Nacido en Sevilla, en 1977, Carlos Violadé es arquitecto y cineasta. Con un interés claro en diferentes expresiones artísticas, ha desarrollado obras desde el ámbito de la arquitectura, la poesía y el cine. Su carrera está en un momento cumbre gracias a Foreigner, cortometraje por el que ha sido nominado a los Premios Goya y que ha participado en multitud de festivales y en todos ellos ha sido recibido con grandes elogios. Hemos tenido el placer de charlar con él para que nos cuente todo lo que rodea a una de las obras audiovisuales más sorprendentes de 2019.
¿Cómo surgió el guion de Foreigner?
Todo ocurrió durante unas vacaciones de verano con mi familia en la costa de Cádiz. Un gran amigo nos invitó a una barbacoa en un precioso chalet frente al mar, en Zahara de los Atunes. Después de la comida fuimos nadando hacia un barco varado en la playa de los Alemanes. Me habían hablado de lo peligrosas que son las corrientes por aquella zona, pero no fui consciente de lo que me podría haber pasado hasta por la noche. Cada verano se ahogan muchas personas que desconocen los peligros del mar y ahí fue cuando me imaginé solo, en medio del mar, arrastrado por la corriente. La vida te puede cambiar en un instante y es ahí cuando te planteas lo que es verdaderamente importante.
¿Se basa en una historia real?
Esa situación sembró en mi imaginación una historia de ficción que retrata una “realidad” que se va transformando, poco a poco, en una historia aún más real hoy en día. En este caso situándonos en un punto de vista en el cuál no solemos estar. Digamos que es una historia de ficción que contiene varias historias reales.
¿Queréis denunciar la situación de la inmigración con este cortometraje?
Queremos hacer reflexionar sobre nuestra condición humana y tratar de salir, aunque sea por un instante, de una mirada acostumbrada a percibir el mundo desde una zona de confort con demasiados prejuicios.
¿Piensas que el discurso de este corto está más vivo que nunca?
Lamentablemente, sí. Desde que lo escribí, no han parado de surgir nuevas fronteras a nuestro alrededor. Y eso nos hace ser cada vez más “extranjeros”, en todos los sentidos. Con la excusa de proteger los derechos de los habitantes de un territorio, levantamos muros cada vez más infranqueables con el objetivo de sentirnos más seguros, pero a costa de ver reducido nuestro horizonte, nuestra mirada, y lo que es más importante; nuestra humanidad.
¿Por qué se decidió a que el cortometraje se grabara entre Cádiz y Alicante?
Es una historia del Sur y tenía que suceder aquí en el Sur, por eso elegimos la costa de Cádiz. Pero las condiciones en esta zona son muy impredecibles, por eso nuestra directora de producción, Violeta Tudela, tenía contemplada una alternativa en caso de contratiempos que resultó crucial. Durante el segundo día de rodaje saltó el viento de levante y nos tuvimos que desplazar a Alicante, concretamente a la cala del Moraig, en Benitaxell. Allí fueron cuatro días-noches de rodaje que coincidieron con la luna llena. Lo que vivimos allí fue una experiencia única que unió al equipo de una manera muy especial.
¿Fue complicado rodar escenas acuáticas?
Rodar en el mar supuso romper con cualquier plan establecido, teníamos que adaptarnos a lo que las circunstancias nos permitían y tratar de incorporar cualquier contratiempo a la historia. Las corrientes, las mareas, el oleaje, las medusas… cada vez surgían nuevas dificultades que teníamos que superar. Éramos unas cuarenta personas repartidas en cuatro embarcaciones; cuatro buzos y equipos de rescate en mar y en tierra. Pero la clave principal para rodar en el agua fue que tuvimos la suerte de contar con José Manuel Herrero Gaspar (Bluescreen), uno de los mejores operadores subacuáticos que hay en nuestro país. Puso al servicio de la historia toda su experiencia y generosidad, y eso fue clave para Foreigner.
¿Te esperabas que el corto fuera a estar en la terna de los Forqué y los Goya?
Más que “esperar”, representan algo a lo que aspiras, pues siempre se desea lo mejor para la obra en la que tantas personas nos hemos volcado en cuerpo y alma. Resulta un gran privilegio estar entre los quince cortometrajes de ficción candidatos a las nominaciones de los premios Goya. La sensación es de gratitud total; a todas las personas que creyeron en Foreigner y han contribuido para hacerlo realidad y, ahora, a los festivales que han hecho suya la película y a los miembros de la Academia que se han detenido a valorar esta historia y situarla en este lugar tan privilegiado para que Foreigner pueda llegar a muchas más personas.