Algunas anotaciones para que el regreso de ‘El precio justo’ sea exitoso

'El precio justo' regresará muy pronto a nuestras televisiones. Hablamos sobre cómo debe ser la vuelta del mítico formato.
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Imagen promocional de 'El precio justo' / Telecinco

La verdad es que fue toda una alegría cuando vi hace unas semanas que “El precio justo” va a regresar a la televisión, en esta ocasión a Telecinco, con Carlos Sobera de presentador. Parece que los de Paolo Vasile hicieron caso a mis plegarias, ya que escribí algo por aquí el verano pasado sobre el programa e hice un llamamiento para que se volviera a emitir.

Me enganché, en aquel entonces, al formato original estadounidense, “The Price is Right”, ya que este legendario concurso es muy divertido y atemporal (se creó en los años 50, aunque la estructura que conocemos se estrenó en 1972). He visto tanto el programa actual, de CBS, como el de TVE, que presentaba Joaquín Prat entre 1988 y 1993.

Lo que pasa es que, tras celebrar aquello, el fantasma de la caspa sobrevoló mi cabeza y eso me preocupó. Hay que tener cuidado para que el concurso, después de las ocho entregas que Mediaset tiene pensado hacer de momento, no acabe yéndose al traste. Hay algunas claves que pienso que se deberían tener en cuenta, después de haber visto varias veces este programa. Todo bajo mi humilde opinión y sin ser experto en el tema:

  • Cuidado con la nostalgia, que nos conocemos… Para el regreso de “El precio justo”, que empezará a grabarse a partir de marzo, quieren “potenciar sus valores más icónicos”. Hay que ir con ojo, ya que una cosa es tradición y la otra, caspa. Este concurso es casi un estilo de vida estadounidense, ya que se lleva emitiendo casi sin interrupciones desde 1972 hasta hoy. En cambio, lo que se recuerda aquí es un fenómeno de hace 30 años. Además, se trataba de la adaptación de la versión británica. Hay cosas que hoy en día sobran, como las que enumero a continuación:
  • Las azafatas: son historia. Hasta mediados de los 2000, los concursos usaban de reclamo a atractivas modelos, como «El Grand Prix del verano», “Un, dos tres…”, o “¿Qué Apostamos?”. En “El precio justo”, una fila de muchachas recibía a Joaquín Prat, quién a veces se quedaba atónito con sus físicos. Si hacen lo mismo ahora, tendremos que verlo en nuestras casas con un bote de H&S cerca… En “The Price is Right» sigue habiendo modelos, tanto hombres como mujeres, pero sus roles no son el de mostrar simplemente su físico (aunque a veces el chico aparezca en bañador). Sus papeles son más bien cómicos, interactúan con el presentador y el público, por ejemplo. Forman parte del programa, pero no solo para hacer bulto.
‘El precio justo’ / TVE
  • Agilidad… En “El precio justo” antiguo se jugaba la “escalera de premios”, una fase de consolación para los tres que no habían conseguido clasificarse. A cada uno se le mostraba una baraja con el valor en metálico de cada premio que se había visto durante el programa y tenían que apostar si la siguiente carta que sacasen tendría una cifra mayor o menor que la anterior. Esta ronda entiendo que beneficiaba a los desafortunados, pero restaba agilidad al programa. Hoy en día, como que no.
  • …Y dinamismo también. Tras aquella “escalera de premios”, los seis semifinalistas se jugaban los dos puestos de la final en otra ronda, de tres en tres, en la que tenían que adivinar el precio justo de un objeto que pertenecía al escaparate final. Esto no se repitió en las ediciones posteriores, porque lo más emocionante es la ruleta gigante del formato americano, en la que, de tres en tres, gana quien se acerque lo máximo posible a “100” sin pasarse (si en la primera tirada se quedan cortos con un “5”, por ejemplo, pueden tirar una vez más para aumentar la puntuación).
  • Escaparates de ensueño. El escaparate (Showcase) es la última fase del programa, en la que, en el programa actual, los dos finalistas tienen que adivinar el precio total de, por lo general, tres productos juntos. Pero los escaparates que Primitivo Rojas describía entre 1988 y 1993 eran un sueño a los ojos de los concursantes. Que si una cocina entera, que si un mogollón de aparatos electrónicos, o una especie de vuelta al mundo. 

