Artemisa es el nombre de la diosa de la virginidad en la mitología griega y también el de una yegua del amo, personaje de Nacido de ninguna mujer (Anagrama, 2022, con traducción al castellano de Rosa Alapont). Por otro lado, Jano es el nombre del dios que auguraba buenos finales en la mitología romana y también el de un caballo del mismo personaje. Esta novela gótica de Franck Bouysse (Francia, 1965), con caballos con nombres mitológicos, ha sido galardonada con los premios Babelio y Des Librairies y el Gran Premio de las lectoras de Elle… así hasta diez premios literarios, según se dice en la solapa.
En ella, Gabriel, un cura, narra los diarios que ha encontrado entre la ropa de una mujer fallecida en un manicomio y que ha conseguido gracias a la confesión de una enfermera. En ellos se relata una historia que ocurrió más de cuarenta años atrás, una vida de violencia, crueldad y brutalidad hacia una mujer que, cuando era una niña, fue vendida por su padre al amo, un hombre rico, para que viviera con él en un castillo y le diera un descendiente. Allí conoció a la madre del amo, una mujer aborrecible que la llamaba «pequeña» para menospreciarla y humillarla, y a Edmond, un mozo de cuadra que guardaba secretos y vergüenzas y que llevaba toda la vida obedeciendo sin rechistar ante humillaciones lacerantes.
La historia de Rose se transmuta y toma forma a través de sus diarios, que encuentran el canal de expresión en Gabriel, que a su vez los transmite a la par que expresa su sentimiento de culpa, de desagrado hacia el ser humano y su fe en un más allá justo. Él había construido en su mente los conceptos del bien y del mal, pero ante estos diarios, debe enfrentarse a sus propios principios e ideas, a las certezas y a sus pensamientos, así como al director del manicomio, que parece ocultar algo, y a la duda sobre la identidad de un hombre que aparece en el entierro de la fallecida.
Aunque su libertad ha sido miserable, Rose la prefiere antes que ser rehén del amo. Ella se repite su nombre con frecuencia para recordar que sigue existiendo, y maldice a sus padres por haberle dado la vida y también el destino de servir de esclava a unos desconocidos. Así, debe olvidar el mundo conocido para sobrevivir con cordura en el nuevo.
Se trata de una novela que analiza el aspecto más primitivo, egoísta y cruel del ser humano. Desarrolla temas como la infelicidad, el remordimiento, la maternidad, la violencia, el aislamiento, la humillación, el deseo de huida, el sentido de la vida, la idea de autodestrucción y la violación. Entre ellos destaca la culpa. Rose siente la culpa de haber nacido y de existir, su padre siente la culpa de haberla entregado, la madre siente la culpa de no haber parido un varón en lugar de cuatro hembras; al final, todos ellos sienten culpa todo el tiempo. Asimismo, plantea preguntas sobre si han conseguido en sus vidas aquello que se propusieron al principio y, en definitiva, si están orgullosos de lo que han hecho y de lo que han decidido no hacer.
Esta es una novela también sobre el arte de escribir y de transmitir una historia propia a través de la palabra escrita para que sea conocida y no caiga en el olvido. Pues las palabras suponen la única libertad a la que Rose tiene derecho, cuando ya se lo han quitado todo. «Todo cuanto me convertía en alguien, siquiera bastante insignificante, me ha sido arrebatado», dice. Se trata de una historia de secretos y silencios, de cabos que acaban atándose porque el tiempo y el viento se conjugan para que ambos extremos se encuentren y, como conclusión, todos opten por olvidar y reconstruir la historia con mimbres nuevos y las heridas cerradas. Al final, se desmontan todas las creencias del lector y se suceden las sorpresas para que este quede maravillado ante una obra bien construida y con un factor sorpresa muy bien conseguido que la convierten en una de mis lecturas favoritas.