El pádel femenino y la ‘Generación Z’, condenados al éxito

Martita Ortega y Ari Sánchez comandan la nueva línea de jugadoras, menores de 25 años, que lideraran el pádel mundial.

El pádel nació en Acapulco (México) en la década de los sesenta, cuando un contratista, de nombre Enrique Corcuera, enamorado del frontón de su casa en Las Brisas, adaptó un terreno de su finca de 20 x 10 metros, colocando paredes en los fondos y laterales, en principio para que la vegetación no invadiera su pista. Se jugaba con palas de madera y recibía el nombre de “Paddle-Tenis”. 

Un amigo español del señor Corcuera, Alfonso Hohenloe, que solía viajar bastante a México, transportó el concepto hasta España, poniendo una pista en su club de Marbella.

Comenzó entonces una expansión irrefrenable por distintos puntos de la península, sobre todo a través de Andalucía, Madrid, Barcelona, Galicia y País Vasco.

Pasados los años, este deporte se ha extendido a otros países de América como Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay. Simultáneamente, poco a poco, también lo ha hecho por Suecia, Reino Unido, Francia o Alemania. Siguiendo esta línea, España es reconocida como la impulsora del pádel en Europa.

En 1991, se constituyó en Madrid la Federación Internacional de Pádel, siendo un español el presidente, Julio Alegría Artiach, una de las personas más importantes de la historia de esta disciplina, por su visión, promoción, inversión y vida dedicada a la difusión y desarrollo, a todos los niveles, del pádel.

Fuente: World Padel Tour

Además, creó un circuito internacional y concretó un reglamento a nivel mundial.

En 1993 el pádel se consolidó como modalidad deportiva, tras el reconocimiento oficial del Consejo Superior de Deportes. Desde ese mismo año, se celebran en España (Madrid) los Campeonatos Internacionales de España, con la presencia de los mejores jugadores del mundo. Este torneo se convirtió en el más importante a nivel internacional, tanto por su calidad como por la cuantía de los premios.

Cuatro años más tarde, un 14 de febrero de 1997, nació en Madrid Martita Ortega. Mucho ha cambiado el pádel desde que empezara a jugar la futura doctora.

El Circuito Profesional de pádel se ha denominado durante 7 años como ‘Padel Pro Tour’, hasta que, en 2013, los jugadores firmaron un contrato con los nuevos organizadores, ‘World Padel Tour’, pasando a ser este el nuevo circuito profesional de pádel.

Ese mismo curso entra en juego una jovencísima Martita (17 años), jugando 17 partidos y ganando 10 de ellos, entre los que hay que destacar 5 octavos de final, unos cuartos y unas semifinales. Casi nada. 

De nuevo, cuatro años más tarde, Martita levantó su primer título como profesional, el World Padel Tour de Santander 2017, de la mano de su entonces compañera, Ari Sánchez, tras vencer en la final a Elisabeth Amatriaín y Patricia Llaguno.

Tres temporadas antes, el circuito firmó un acuerdo con el Colectivo de Jugadores y Jugadoras, fijando unas condiciones que se mantuvieron durante varios años y que no luchaban contra las diferencias entre hombres y mujeres, sobre todo a nivel salarial. Sin embargo, un cambio en la directiva de la competición impulsó la firma de un nuevo contrato el pasado 2018.

El acuerdo extendía la relación hasta el año 2023, afirmando que entre sus líneas de trabajo principales “se ha venido desarrollando entre WPT y ambos colectivos la mejora de las cantidades percibidas, especialmente las del circuito femenino”. Por desgracia, la equidad en los premios no es algo que pueda llevarse a cabo de la noche a la mañana.

Este acuerdo, que puso las bases de la evolución de los premios, supone un gran avance en el principal objetivo de World Padel Tour, que, bajo palabras de su equipo directivo, no es otro que lograr “la igualdad plena y absoluta”.

A comienzos de la temporada 2018/2019 tuvo lugar la creación del primer Open Femenino de la historia en World Pádel Tour, el ‘WOpen’ que se disputó en Madrid del 25 al 30 de septiembre.

Aquel torneo supuso otro gran paso para impulsar la competición femenina. Alejandra Salazar y Marta Marrero fueron las campeonas.

Fuente: World Padel Tour

En sus primeras etapas, y hasta hace tan solo unos años, el pádel femenino se diferenciaba de forma clara de la competición masculina, sobre todo en la forma en la que se desarrollaba el juego. Era mucho más defensivo, arriesgando muy poco en acciones ofensivas. 

Los partidos se caracterizaban por ser lentos, trabajándose mucho cada jugada, lo que técnicamente también era exigente. Se buscaba de forma constante crear fisuras en la defensa rival, circunstancia que obligaba a competir a un alto nivel de concentración. Esto consistiría en un hecho menos atractivo para el espectador que los partidos de hombres.

Durante estas últimas temporadas, nuevas jugadoras se han ido incorporando al circuito femenino. Algunas de ellas proceden del tenis, lo que ha supuesto la aparición en escena de duplas con nuevas características de juego, como la agresividad y la incisión en ataque. Un buen ejemplo son las gemelas Mapi y Majo Sánchez Alayeto.

Al mismo tiempo, la preparación desde los comienzos de una jugadora también ha experimentado mejoras. Las jugadoras más jóvenes cuentan con servicios profesionales antes inexistentes, lo que facilita el crecimiento deportivo y el entrenamiento para la competición en su más alto nivel.

Entran en juego nombres como la propia Martita Ortega (1997), Ari Sánchez (1997), Delfina Brea (1999), Beatriz González (2001), Paula Josemaría (1996) o Victoria Iglesias (1994).

La evolución de las dos primeras es tal, que actualmente ocupan los primeros puestos del ranking mundial de WPT (tercera y cuarta, respectivamente), encabezado por Marta Marrero, actual compañera de Martita.

La madrileña, en una entrevista concedida el pasado mes de marzo, reconoció la importancia de seguir luchando “para enjugar la brecha salarial, pero sin olvidarnos de que nosotras tenemos que poner de nuestra parte y dar el mismo espectáculo que dan ellos. Que los partidos sean una pasada e igualados. Cada vez estamos más cerca”.

El sentido crítico de esta respuesta, sumada a la concienciación de todas las jugadoras de remar en la misma dirección, es la llave que abre, no únicamente la puerta de mayores sueldos y premios más cuantitativos, sino la del respeto mundial de un deporte en el que, de nuevo, la mujer ha tenido que ir abriéndose paso.

Compártelo

Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp
Novedades semanales.

+ Artículos relacionados