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que en “El precio justo” no basta con poner a la gente a adivinar precios, sin más. Hay una infinidad de juegos muy chulos, pero, además, son necesarios algunos otros ingredientes:

  • El carisma del presentador… Confiar en Carlos Sobera es todo un acierto y puede dar al programa incluso más de lo que imaginamos. El presentador vasco demuestra que es capaz de adaptarse a lo que sea. Su papel en «First Dates», por ejemplo, demuestra su gran habilidad para tratar con la gente. Esto y el buen rollo que transmite aseguran momentos de diversión y, como no, conseguir transmitir claramente en qué consiste cada prueba.
  • …¡Y también del ayudante! Además, será necesario encontrar una voz peculiar para describir los artículos. Primitivo Rojas dejó el listón superalto. Porque la genial forma de narrar de este hombre te hacía sentir como si de verdad estuvieras en una tómbola de feria. La profesionalidad y entusiasmo con la que se han de describir los regalos se podrá encontrar, no obstante, en alguna otra figura de hoy en día. De lo que sí me he dado cuenta es que en las etapas posteriores locutaban de una forma que, más que una feria, parecía que estaban introduciendo un combate de boxeo. Quizás eso resulta demasiado machacón. Tampoco se trata de llegar a tales extremos…
  • Los concursantes: un pilar esencial. En “The Price is Right”, estos dan mucho juego al programa. Algunos la lían bastísimo, llevan camisetas personalizadas con el logo del programa, son felicitados por su cumple, corren por el plató eufóricos si ganan el coche, o cosas así. En la etapa de Joaquín Prat, estos solo decían de dónde venían, a qué se dedicaban y, si acaso, manifestaban su alegría al ganar tamaños premios, pero el programa era un poco soso en ese aspecto, porque se mantenía corrección y seriedad. Aquí debe haber espontaneidad e improvisación. El único guión lineal debe estar en las fases y en los juegos. Porque los concursantes aquí deben caernos muy bien, tal y como asegura Arturo Valls en “Ahora Caigo”. Por eso, en el cásting, decían que buscaban a gente “con intuición y ganas de divertirse”.
  • Buen rollo siempre: Junto a Drew Carey y George Gray, las risas y los chistes son frecuentes en «The Price is Right». Incluso hicieron hace poco una competición sobre quién tenía la mejor barba y todos se la dejan. Incluso una de las azafatas llevaba una barba postiza hace poco para poder medirse con los varones…
  • Programas especiales. En los programas antiguos que veía de “El precio justo”, había especiales basados en la Feria de Abril (donde las azafatas vestían de lunares), o un especial de Navidad de 1990. El escaparate de este último recuerda al ya cansino anuncio de los elfos, con tanta mención a Santa Claus y a los renos, y lleno de adornos navideños. En “The Price is Right” hay bastantes especiales, tanto solidarios contra el cáncer de mama, como por San Valentín, o especiales de niños, que acuden ayudados por su padre o su madre. Y eso no está nada mal.
  • Los decorados: no se debe escatimar. Junto a lo anterior, “El precio justo” necesita un decorado atractivo y propio, igual que los elementos visuales. Entre 1988 y 1993 el plató era casi monocromo, verdoso, mientras que en el original el colorido es su identidad. En las etapas de Carlos Lozano, (1999-2001), en TVE y de Juan y Medio en Antena 3 (2006), la sensación era la de estar en un plató low-cost. Un diseño y decorado cutres, que ni ayudan al programa a que tenga identidad propia ni a nosotros a situarnos en él. En cuanto a los minijuegos, los del programa americano tienen increíblemente el mismo aspecto que cuando se estrenaron en los 70. Eso lo hace atemporal, porque, a pesar de los casi más 50 años, siguen siendo geniales. Aquí, con Joaquín Prat, algunos tenían un diseño muy básico y los de las etapas  posteriores tampoco eran para tirar cohetes. Hay que generar expectación cada vez que aparezca uno de estos juegos para que los audímetros cosechen buenos números, y ello requiere cierta inversión y esmero. 
  • Premios chulos, disparatados e inesperados: durante la etapa clásica se veían objetos y regalos de lo más variopintos. O sea, que se salían de los patrones del típico televisor, el coche u otras cosas conocidas. Por ejemplo, los concursantes se pudieron llevar un teléfono con forma de tomate; una calculadora parlante, un coche inglés de principios del siglo pasado o incluso un viaje a la Luna. También hubo un viaje a Silverstone (Gran Bretaña) para ver la Fórmula 1 (concretamente al recientemente fallecido Adrián Campos, que compitió en el equipo Lois Minardi por aquellos años); o a Nueva York, para ver el estreno de «El fantasma de la ópera».

