Adèle termina su jornada en el bistró donde trabaja y emprende el camino hacia un parque. Allí la espera un joven en una mota. Se besan, se montan y se marchan. Desde unos arbustos próximos, Manfred Baumann, un hombre raro e introvertido que está obsesionado con ella, los ha espiado. Al día siguiente, Adèle ha desaparecido. La desaparición de Adèle Bedeau (Impedimenta, 2021, con traducción al castellano de Alicia Frieyro) narra el misterio en torno a Adèle, que se volatiliza una noche en la moto de un joven. Y Manfred Baumann, fijo cada día en el bistró donde ella trabaja, se convierte en el principal sospechoso.
Esta obra de Raymond Brunet, nombre inventado por Graeme Macrae Burnet (Escocia, 1967), ganó el Scottish Book Trust New Writers Award. Se trata de un thriller donde el inspector Gorski, personaje que aparece en otra novela de Burnet, investiga la desaparición de Adèle en una ciudad “anodina” de Francia, Saint-Louis, y encuentra en Baumann un sujeto que reúne indicios de ser el culpable.
Tras describir la desaparición, Burnet introduce la vida de Baumann: sus padres, su nacimiento, su infancia… para presentar sus peculiaridades. Y luego también la vida y la rutina de Gorski, un inspector en un matrimonio venido a menos y con la diferencia de clase con respecto a su esposa y la familia de esta a su espalda. Una vez presentados ambos y el nudo (la desaparición), Burnet pone en marcha el engranaje de la historia a través de una caza del gato y el ratón entre Gorski y Baumann que acabará en tragedia.
Adèle, reconoce Baumann, es una chica robusta y poco atractiva, pero llama la atención y parece apetecible a sus ojos. Él, por su parte, es huraño, poco hablador y evita el contacto visual con la gente. Huérfano de padres desde pequeño y con una complexión extraña, siempre se ha sentido marginado, ignorado incluso por aquellos que podían haberle acosado en el colegio. Es obsesivo, tiene muchas fantasías sexuales y le gusta leer a Camus, Sartre y el Marqués de Sade. Según su abuelo, es “raro”. Y mayor que Adèle. Pero está obsesionado con ella, y la sigue dos días cuando ella sale de trabajar del bistró. La segunda de las noches, se esconde entre arbustos y la ve irse en la moto con un chico.
Gorski es un inspector que se siente fracasado por un caso que no consiguió resolver cuando empezó en su profesión. Ahora, cree que la desaparición de Adèle está relacionada con aquel caso, y encuentra en Baumann la piedra de Rosetta que guarda todas las respuestas. Sospecha de Baumann. A la primera pregunta que le hace, Baumann miente. A partir de ahí, ya no hay vuelta atrás y se interna en una vorágine de falsedades de la que es difícil escapar. Baumann comienza a padecer delirios de persecución y ganas de huir.
Burnet alterna capítulos sobre Baumann con otros sobre Gorski, mientras se desarrolla investigación de la desaparición. Aunque se trata de una novela de misterio e intriga, también tiene toques de absurdo por las decisiones que toma Baumann hacia el final de la historia. Al lector se le cuenta en todo momento lo que hace Baumann, y entre los hechos no está que haya tenido nada que ver con la desaparición de Adèle. Sin embargo, siempre queda la duda, como la tiene Gorski, de que él esté implicado. Baumann, sintiéndose atrapado por los interrogatorios del inspector y la duda del lector, intenta huir.