En una pared, una inscripción reza: «No hay nada más humano que Grecia, nada más sagrado». Se encuentra en el cuartelillo de una isla donde aparece Manolis, un personaje enigmático que surge cual mesías. Quizás lo hace allí por eso, porque esa isla griega es la más sagrada y por tanto no hay otro lugar mejor donde aparecer. Esta isla, donde se desarrolla la trama de El sonámbulo (La Fuga Ediciones, 2023, con traducción al castellano de Julia Osuna), es un lugar de paz hasta que llega Manolis. Revoluciona al grupo de artistas extranjeros que allí convive porque se siente enviado por Dios para investigar una serie de asesinatos, lo que lleva a la isla a un estado apocalíptico.
La traducción al francés de esta novela de Margarita Karapanou (1946-2008), realizada por la propia autora, ganó el Prix du Meilleur livre étranger. En ella se advierte un ambiente que mezcla la realidad con los sueños y los temas bíblicos con lo mejor y lo peor del ser humano. La historia comienza con la frase «Dios estaba cansado». Dios pretende sentarse en una roca, porque ya es anciano, y contemplar la Tierra en armonía. Por eso mandó a Manolis. A partir de aquí, aparecen los diferentes personajes, como son Mark, Ron, Luca, Maggie o Plácido, con sus respectivas preocupaciones y miedos.
El personaje de Mark, por ejemplo, dice que cuando sale por la noche al bar y se emborracha, luego llega a su casa y no soporta el silencio. No por su soledad, sino por no escuchar absolutamente nada. Plácido, por su parte, es gay y sueña con frecuencia con su padre. O Ron, pareja de Plácido, que se dedica a hacer planes de su vida a cinco o diez años vista. Estos son los personajes que, a lo largo de la historia, juegan a las cartas, se divierten en el carnaval o se cuentan historias hasta que aparece Manolis. De hecho, nadie recuerda cómo ni cuándo ha aparecido él estableciéndose como juez supremo de todo lo que ocurre.
Manolis, por su parte, dice que esa es una isla donde los escritores enferman, unos porque no pueden parar de escribir y otros porque no consiguen sacar las palabras. Por otro lado, se pregunta por qué intentan reflejar sentimientos y describir con detalle situaciones cuando ni siquiera en la vida real las personas se acuerdan de lo que hacían o sentían hace unos minutos. Sea como fuere, aquella es una isla que, pese a lo sagrado, también contempla el mal por los asesinatos que se suceden. El personaje de Mark dice que allí puede observar el infierno, que no es otra cosa que «tener ante ti eternamente la misma belleza y no poder reposar jamás la mirada en algo feo, indiferente». En definitiva, mirar siempre la misma roca, el mismo paisaje.
El sonámbulo es un delirio hilarante similar al que viven los personajes en dicho carnaval. Se trata de una obra con mucho humor que aborda el caos que se avecina tras la llegada de un personaje peculiar. También habla sobre el proceso creativo, ya que hay algunos personajes que escriben. Uno de ellos piensa que cuanto más inocente y menos cosas se tengan que perder, más creatividad se tiene y más puedes escribir, mientras que si estás apegado a cosas en la vida, más te cuesta. Karapanou, autora de Casandra y el lobo, que fue su primera novela, construye aquí una obra donde los personajes y la narración, delirantes, cobran más importancia que la trama. Pese a lo entretenido, la novela se prolonga y casi que no se llega a ver el momento en que sucedan situaciones relevantes, pues todo parece sumido en el sopor de la isla, acciones inverosímiles y absurdas y al mismo tiempo rutinarias.
