Escrito por Rubén Pareja Ramírez
Si pensamos en James Bond ahora mismo, se nos viene a la mente Daniel Craig, pero realmente Sean Connery es el agente 007 por excelencia, ya que fue quien inauguró este inmenso e incombustible ciclo. Su primera película en el rol del espía británico fue «Agente 007 contra el Dr. No» (1962). Connery continuó con «Desde Rusia con amor» (1963); «Goldfinger» (1964); «Operación Trueno» (1965); «Solo se vive dos veces» (1967) y, tras un cambio de actor en 1969, volvió con «Diamantes para la eternidad» (1971). Fue tanta su fama como James Bond que, en 1983, la Warner Bros decidió contar con él para hacer de nuevo de Bond, en «Nunca digas nunca jamás».
En «Agente 007 contra el Dr. No» lo vemos, por primera vez, jugando en el casino, cuando se presenta con su peculiar estilo. El debut de Connery resulta muy entretenido y bastante trabajado, para la época. Aquí, el agente 007 se dirige a Jamaica, donde investiga la desaparición de uno de los agentes, que ha sido asesinado por un trío de gángsters negros.
En «Desde Rusia con amor» aparece uno de los aspectos más interesantes de la serie de películas: los inventos que le proporciona el agente Q. Entre todos los que se ven, como una grabadora de audio o un detector de llamadas intervenidas, destaca el maletín equipado con un puñal y un rifle telescópico desmontable. Además, si se levantan las hebillas de cierre del maletín en posición vertical, te puede estallar un gas lacrimógeno camuflado en una falsa lata de polvos de talco.
Los inventos, a partir de esta película, serán un elemento más en el mundo Bond. En «Goldfinger«, para lograr dar caza al enemigo homónimo, que pretende destruir el Fort Knox para apoderarse de todo el oro existente allí, no tiene mejor aliado que el clásico Aston Martin DB5. Este el responsable de todos los coches llenos de artilugios que se han usado en películas, videojuegos y series posteriores: botón de eyección, matrículas intercambiables, blindaje en las ventanas… Nada que envidiar al gadgetoauto. El radar, además, permite conocer la posición del Homero, un dispositivo móvil que Bond acoplará en el vehículo de Auric Goldfinger para perseguirlo.
Y no será esta la única película en la que veremos al espía al volante de esta leyenda. En «Operación Trueno«, la película que tuvo lugar después, el DB5 tiene una pequeña aparición antes de los créditos, donde la plancha metálica trasera proporciona blindaje a Bond y a su compañera frente a unos enemigos. Aquí, el agente 007 tendrá que salvar al mundo de la amenaza de la organización SPECTRE de lanzar dos misiles en cualquier lugar del mundo si no les dan un rescate monetario. ¿De qué película española detectivesca me suena este argumento? La banda sonora, «Thunderball», interpretada por Tom Jones, es genial en una intro en la que se ven mujeres buceando en el agua mientras disparan ballestas (preciosa forma de anunciar un spoiler, por cierto).
En «Solo se vive dos veces«, Bond finge ser asesinado (como en «Skyfall«) y, así, viaja a Japón, donde se conocerá a una preciosa pueblerina con la que descubrirá que la organización SPECTRE (de nuevo) está detrás del robo de naves espaciales rusas y americanas. El ambiente oriental hace muy especial a esta película, pero también destaca el famoso volcán falso dentro del cual se encuentra la base operativa de los misiles. Y lo más importante es que Bond conocerá a su mítico archienemigo, Ernst Stavro Blofeld, el jefe de la anteriormente citada organización. La canción de la película, «You only live twice», la interpreta nada más y nada menos que la hija de Frank Sinatra, Nancy.
Al parecer, Connery pensaba que el traje de esmóquin no iba a tener ninguna cabida en los setenta, y por eso decidió no interpretar más al personaje que tanta fama le había dado. Por eso, en 1969, George Lazemby consiguió el puesto para protagonizar «Al servicio de su majestad» (si bien hubo otros candidatos en mente por parte de los directores).
Foto: ecartelera.com
El problema llegó cuando, tras el australiano, que solo quería hacer una película, no habían candidatos disponibles. Entonces, la EON Productions consiguió que Connery volviera a interpretar a James Bond una vez más en «Diamantes para la eternidad«. En esta película, el agente 007 tendrá que investigar el contrabando de… ¡diamantes! E investigar por qué no vuelven a venderse. Aquí tendrá lugar una persecución en Las Vegas mientras trata de impedir también que se ponga en marcha un satélite que funciona con diamantes y que es capaz de destruir ciudades desde el espacio. Adivinad quién está detrás de tan malévolo plan… Mi padre, que en el momento en que vi la película estaba en el salón, aseguró que lo único que le gustó fue la canción, «Diamonds are forever», interpretada por Shirley Bassey, aunque también merece la pena ver cómo Bond trata de huir en un cochecito espacial parecido a un taca-taca.
Tras hacer, a regañadientes, su sexta película, el inglés anunciaba su retirada definitiva como James Bond. En aquel momento, Sean Connery nunca habría escuchado la frase «Nunca digas nunca jamás«. Es el título de la película en la que volvió a interpretar a Bond, doce años más tarde, que supone una graciosa indirecta hacia el actor.
«Nunca digas nunca jamás» es considerada una película no oficial, ya que no fue producida por EON, sino por Warner Bros. Y lo cierto es que no resulta atractiva. Ideada para competir con «Octopussy», la fabulosa canción, Never say never again, interpretada por Lani Hall es, posiblemente, lo mejor de una película sin una intro ingeniosa como las tradicionales. Es, también, un remake de «Operación Trueno» , en el que el papel de Dominó lo interpreta una joven Kim Basinger y en la que aparece un joven Rowan Atkinson que, me cachis, ¡nunca ha salido de su rol tradicional! Un elemento con el que sí me quedo es el videojuego con el que Largo y Bond juegan, con unos grafismos geniales y con un mecanismo que llama la atención.
En ambos casos, el relevo de Connery sería Roger Moore, aunque, antes de él, toca hablar en la próxima entrega de George Lazemby, el segundo Bond de este ciclo, cuya historia hasta llegar a encarnar al espía es bastante peculiar.