El ‘Grand Prix’: cuando un programa tan bueno supone un estorbo

El Grand Prix llega este viernes a su final, una temporada fantástica pero con un trato por parte de La 1 nefasto y que en septiembre parece sobrar en los planes de la cadena.
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El concurso estrella del verano en España llega este viernes a su final. Una temporada más, ha estado fantástico, pero el trato que le han dado en La 1 ha sido nefasto, hasta tal punto que, llegados a este mes, ya sobra en los planes del canal. De toda la vida, la programación de verano cumple su función de relleno. Es decir, busca que desconectemos durante esos meses en los que la gente está de relax o pasa tiempo fuera de casa, hasta la vuelta al cole, que es cuando comienza, además, el nuevo curso televisivo. Entonces llueven los apetitosos estrenos de programas y series y se espera el ansiado regreso de muchos de ellos.

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Pero los programas de verano también se esperan con ganas, aunque duren menos y sean más ligeros. En el caso del «Grand Prix», tras su larga ausencia durante mucho tiempo, su vuelta el año pasado se recibió con muchas ganas. Esta temporada pudo pasar igual, pero lo que hemos visto ha sido ridículo. Y, ojo, el programa sigue estando, a mi juicio, de diez. No hay nada que achacarle al formato en sí.

Este viernes, el programa de Ramón García llega a su final, en un día distinto del que se tenía su hueco, es decir, los lunes. El «Grand Prix» ya sobra en los planes de La 1, porque el verano se ha terminado y el nuevo curso ya ha empezado, como hemos dicho. Así que hay que dar paso a Broncano y su «revuelta», con los que TVE quiere llegar a la altura de Pablo Motos y sus hormigas.

Esto ha sido una liada tremenda, por falta de organización y también por dar un trato de segunda al programa, al igual que demuestra que estamos en una época en la que la tele importa poco ya. De ahí que se pusieran el turbo y que nos hayan metido dos entregas durante dos semanas (venga, mejor eso que no emitir el final directamente, vale). Su éxito el año pasado propició que, para esta temporada, encargasen más episodios. Diez en total. En junio, estaríamos viendo a los diferentes pueblos pasárselo en grande. Estaríamos. Porque, con la Eurocopa, el estreno se atrasó hasta julio. Por no hablar de que luego venían los Juegos Olímpicos. Estas dos citas suponen una audiencia lo suficiente apetitosa para que se emitan antes que cualquier otra.

Uno de los patinazos más sonados fue cuando España ganó el campeonato futbolístico, Una de las entregas del «Grand Prix» se canceló en el último momento, ya que estaban retransmitiendo la celebración de los jugadores. Pregúntales a los de Olvera (Cádiz) qué tal les sentó la broma, ya que allí alquilaron una pantalla gigante para que sus habitantes pudieran ver reunidos cómo su pueblo ganó el encuentro. No sé qué acabaron poniendo para amortizar el gasto, en este caso en vano, visto lo visto.

Atrasar un programa más allá de lo acordado y que, una vez que ya se está emitiendo, se emita semana sí y semana no, hace que el público se despiste y que se acabe esfumando. Así, el share ha descendido a mínimos (poco más de un millón de personas ven ya el programa) y, aunque sigue siendo lo más visto, es triste lo ocurrido. Si a ello le sumamos que la tele ya no es una prioridad para casi nadie, y menos en verano, en medio de tantas posibilidades de entretenimiento cuando quieras y donde quieras, ahí queda una audiencia de lo más pobre.

Veremos qué ocurre el año que viene, si volveremos a disfrutar de la acción, después de esta nefasta temporada. Porque insisto, el programa ha valido mucho la pena. Supieron pulir errrores del año pasado, como lo ha sido emitirlo a una hora razonable y quitar la serie telonera que hacía que empezara a las 23 (a pesar de todo lo que hemos dicho antes). También han puesto pruebas nuevas que hacen que el programa se mantenga fresco y que la gente se mantenga interesada por las novedades que puedan haber. Hablo de la prueba de las «Ardillas pillas», o lo del «Champions Prix». Esta última, fíjate. Unos cuantos soplando una pelota dentro de un futbolín para marcar gol. Así de sencillo, pero así de fantástico también. Ya digo que se ha usado mucho la imaginación, tanto en la mecánica de la vaquilla comodín como en los nuevos juegos. Hablamos de cuando muy poco resulta ser lo más.

Es verdad que el karaoke o los Wikipeques pueden aumentar los momentos estáticos, que ya suceden con la Patata Caliente y el Diccionario. Pero, ¿qué te digo de estas dos pruebas clásicas? Pues que no puedes evitar entrar en tensión mientras un globo lleno de harina está a punto de explotar mientras el concursante de turno está desesperado por dar con la cifra exacta que Ramón le pide. De paso, aprendes datos interesantes. Aunque aún no entiendo por qué dijeron que James Bond ha tenido ocho actores, cuando oficialmente son seis por ahora… En cuanto a la ronda final por excelencia del programa, que te tengan con el corazón encogido mientras están las luces apagadas en medio de un tenso silencio es tan emocionante como una ronda de penaltis, vaya. 

Ese momento de desconexión y de buen rollo, en medio de tantas sensaciones, que el «Grand Prix» produce me ha ayudado bastante durante mi estancia en Barcelona, que es donde me encuentro, por motivos de trabajo, lejos de los míos. No hay nada mejor que reencontrarte con lo de siempre, allá donde estés. Y, si son caídas, risas y unos juegos con un argumento coherente, mucho mejor. 

Este viernes apoyaré a Olvera, el único equipo andaluz que competía esta temporada, y que se las ve en la final contra Binissalem (Mallorca). Para el próximo año, además de que vuelva, esperemos que hagan las cosas en condiciones para mantener al público fiel, si es que es eso lo que buscan. Porque, visto lo de este pueblo en especial, y lo de todos los que seguimos el «Grand Prix» en general, es, además, una cuestión de respeto a los espectadores.

Y otra cosa, el «Grand Prix» se espera con ilusión cada verano. Traer una edición de invierno, como quieren, provocaría que nos acostumbrásemos a verlo. De hecho, en su día emitieron el «Peque Prix», una versión en la que participaban niños de diferentes colegios y no cuajó. Que lo tengan en cuenta, que usen la imaginación suficiente para emitir cosas nuevas y que no caigan en más meteduras de pata, anda. Porque, si en una época en la que casi nadie ve ya la tele esto sigue siendo líder, algo tiene que vale la pena. Pero qué menos que tomárselo en serio y darle el trato que se debe. 

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