Todavía tengo en mente un par de cositas más, que son actuales:

  • Por ahora, “El precio justo” no va a ser como siempre. La pandemia del Coronavirus impedirá que veamos las gradas llenas de gente entusiasmada cuando nombran a uno de ellos “¡A jugaaar!”. Ni siquiera lo veo viable con separación entre el público. Desde finales del año pasado, “The Price is Right” se vio obligado a transformarse y contar solo con los “trabajadores esenciales”. Es decir, el presentador, el locutor que llama a los participantes y describe los objetos (George Gray), el equipo técnico y los azafatos. En el plató solo hay cuatro atriles que mantienen la distancia de seguridad entre los pujantes en todo momento.
  • La franja horaria es muy clave. Mediaset rescata “El precio justo” en busca de ganarse a la audiencia y también en busca de tener un concurso en su parrilla, tras la marcha de “Pasapalabra”. En este sentido, se insinuó si lo pondrían a diario para competir con el que está de nuevo en Antena 3. Poner todas las tardes “El precio justo” lo consideraría un error. Por un lado, porque se haría muy pesado a la larga; y segundo, porque lo privaría de espectacularidad. Una entrega semanal se hará de esperar con muchas ganas y, además, permitiría escaparates de lo más peculiares, algo que en la versión americana no se ve, porque se emite a diario. Allí, “The Price is Right” lo ponen por las mañanas, pero aquí su horario acertado sería, sin duda, en Prime time.
  • Los elementos más icónicos: Aquí el problema está en que, como ya dije, el único «Precio justo» que se recuerda es el de hace 30 años, y encima no incluía elementos del programa original. Hay muchos de estos actuales, que se podrían transmitir ahora, aunque la gente no los reconozca. La sintonía del programa de TVE era muy espectacular y está muy bien, pero también lo está la original del norteamericano (que se usó en la etapa de Carlos Lozano), que es bastante alegre. Otros de los elementos más icónicos son las pantallas coloridas en las que los concursantes pujan para clasificarse, o la ruleta que he mencionado antes, donde los concursantes aprovechan para saludar a sus seres queridos mientras esperan a que esta se detenga. Lo malo ha sido que el programa ha cambiado de sintonía y de logotipo durante sus diferentes etapas (el de «The Price is Right» sigue intacto desde 1972) y eso perjudica bastante a que perdure su marca, claro está…
  • Oye, ¿y si «El precio justo» volviese a batir el récord del mayor premio dado en la TV en España? En 1991 uno de ellos consiguió llevarse el escaparate entero, con un valor de 40 millones de pesetas, lo que supuso el mayor premio jamás dado hasta entonces, hasta que en el 2000 lo superó el premio de 50 millones de «¿Quién quiere ser millonario?». Carlos Sobera podría repetir y todo… Los últimos en superar el récord fueron los míticos «Lobos» en  «¡Boom!» en 2019, quienes se llevaron los 6.689.700 euros del bote que el concurso de Juanra Bonet fue acumulando día tras día.

En resumen, y a pesar de las advertencias, creo que sobran los motivos para hacer un merecido regreso de «El precio justo», un clásico de la televisión que se merece su buena acogida en España, como la tiene en otros países como Reino Unido o Portugal. Un programa que incluso se ha ganado varios premios Emmy. Y que lleva en antena casi lo mismo que «La ruleta de la suerte», otro clásico que ahí sigue. Y no es para menos. La expectación que genera y su buena onda podrán hacer más llevadera cada semana y el año en general, en medio de todo por lo que aún estamos pasando.

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