La nave seis mil orbita el planeta llamado Reciente Descubrimiento. Su tripulación la forman humanos y humanoides que han mantenido una convivencia pacífica hasta que descubren unos extraños objetos que se animan a subir a la nave. Estos provocan nostalgia por lo dejado atrás a los primeros y pérdida de identidad por no saber qué son a los segundos. Esta es la premisa inicial de Los empleados (Anagrama, 2023, con traducción al castellano de Victoria Alonso), una reflexión alegórica, distópica y de ciencia ficción que ahonda en la naturaleza del ser humano.
Esta novela de Olga Ravn (Copenhague, 1986) está compuesta por un conjunto de testimonios y entrevistas a los integrantes de la nave: sus reflexiones, sus sensaciones, sus emociones en torno a la toma de contacto con esos objetos. También es un análisis de nuestra especie, del desarraigo, del trabajo y las relaciones sociales. Los humanoides de la nave seis mil se definen como seres vivos, igual que los humanos, porque al igual que ellos se les ha dado vida, lenguaje y capacidad de ver las carencias en el otro. Hablan sobre su estancia en la nave con píldoras de la personalidad de cada testimonio, aunque sean anónimos.
Los entrevistados dejan entrever sus sueños desagradables y los vínculos que establecen con los objetos recogidos. Los integrantes se ven reflejados en ellos, que les animan a una reflexión acerca de dilemas sobre el poder, la dominación, la sumisión y el trabajo. Los humanoides reconocen haber sido creados para trabajar; por tanto, no contemplan otro tipo de vida. Por su parte, los humanos se quejan de que son empleados y cuentan con la diferencia de que sí tienen un pasado que extrañar. Uno de los humanos asegura estar orgulloso de serlo porque tiene asegurada su muerte, otro tema trascendente en estas páginas. Mientras, los humanoides dicen ser exactamente iguales a los humanos; lo único que les diferencia es el nombre.
Los testimonios reflejan recuerdos nostálgicos y expresión de sentimientos como la melancolía. Uno de ellos, por ejemplo, recuerda su vida en la Tierra y cómo iban «a poner un nuevo suelo y al quitar las tablas antiguas apareció ante nuestra vista un ramillete de flores blancas. Había crecido bajo nosotros sin que lo supiéramos». Igual que los sentimientos que él y sus compañeros expresan, que afloran aunque no los esperen ni los vean. Los humanoides fueron creados para no parecerse demasiado a los humanos, pero empiezan a tener sentimientos y a independizarse de la máquina.
Además de la melancolía, entre los humanoides se despierta un sentimiento de rebeldía y conspiración contra la organización de la empresa, que también son aquellos que los entrevistan y recogen sus testimonios. Se trata de un descontento creciente entre la tripulación que deriva en un final precipitado. En los propios testimonios, el lector ve lo que la organización de la empresa quiere, pues esta censura partes de ciertos testimonios y además estos no están ordenados, sino que se presentan en un sentido aleatorio escogido por ellos.
Los empleados reúne más de un centenar de testimonios, no sabemos si diferentes o algunos repetidos. Sea como fuere, son tantos y además anónimos que impiden que se haga un desarrollo de personajes que impacte en el lector y también que este se identifique con aquellos. Así, aunque son testimonios que expresan una humanidad honda, pura y clara, son tantos, tan variados y tan breves que cuesta empatizar en profundidad con ninguno de ellos y al final es un coro de voces que pierden cualquier posibilidad de empatía. Por tanto, es una novela con la que no he conseguido conectar y que me ha dejado decepcionado.
Esta también es una historia sobre la memoria y la eliminación de recuerdos que se puede hacer en cualquier momento y de forma drástica e irreversible. Pérdidas de memoria que harán que parezca que ciertas cosas jamás ocurrieron porque nadie las recordará. El final de la obra es una declaración de pérdida de miedo y fe en el futuro y, sobre todo, en la naturaleza y en lo que nos hace humanos.