben cambiar, adaptarse y comenzar de cero para sobrevivir a la violencia de la tierra y de quienes la habitan. Entre estos relatos, también hay historias absurdas y delirantes, como una en la que se quiere aplicar una ley de educación que haga de los estudiantes ciudadanos inútiles, u otra donde una elefanta gana el Nobel de la Paz. También se ensalzan amores que son montañas rusas y se habla sobre la reescritura, el proceso creativo, la deconstrucción de la literatura y la búsqueda de lo novedoso en ella.
En definitiva, este es un libro que, aunque genuino y original, carece de gancho y queda a medio vestir, quizás debido a ese delirio narrativo y a las extrañas historias que se muestran. Los personajes se preguntan acerca de su identidad: quiénes somos, cuál es nuestra historia, de dónde venimos y hacia dónde vamos. En el prólogo, Elordi ya dice que por qué no pensamos que América no ha sido descubierta o que está en perenne descubrimiento. ¿Por qué hay que buscarla? Quizás el símbolo de América sea no encontrarla nunca.