Desde que se estrenó en verano de 2017, Netflix ha logrado con Atípico el crear una comedia que se basa en la positividad y en la comprensión. Ese mensaje también se consigue con la tercera temporada, aunque se empieza a hacer algo repetitivo. ¿Cuánto más tiene la ficción de Netflix que aportar?
La tercera temporada, que desembarcó a la plataforma el pasado 1 de noviembre, se centra en Sam y en la transición entre la etapa del instituto y de la universidad. Un conflicto interesante pero que al final termina llevando al punto de partida de siempre: los desafíos de vivir con autismo y cómo lograr convivir con ello.
Quien sí ha experimentado mucha evolución esta temporada es Casey (Brigette Lundy-Paine). En ella sí que se aprecia ese cambio que no se ve en Sam y es que este último parece un personaje estancado que no da más de sí. ¿Debería Casey ser la nueva protagonista de Atípico en las próximas temporadas de la serie? No sería tan descabellado.
Atípico no es una comedia al uso, ya que cuenta con muchos elementos dramáticos, lo cual la hacen muy interesante y con una profundidad que la diferenciaban de otras series. No obstante, con esta temporada han buscado la ligereza, ser una sitcom más, y su carga dramática se ha visto reducida a situaciones muy puntuales. Un cambio que no hace sino confirmar que Atípico se ha hecho algo aburrida esta temporada, y que todo lo que la hacía diferente la está convirtiendo en una ficción del montón, en la que ya no tenemos cariño a sus personajes y donde las situaciones se nos empiezan a atragantar.
Valoración: 3/5
Lo mejor: Una Brigette Lundy-Paine que cada día nos gusta más
Lo peor: Esta temporada carece del factor sorpresa, y aumentar su carga cómica en detrimento de reducir la dramática no le ha sentado demasiado bien
