El pasado viernes y con todas las localidades vendidas, el Teatro Cervantes se vestía de gala para recibir dentro de su 37º Festival del Teatro, la única función de la exitosa ‘El Sirviente‘.
Basada en la novela homónima de Robin Maugham y bajo la dirección de Mireia Gabilondo, la obra narra la historia de la relación entre Tony Williams, un joven aristócrata, y Barret, el sirviente contratado para cuidarlo en su nueva residencia, donde también gozará de la compañía de su amigo Richard (Carles Francino), de su novia Sally (Lisi Linder) y de los servicios de su limpiadora Vera (Sandra Escacena). Tony necesita ayuda, ya que ha sufrido experiencias traumáticas que le han marcado de por vida en la guerra y en África, y solo quiere que su vida sea cómoda y confortable. Y Barret, encuentra en Tony el ideal de su forma de ver el servicio doméstico, una curiosa mezcla entre posesión y servilismo.
Durante las casi dos horas que dura la función, el espectador es partícipe del duelo interpretativo entre dos actores de la talla de Eusebio Poncela, pilar sobre el que se cimenta la obra ya que es el encargado de prácticamente cualquier desarrollo en el argumento, y Pablo Rivero, acompañante en la travesía aunque no por ello menos brillante.
El resultado es una combinación de ambigüedad, suspense emocional y debate moral que es capaz de convertir lo que, a priori, puede parecer una relación convencional entre amo y sirviente, en un laberinto de manipulación y engaño.